sábado, 29 de octubre de 2016

Ustedes ni se imaginan....




Ustedes ni se imaginan

Autor: Un grupo de camaradas procesados.


(Sugerimos leer este artículo lentamente)



Ustedes ni se imaginan ¡Vieran ustedes cómo han reclamado y siguen reclamando los candidatos y dirigentes de la llamada centro derecha! Desde que los militares retirados resolvieron castigarlos restando sus votos a sus pretensiones, han reclamado, ya por más de siete años. Y todavía, la gran mayoría de ellos - salvo contadas excepciones - siguen convencidos que ellos son la solución para nuestro calvario, e insisten en que los apoyemos, ofreciendo hoy migajas que se les caen de la mesa. No señores; Uds. ni se imaginan por lo hemos pasado y lo que hoy seguimos sufriendo.



Uds. no se imaginan lo que se siente cuando por vez primera llega a la casa una patrulla de la PDI, toca la puerta y entrega una citación para concurrir a declarar en la Brigada Investigadora de delitos contra los derechos humanos. Uds. no se imaginan la tensión que se instala en el citado y en toda su familia, en espera del día en que deba concurrir.



Muchas veces pasan varios días, semanas incluso, antes de que llegue el momento de presentarse en la casona de calle Condell o en una unidad policial de cualquier parte del país. Uds. no se imaginan todo lo que pasa por la cabeza en los minutos u horas previas al inicio del interrogatorio mientras se espera en la salita del ingreso.



El siniestro cuartel de Av. Condell
Uds. no conocen el laberinto de ése lugar y la frialdad de los detectives. Uds. no se imaginan cómo en la medida que avanza el interrogatorio se va descubriendo aquello que le había devanado los sesos por largos días e insomnes noches. Uds. no se imaginan lo que se sorprende uno cuando al fin aparece entre las preguntas del detective, la razón del por qué uno está allí. Uds. no sospechan lo que se devela cuando uno cae en la cuenta de qué se trata. Uds. no se imaginan que tras la aparente inocuidad de las preguntas, se esconde la perversión de una persecución implacable.



Entonces empiezan a caer en la cuenta que ingresaron al circuito de la justicia tuerta. Y recuerdan lo que les dijo el abogado que consultaron. “No debiera pasarte nada…” Uds. no sospechan lo que es sentirse en la indefensión más absoluta y en la casi certeza que si está siendo interrogado es porque algún testigo lo ubicó en el lugar de quizás qué hechos, en alguna de las destinaciones que debió cumplir. Uds. no sospechan lo que viene a continuación. Eso de firmar una declaración policial ante la PDI y que formará parte de un informe al 2 juez de la causa, que recién se enteran, es sobre tal o cual caso y que no tiene procesados o peor, que ya está avanzada. Ya se ve Ud., en los siguientes días, ocupando una pieza de detención en una unidad militar, naval, aérea o de Carabineros, porque el Sr. juez ordenó su detención provisional. Uds. no sospechan lo que se siente al abandonar la casona de Condell.



Uds. no se imaginan la cara de angustia de la familia, que espera en casa nerviosa y rezando. Uds. no sospechan, cuando a los pocos días o cuando ya ha pasado algún tiempo, ya calmados los nervios, suena su teléfono y ahora es un detective que debe notificarlo de una citación al despacho de alguno de los ministros en visita y le informa número de la causa, lugar, fecha y hora en que el magistrado lo espera.



De un cuartel siniestro a otro siniestro
Uds. no avizoran la carrera frenética por conseguir un abogado, pedir consejos, preparar las cosas en familia por si lo someten a proceso. Ver las cuentas, inventar algunas mentiras para los ancianos de la familia… Uds. no pueden siquiera entender el tremendo balde de agua fría cuando el abogado recomendado les dice: “Mala cosa, el magistrado es cosa seria, tiene el récord de procesamientos y condenas… no escucha a nadie” Y menos tienen idea de que cuando llega el día, el Sr. ministro ni levanta la cabeza cuando Ud. ingresa a su oficina y le espeta: ¡Siéntese! Uds. no sospechan cómo se escucha el tono acusatorio e intimidador del Sr. juez mientras formula preguntas que nadie te dijo que te haría.



