miércoles, 30 de enero de 2013

Una columna y un editorial para revisar...




De Castro a Castro,
por Gonzalo Rojas Sánchez.


Entre aquella presencia de Fidel y ésta de Raúl han pasado más de 40 años de la historia de Chile.



El dictador original -lozano todavía entonces- se paseó en gloria y majestad por nuestro territorio y nuestras instituciones durante más de 20 días. La copia desgastada de su hermano apenas asomó la cabeza fuera de los actos oficiales y permaneció en Chile pocas horas.



El barbudo hacía notar su carisma desplegando su imagen ante miles y miles de personas, con total seguridad y dominio de la escena. El bien afeitado pidió reforzamiento de su escolta, no programó reuniones con grupos sociales y dio la impresión de haber sido siempre una sombra de su hermano; mala sombra, por cierto.



Al entonces líder de la revolución, la Presidencia de Chile le rindió honores, le manifestó gratitud y lo miró con ojos de veneración. Al actual guardián de la dictadura, el Presidente Piñera le dio la mano (educación y protocolo, nada más, esperamos), le reprochó su amparo a terroristas chilenos (suponemos) y lo miró con ojos de esperanza, la del pronto término de la tiranía castrista.



Para Fidel, cada reunión fue como reciclar Cuba en Chile. Políticos, estudiantes, obreros y, por cierto, un notable grupo de sacerdotes infestados de marxismo, lo contemplaron, lo aplaudieron y le aguantaron sus latas por largas horas. Pobre Raúl: la protección que para él ha pedido el PC, la oculta admiración de ese o aquel otro clérigo anciano, una que otra atención esporádica a sus palabras, no han pasado de ser nostálgica reminiscencia de un pasado descascarado: una Habana en Chile.



¿Por qué tanta diferencia?



Cuba, el castro-guevarismo, la sangrienta revolución establecida como dictadura hace más de 54 años, se han ganado a pulso el repudio de la inmensa mayoría de los actores sociales y políticos del país.



Primero fue la grosera injerencia cubana en el Gobierno de la UP. Durante los mil días del desastre allendista hubo en Chile 5.291 cubanos residentes y el 88% de ellos figuró como personal Diplomático. Importantísimas figuras del accionar subversivo cubano estuvieron esos años en Chile: Manuel Piñeiro Losada, los hermanos de la Guardia Font, Luis Fernández de Oña...



En paralelo, decenas de miles de guerrilleros y terroristas, chilenos y extranjeros, fueron entrenados en las escuelas especiales establecidas en la isla y enviados a nuestro país. El listado completo está consignado en "La agresión del oso".



Después, durante todos los años del Gobierno militar, continuó sistemáticamente esa tarea de formación de cuadros militares subversivos para su reinserción en Chile. Se molestan algunos al leer esta afirmación, pero si recuerdan todo lo que ha revelado Pascal Allende sobre el tema en los últimos años, pueden calmar sus enojos. Bien sabe Guillermo Teillier, Jefe del aparato militar del PC en los 80, de dónde venía gran parte del soporte en armas, logística y entrenamiento de las fuerzas rodriguistas. La escuela militar Camilo Cienfuegos en Pinar del Río es un lugar de culto para esas gentes.



Finalmente, vinieron los primeros pasos de la democracia que el Presidente Pinochet entregó a Chile y, por cierto, Cuba no podía perder protagonismo en su afán por desestabilizar ese logro.



El asesinato de Jaime Guzmán, la liberación de la cárcel y la actual protección de sus ideólogos y ejecutores son hoy el tema de discusión, aunque la cuestión verse sólo sobre los detalles del cómo, ya que no cabe duda alguna del por qué la tiranía castrista se ha comportado así. No sabe hacer otra cosa para sobrevivir: su estilo de vida es un estilo de muerte.



Sorprendido se habrá vuelto Raúl, porque en este tema aún está sin lavar el cerebro de los chilenos.



Solicitud de extradición a Cuba: sólidos argumentos jurídicos.


En múltiples ocasiones y con diferentes argumentos, Argentina, Brasil y Cuba -para mencionar solo a algunos países de la región- han rechazado entregar a personas requeridas por la justicia en la investigación que se sigue por el asesinato del Senador Jaime Guzmán. Argentina, por ejemplo, se negó a entregar a Galvarino Apablaza, concediéndole asilo político después de que los Tribunales de Justicia de ese país habían otorgado la extradición. En el caso de Cuba, la Corte Suprema cursó en junio de 2011 la petición de extradición del ex frentista Alexis Soto Pastrián, quien se encuentra en ese país, pero las Autoridades de la isla ni siquiera se han dignado responder a esa solicitud. En este contexto, resultan comprensibles las insistentes y, según se ha visto, eficaces gestiones de la UDI ante La Moneda para que el Presidente Piñera planteara el tema al Jefe del Gobierno cubano, Raúl Castro.



Se dice que uno de los principales obstáculos que enfrentan las solicitudes de extradición es el régimen establecido en documentos como el denominado Código Bustamante, un tratado internacional del que Chile es parte junto a otros países americanos y que contiene normas sobre extradición. El Código, que surgió del Sexto Congreso Panamericano celebrado en Cuba en 1928 y está contenido en su documento final, el Tratado de La Habana, dispone que están excluidos de la extradición los delitos políticos y los delitos conexos con ellos, según calificación que se reserva el Estado al cual se solicita la entrega de la persona. Se dice incluso que no se dará curso a la solicitud si se prueba que la petición "se ha formulado de hecho con el fin de juzgar y castigar al acusado por un delito de carácter político".



Sin embargo, los países miembros de Naciones Unidas -como es el caso de Argentina y Chile- han suscrito una serie de instrumentos vinculantes que los comprometen a adoptar medidas concretas para el combate del terrorismo, con el fin de impedir que los autores de hechos delictivos graves se aprovechen de los resquicios que necesariamente produce la organización de los estados y el carácter territorial de su soberanía. El mismo Código Bustamante dispone, por su parte, que no se considerará delito político ni hecho conexo "el homicidio o asesinato del Jefe de un Estado contratante o de cualquier persona que en él ejerza Autoridad". Sobre esta base, al menos Cuba contaba con las disposiciones y argumentos Jurídicos necesarios para responder a las solicitudes del Estado chileno, más allá de cualquier sesgo ideológico.



Lo anterior muestra que la extradición o entrega de justiciables constituye en la práctica un buen indicador de la calidad del orden jurídico y político de un Estado. Pero, sobre todo, muestra cuál es realmente la consideración, más allá de cualquier retórica ocasional, que unos estados tienen hacia las instituciones de los otros.




UN VIDEO QUE DEMUESTRA LA INJUSTICIA QUE RIGE EN CHILE:

Marxistas cobardes agreden a valiente mujer pinochetista a vista y paciencia de una prensa sumiza al zurderio que simplemente ocultó el acto de brutalidad que comentamos y que sucedió en junio del año pasado a la salida del estreno del documental Pinochet... La Justicia y el Gobierno dejaron impune este atentado al Estado de Derecho, la democracia y a las libertades ciudadanas..