sábado, 27 de junio de 2015

Acosadas y vías de salida, por Hernán Felipe Errázuriz.




Acosadas y vías de salida,
por Hernán Felipe Errázuriz.




Las Presidentes Michelle Bachelet y Dilma Rousseff atraviesan por situaciones críticas similares. Habría que esperar de ellas reacciones parecidas para sacar adelante a sus países. Hasta ahora eso no ha ocurrido. Van en distintas direcciones.



Rousseff asumió su liderazgo para ajustar el gasto público en su segundo período. Está dispuesta a resistir presiones políticas y sociales. Busca atraer la confianza de los agentes económicos para aumentar el bienestar de su pueblo.



"Brasil ya decidió su camino. En Chile estamos en la incertidumbre". No sabemos a dónde vamos. La impronta ha sido el impulso desmedido de reformas radicales, mal diseñadas e improvisadas, que provocan desorden y expectativas frustradas. Hay desazón, desconcierto y los avances logrados están en peligro por el estatismo prevaleciente.



Dilma sabe que Brasil atravesará por otro año sin crecimiento: después fructificarían los recortes al presupuesto y a los subsidios, los billonarios programas de concesiones y de infraestructura y algunas medidas liberalizadoras que incluyen privatizaciones, simplificación de los impuestos y apertura a los mercados externos. Para llevar adelante esa agenda escogió un Gabinete encabezado por un Ministro de Hacienda, banquero y educado en la Universidad de Chicago, al que apoya férreamente.



En política exterior Rousseff ha dado señales de alejamiento de Maduro afirmando que en su país no se encarcela a los opositores. Nada parecido hemos escuchado del Gobierno chileno, que permanece en el mutismo frente a los abusos del venezolano.



Importantes son las señales brasileñas de independencia del Mercosur. Si Argentina continua obstaculizando, procederá directamente a convenir con Europa libertades comerciales.



En los próximos días la Presidente Rousseff visitará a Obama después de haberle cancelado la cita el año pasado y congelado esa relación, tras haber sido espiada por los servicios de inteligencia norteamericanos.



La situación de Brasil llegó a límites increíbles. El rechazo a su Presidente registra un 65%. La economía y el inmenso mercado y potencial brasileños, despilfarrados: recesión, proteccionismo, desinversión, inflación que podría llegar al 9%, déficit Fiscal superior al 5%, en medio de una corrupción rampante que afectó no solo a Petrobras en billones de dólares, sino que también a todo el programa energético y a la inversión nacional y extranjera.



En Chile hay claridad en la política exterior y confusión grave en la interna. Para adoptar giros rectificadores, la Presidente Bachelet no debería esperar a que Chile llegue hasta donde se precipitó Brasil. Tiene a su favor logros de los cuales ella fue parte en su Gobierno anterior, y una imagen país y una economía que, aunque en deterioro, pueden revertirse con liderazgo.




(Artículo publicado por Diario El Mercurio del 27 de junio de 2015)

lunes, 8 de junio de 2015

Incredulidad, por Hermógenes Pérez de Arce.



Incredulidad, 

por Hermógenes Pérez de Arce. 

 



          Como corresponde en Chile (no siempre, pero con frecuencia), una noticia realmente importante no ha salido publicada en ningún medio de prensa masivo. A mí me ha llegado por correo electrónico y la creo, porque viene anexada a la misma una fotocopia del inverosímil Oficio 2400/11 de 22.05.15, del Jefe del Estado Mayor del Ejército, General Miguel Muñoz Farías, que comunica lo siguiente a diferentes dependencias de su institución:


          “Solicita a (nombre del destinatario, prudentemente borrado) que en virtud del proyecto de ley que prohíbe el homenaje y/o exaltación de la dictadura cívico-militar se verifique e informe hasta el 05.06.15 de todos aquellos elementos, dependencias, obras pictóricas, placas, monumentos, material u otros que, a su juicio, pudieren ser utilizados o interpretados como contrarios a las normas del mencionado proyecto de ley”.


