lunes, 10 de septiembre de 2012

Y la noche negra terminó…hace 39 años…




Y la noche negra terminó…hace 39 años…


Así es, esa noche negra que amenazaba a los chilenos con paredones al estilo cubano o con guerras civiles como las promovidas por quienes sustentaban al Gobierno de Allende desde el extranjero en Vietnam o en Camboya, terminó con el amanecer del 11 de septiembre de 1973.



Es cierto que siguió la lucha contra los grupos armados del allendismo, pero, fueron luchas focalizadas que ocurrían mientras el pueblo, término que volvía a incluir a todos nuestros compatriotas, todos, como uno solo, volvimos al trabajo de hacer grande al país.



Sin duda fueron años difíciles, hubo de comenzarse de nuevo con la construcción de la Nación que había sido sencillamente arrasada, levantar una nueva institucionalidad, reconstruir las amistades cívicas destruídas  por las odiosidades.



Aunque algunos quieran vestirse con el ropaje de las obras del Gobierno de la Fuerzas Armadas y de Orden, encabezadas por el General Augusto Pinochet Ugarte y la Junta de Gobierno, la situación actual del país se debe exclusivamente a esa administración y al pueblo chileno.



Los que vivimos los tiempos de Allende, los que vimos como el país se dislocaba, los que fuimos testigos de la siniestra siembra de odios, los que pasamos hambre junto a nuestros hijos, simplemente somos agradecidos de Pinochet, de la Junta y de todos los que se la jugaron contra la tiranía.



Ni siquiera intentaremos hacer un recuento de la gigantesca obra de los 17 años del Gobierno de Pinochet, solamente intentamos bosquejar lo que sentimos la mayoría de los chilenos cuando supimos que las FFAA habían puesto fin al siniestro Gobierno de Allende.



Los chilenos llamamos a los uniformados a poner fin a un camino de una sola vía que conducía a una dictadura roja, trabajamos y apoyamos al Gobierno Militar, cuando las cosas se pusieron malas la mayoría optó por mirar para otro lado abandonándoles a la venganza marxista.



Desde esta modesta tribuna demandamos, una vez más la liberación de nuestros Libertadores, pues resulta intolerable la persecución a la que son sometidos, con juicios manipulados, testigos falsos y condenas emitidas sin pruebas y solo por venganza.


Viva septiembre…Viva Chile.



Compatriotas, ejercitemos la memoria...

(Mario Montes, Director de 
Diario Reacción Chilena)



Compatriotas, ejercitemos la memoria,
por Mario Montes.


Corrían los primeros días de septiembre de 1973, los chilenos se pasaban el día haciendo oprobiosas colas para conseguir algo con que alimentar a sus hijos, el Presidente Salvador Allende anunciaba que solamente quedaba harina para dos días, la desesperación tenía al país paralizado, la violencia se encontraba desatada, la Justicia era impotente ante los embates del Gobierno que le impedía cumplir con sus funciones.



Las instituciones estaban dislocadas, el Congreso, la Corte Suprema y la Contraloría llamaban a la Administración marxista a respetar la Legislación y la Constitución, los grupos armados ilegales campeaban por sus fueros, las empresas estaban mayoritariamente en el “área social, desde donde se  fabricaba un mercado negro maneja por los interventores y el sistema estatal de distribución que intentaban doblegar al pueblo por el hambre.



Los chilenos, mayoritariamente demócratas, rogaban por una salida que pusiera fin el grotesco experimento socialista, al que el Mandatario había bautizado como con “sabor a vino tiento y empanadas”, que era ni más ni menos que un camino diferente para instaurar una tiranía de corte castrista, a imitación de la dictadura cubana o del colectivismo pregonado desde la desaparecida Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas.



Las Fuerzas Armadas y de Orden estaban tranquilas en sus cuarteles, la ciudadanía perseguía  a los uniformados arrojándoles maíz, como una manera de incentivarlos a tomar acciones que pusieran fin a la tortura que vivíamos, los Altos Mandos de estas instituciones estaban siendo utilizadas por el Gobierno allendista para reprimir a quienes osaban oponerse a los designios de una revolución que calificaban de irreversible.



Allende había  hecho lo más inesperado,  politizando a las FFAA había convocado a altos Jefes de las instituciones Castrenses a cargos Ministeriales intentando neutralizar a las Fuerzas Armadas y de orden  mientras ganaba tiempo para la realización de un autogolpe que terminara con la institucionalidad “burguesa”, terminando con las trabas que le imponía la Carta Fundamental para concretar los siniestros planes que tenía para nuestra Patria.



Fueron mil días de terror e incertidumbre para millones de chilenos que eran inconsultos testigos de la manera en que se degradaban nuestras libertades y se instauraba un sistema totalitario, que a fuerza de amenazas, violencia e ilegalidades tomaba forma según dictaban los “asesores” cubanos y soviéticos que se encontraban tras todas las determinaciones que se tomaban en La Moneda destinadas a subyugar a los chilenos.