Dos buitres
Uds. no pueden sentir en un mínimo porcentaje cuando en la puerta de la oficina asoman un par de civiles que esperan que uno firme, para tomarlo y conducirlo a alguno de los lugares de reclusión que las FF.AA. y Carabineros tiene preparados para sus antiguos camaradas hoy procesados. Y entonces recuerda lo que le afirmaron sus amigos y camaradas en retiro conocidos: “de todos los que han sido sometidos a proceso, sólo un puñado zafa”, y recuerda también lo que dijo otro: “jamás uno de los abogados que patrocinan habitualmente a los nuestros, ha ganado un caso”. Y listo. Uds. no imaginan lo que es ser subido a un automóvil al medio del asiento trasero, flanqueado por un par de soldados o carabineros de civil. Y llegar al lugar de reclusión.



Policía Militar
Uds. no se imaginan lo que viene. A uno le quitan el celular, lo recibe un joven oficial y le lee con tono funcionario el reglamento para los detenidos, lo conducen a una pieza que muestra en su aspecto y olor, que ya ha sido ocupada por decenas de camaradas en igual situación, olor a angustia y dolor.



Y menos se imaginan el llamado a la esposa para decirle que lo detuvieron. No, no se lo imaginan. Y rápidamente llegan sus familiares, unos a darle un abrazo, otros a tratar de hacerlo reír, otros les traen las sábanas, los útiles de aseo… Y comienzan las conversaciones con los que ya llevan tiempo allí. Uds. no sospechan las cosas que se dicen, cunde el pesimismo, la realidad es más grande y peor que lo que Ud. había pensado.



La zurda y los traidores
Uds. no se imaginan cuando a tu lugar de trabajo llega la PDI y pregunta a viva voz por ti y a raíz de lo que se enteran tus compañeros de trabajo, esa empresa que pudo surgir gracias al gobierno militar, te hace llegar un sobre azul, condenándote anticipadamente a restringir tu nivel de vida y a innumerables privaciones a ti y tu familia. Pero, aquí, la función dramática recién ha comenzado. Y ahora Ud. es el protagonista, el malo de la película, el que a partir de este procesamiento, merece el repudio ciudadano, el escarnio público que ya se ocuparán de incitar y alimentar los medios de comunicación social, todos en manos de la zurda. Uds. no se imaginan estar días y días, algunas veces meses, elevando papeles a la corte para que tenga la gracia de conceder la libertad bajo fianza. Uds. no han visto jamás a uno de los nuestros que no tiene una chaucha para pagar las exorbitantes cifras que les exigen y que debe pasar meses juntando la plata, dependiendo de la caridad de los amigos. Y Uds. no sospechan tener que pasar días y días esperando que la corte le otorgue la salida y que no prevalezca esa estupidez de ser un peligro para la sociedad, como si Ud. fuera a salir a los 70 años a pegar balazos a diestra y siniestra. Y llega el día en que regresa a su casa, cerca o muy lejos del que ahora es su dueño en el mundo terrenal, el que decidirá todo el resto de sus días en la tierra. Espera que desgasta.



Uds. no imaginan cómo todo se precipita, cómo todo hace que el mundo gire más rápido y que el día de la acusación se acerque a la velocidad de un rayo. Uds. no sospechan todo lo que hay que hacer para enfrentar este período, contactar y contratar abogados, reunir plata, vender bienes, firmar papeles, ir al notario, dar explicaciones y con dolor, ver amigos que se apartan, ver a tu mujer enfrentando sola esta tremenda desgracia. No, Uds. ni se lo imaginan.



Condenado por un montaje
Y llega el día en que lo carean, en que lo re-interrogan, en que lo maltratan, en que lo llevan y lo traen hasta que llega la acusación. Y Uds. no sospechan lo que pasa en su alma cuando lo acusan de delitos que no ha cometido, con testigos falsos, fuera de la ley, del estado de derecho y siempre con fines perversos. Y menos se imaginan la pérdida de su trabajo, la persecución a su familia, el despido de sus hijos, el acoso a sus nietos, la funa a su hogar. Uds. no lo han sufrido.