          Este proyecto de ley es una moción presentada por la diputada comunista Karol Cariola (boletín 9746-17) a fines del año pasado y que castiga con penas de hasta veinte años de presidio y multas de hasta 129 millones de pesos a cualquiera que diga algo bueno o exprese “negacionismo o justificación” del Gobierno Militar (al cual, por otra parte, prohíbe denominarlo así y ordena designarlo como “dictadura cívico-militar”), de sus “perpetradores o colaboradores, tanto civiles como militares”.


          Lo extraordinario e increíble es que esa moción no ha sido aprobada como ley y carece de toda vigencia, no obstante lo cual el Jefe del Estado Mayor del Ejército procede a aplicarla como si hubiera sido promulgada y publicada. Yo creía que, en esta materia, el testimonio máximo de la rendición incondicional del Ejército al comunismo lo representaba el “Nunca Más” de su Comandante en Jefe, general Emilio Cheyre, que en la prensa del 10 de diciembre de 2004 apareció declarando: “El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le caben en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado”. Es decir, se echó la culpa de TODO… ¡hasta del atentado del FPMR contra el Presidente Pinochet, en 1986, en que fueron asesinados cinco de sus escoltas!


          Pero no les carguemos la mano a los militares. El 30 de noviembre pasado yo escribí el blog “Todos Son Karol Cariola”, señalando a los distintos referentes que habían, de hecho, ya obedecido lo ordenado por la moción de la diputada comunista, comenzando por RN, que suprimió de su Declaración de Principios un reconocimiento al Gobierno Militar y siguiendo con numerosas personalidades de derecha que demandaban o exteriorizaban similar repudio.


          En ese sentido, el oficio del general Muñoz Farías no es ni siquiera la gota que colma el vaso. E incluso, como “Acta de Rendición Incondicional y Final del Ejército de Chile ante el Comunismo”, adolece de imperfecciones adicionales a la ya citada de dar por vigente una mera moción que no tiene fuerza legal. En efecto, el oficio alude a una “dictadura cívico-militar” que, oficialmente, nunca ha existido en la historia del país. Pues en ninguno de los cuerpos legales imperantes uno podría encontrar un régimen que se denomine así o corresponda a esa designación: a la administración del Presidente Salvador Allende la sucedió la de la Junta Militar, que gobernó entre el 11.09.73 y el 11.03.81; y a este gobierno lo sucedió el del Presidente Augusto Pinochet, que gobernó constitucionalmente desde el 11.03.81 hasta el 11.03.90 y que, acatando el veredicto de las urnas, entregó el poder al Presidente Patricio Aylwin. Como tan pedagógicamente nos enseñó Ricardo Lagos a mediados de los ’80, “ninguna dictadura entrega voluntariamente el poder”, de modo que, como el gobierno de Pinochet lo hizo, no fue una dictadura. Eso es lo que muestra toda la documentación oficial del país. ¿A qué supuesto régimen, entonces, se puede estar refiriendo el Jefe del Estado Mayor del Ejército, si ninguno de nuestra historia oficial figura así?


          Pero en el proceso de desarticulación general que está viviendo Chile sabemos que lo que dice la ley es lo que menos importa. Atravesamos un período caracterizado por el reino de la delincuencia, las huelgas ilegales, el vandalismo impune y reiterado, la noche convertida en día, la desautorización de las fuerzas de orden, la parálisis de las inversiones, la corrupción política generalizada, la prevaricación de los jueces y su consecuencia, el creciente número de presos políticos militares.


En consecuencia, esta caza de brujas del Ejército para borrar de su historia, sin ley que lo autorice, los testimonios y recuerdos de su logro más importante del siglo XX, encuadra adecuadamente en el presente panorama nacional de locura, anarquía y desmoralización.