domingo, 27 de julio de 2014

Escribo Sólo por Motivación, por Hermógenes Pérez de Arce.





Escribo Sólo por Motivación,
por Hermógenes Pérez de Arce.


        Yo escribo por motivación. Pudo haberme motivado la información de que los niñitos de la UDI siguen estudiando cómo hacer que la Declaración de Principios de su partido, que redactó Jaime Guzmán con diversos aportes de otras personas, pase a ser del gusto del 90% de los chilenos actuales que tienen el cerebro lavado. Pero eso no me motiva demasiado, porque no es grave, sino sólo ridículo, y en todo momento lo he asimilado a la ironía de Groucho Marx que decía: “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”.


        En cambio sí me motivaron las siguientes pregunta y respuesta en una entrevista a Eugenio Tironi en “La Segunda” del sábado: P: “El historiador Alfredo Jocelyn-Holt dice que se pasó del slogan ‘avanzar sin transar’ a ‘transar sin parar’. R: “Que le vaya a decir eso a cualquier familia chilena que salió de la pobreza, no tiene hijos desaparecidos y vio cómo se conmemoraron los 40 años del golpe”.


        Esa respuesta representa el grado en que se han lavado los cerebros de los chilenos y la magnitud del cinismo de los autores del lavado. La gente en Chile salió de la pobreza gracias al modelo económico-social establecido bajo el Gobierno Militar y sus modernizaciones y privatizaciones, que llevaron al país desde los últimos lugares de crecimiento y las mayores inflaciones a situarse a la cabeza de América Latina en ambos aspectos indispensables para derrotar la pobreza.


        Resulta particularmente hipócrita la referencia de Tironi a “la familia chilena que no tiene hijos desaparecidos”, sobre todo dicha por un ex militante del MAPU, que tenía, según Carlos Altamirano, una considerable guerrilla terrorista. Por supuesto que en los ‘70, en el combate a un terrorismo armado que atacaba desde la clandestinidad, se producían represiones indeseadas y desaparecimientos. Pues a su turno la guerrilla marxista mató 301 personas sólo entre el 11.09 y el 31.12.73.


Cuando Aylwin decidió traicionar a los militares y bienquistarse con la UP, patrocinando el sesgado e injusto Informe Rettig de 1991, éste dio cuenta de algo más de 900 desaparecidos. Después el número aumentó debido a los beneficios económicos reconocidos a los casos en que se dictaminaran desapariciones políticas. Pero en Chile, según cifras de Carabineros, desaparecen cada año 2.500 personas (diferencia entre las “denuncias por presunta desgracia” y los encontrados en cada año). Publiqué esas cifras en mi libro “Terapia para Cerebros Lavados”. En todo caso, entre 1978 y 1990 sólo hubo 23 denuncias de desaparecimientos políticos documentadas por el Informe Rettig.


Entonces, obviamente bajo Gobiernos como los de los ’90, que no tenían una guerrilla adversa, porque los ex UP patrocinadores de la misma estaban en el poder (socialistas, MAPU, IC, PR) o eran favorecidos e indemnizados por éste (PC, MIR), no había ni podía haber secuela alguna del terrorismo y, más aún, los asesinos ex integrantes de la guerrilla gozaban de impunidad para matar selectivamente, como lo hicieron con Jaime Guzmán.

 
        También resulta odiosa la referencia de Tironi a “cómo se conmemoraron los 40 años del golpe”. Pues, en efecto, tal conmemoración, con la complicidad activa del Gobierno de Sebastián Piñera, de funesto recuerdo, constituyó toda una vergüenza nacional. Muy pocas veces en la historia de las naciones civilizadas unos pocos controladores de los medios de opinión pública y las superestructuras políticas le habían mentido tanto a tanta gente.


        Por cierto, Tironi se declaró arrepentido de haber criticado a Piñera y de haber escrito el libro “Por Qué No Me Quieren”, al comprobar que ambos habían trabajado codo a codo en la tarea de lavar los cerebros nacionales con motivo de los 40 años del 11.


Los que deseen más detalles de esa gigantesca “Operación Falsedad” pueden encontrarlos en mi blog “El Libro de las Verdades Olvidadas” publicado el 11 de septiembre de 2013 y otras entradas posteriores.


        La conmemoración de los 40 años del golpe quedará, en todo caso, como un baldón en la hoja de vida de la honestidad chilena, si es que existe tan improbable  bitácora.


        Sí debería hacerse referencia a ese penoso episodio de propaganda política masiva en el contexto de algún estudio sobre las “Grandes Vergüenzas Nacionales”.

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