Y entonces llega el maldito día, ése día que trataron de alejar desde que lo acusaron: la condena en primera instancia.



Leen el fallo del ministro instructor y no pueden creerlo. Están condenados y las posibilidades de revertirlo son casi inexistentes, así se le hace evidente al conocer las historias de tantos camaradas que han pasado por lo mismo. Uds. no se lo imaginan, jamás han sido procesados y condenados fuera de la ley. Sin embargo, uno se aferra a las últimas esperanzas. Leen y releen el fallo, buscan las ilegalidades, buscan los testimonios amañados, buscan las inconsistencias, escudriñan para encontrar el párrafo donde puede estar la llave. Uds. jamás han pasado por esto.



Segunda instancia
Claro, Uds. no sospechan las características de la espera que media entre el fallo del ministro y la segunda instancia. No han tenido que recusar abogados integrantes, no han estado fuera de la sala encargada mirando la tabla, la cara de los jueces, secretarios, abogados, querellantes, señoras que los miran con odio, periodistas al acecho. Y en sus casas no han estado sus esposas, hijos y nietos rezando un padrenuestro y muchas avemarías para pedir un milagro. Uds., estimados señores políticos de centro derecha, no sospechan lo que sucede cuando sale el fallo de ésa sala. Las más de las veces confirmando o aumentando las penas aplicadas por el juez de primera instancia. Uds. no se imaginan cuando se debe concurrir a los Centros de Reinserción Social de Gendarmería o al Servicio Médico Legal.



Allí jóvenes sicólogos, siquiatras y asistentes sociales escudriñan toda tu vida e invaden físicamente la privacidad de tu hogar, para confirmar lo ya ordenado por el ministerio de justicia…



Que eres un peligro para la sociedad y asegurarse que cumplas la injusta condena en la cárcel, en vez cumplirla en libertad vigilada, además de filmar y posiblemente filtrar posteriormente tus testimonios, tal como se filtra en los inicios de las causas tu domicilio y lugar de trabajo desde los mismos expedientes, fotografiados por una pléyade de abogados de izquierda, posibilitando así, la ejecución de violentas e ilegales funas, a las que nadie les pone coto.


El otro Calvario
Para qué intentamos describir a Uds. entonces el calvario final: la espera de los siempre inútiles recursos de casación, ésos que siempre no resultan. Y para qué les mencionamos lo que pasa cuando la conocida segunda sala nos dice que “no ha lugar” al recurso y con total desparpajo, aumenta condenas citando hasta el cansancio esa ilegalidad de los delitos de lesa humanidad y la ficción del secuestro permanente.



Uds. no sospechan qué es prepararse para el cumplimiento de la condena, vender la casa y el auto para pagar deudas, enfrentar la depresión y la angustia propia y de los tuyos, firmar poderes, renunciar a la libertad. Y después de todo esto, de esto que Uds. no imaginan y menos han sufrido; ¿todavía se atreven a mirarnos feo si les decimos que no vamos a votar por ustedes? ¿Todavía incluso intentan quebrar nuestra unidad con promesas vanas e invitaciones a cenar? ¿Todavía exhiben como triunfos extraordinarios una declaración pública, una iniciativa parlamentaria sin respaldo suficiente o la concurrencia a una ceremonia religiosa?



Piñera, el traidor
Así es: no votamos por quienes nos abandonaron, por quienes miraron para el lado mientras nos perseguían y condenaban fuera de la ley, por quienes avalaron con silencio cómplice al Sr. Piñera, peor para la Familia Militar que los mismos comunistas. Y que no votaremos por quienes continúen mirando el cielo y menos por los que perseveren en la traición. Son contados con los dedos los leales y preocupados, unos pocos los sinceros y otros - urgidos por la amenaza de perder votos - que se sumaron tímidamente a respaldar al menos a los camaradas más enfermos y ancianos. Del resto, Uds. no se imaginan lo que pensamos. En Santiago, a 27 de octubre de 2016.



Nota.- Esta nota ha sido tomada del informativo periodístico digital Chile Informa, del periodista Fernando Martínez Collins.