sábado, 31 de mayo de 2014

No Hay Mal Que Dure Cien Años, por Hermógenes Pérez de Arce.



A poco de asumir ya se avizoran las intenciones totalitarias y los resultados desastrosos que tendrán las políticas impulsadas por el Gobierno de Michelle Bachelet.






No Hay Mal Que Dure Cien Años,
por Hermógenes Pérez de Arce.


El peor de todos los males, el comunismo, duró setenta. Y en Chile sólo mil treinta y siete días, en su primera pasada. En la actual, si nada extraño sucede, va a durar en total mil cuatrocientos sesenta. Yo casi podría decir quién va a ser el próximo Presidente, y les garantizo que no va a ser comunista. Pero la mala noticia para él es que se va a tener que hacer cargo de un desastre.


Pues este Gobierno nos va a dejar más pobres, menos libres y peor educados. Más pobres, porque ya está haciendo todo lo necesario para disminuir el crecimiento, es decir, “la torta a repartir”. La misma ya crece menos, con sólo el anuncio de las medidas. Ya nadie habla del 5% y ni siquiera del 4% en 2014, como pronosticaban el año pasado, sino que los optimistas dicen 3,4% y los pesimistas menos de 3%.


Vamos a ser menos libres porque desde todos lados hay amenazas a la libertad de emprender. Y desde ya se está destruyendo metódicamente un sector en el cual ella ya estaba constreñida, pero permitía señalados éxitos, como el de la educación. La libertad de fundar universidades, consagrada, como tantas otras, por el Gobierno Militar, y que hizo posible acceder a la enseñanza superior a más de un millón de jóvenes chilenos que antes quedaban marginados de la misma, ha sido virtualmente suprimida debido a la persecución contra el lucro. Se ha dado la señal de que ningún emprendedor puede formar una universidad y hacer una ganancia. Cuando ello era posible, se crearon grandes universidades privadas con capitales nacionales y extranjeros. Ahora estos últimos hacen empeños por escapar del país y rescatar algo de lo que invirtieron en él, pero sufriendo enormes pérdidas. La industria universitaria privada completa está en jaque.


Y la persecución contra el lucro en la enseñanza particular subvencionada está ya haciendo huir de ella a muchos emprendedores. ¿Alguien cree que cerrando colegios particulares, a los cuales los padres, que no son nada de tontos, estaban llevando a sus hijos aunque tuvieran que pagar, en lugar de llevarlos a la enseñanza Estatal gratuita, va a mejorar la educación? Nadie. Y entonces ¿por qué se hace? ¡Porque está en curso una revolución comunista, conducida por un Ministro ex miembro de las JJ. CC., que no entiende nada de educación pero sí de revolución! ¿Alguien cree que sin copago los alumnos van a aprender más? ¡Por favor! Este es un tema político-ideológico.


¿Y alguien cree que en un colegio cuyos alumnos no han sido seleccionados, sino ingresados a través de una tómbola, ellos van a aprender más que cuando había selección, si sigue habiendo los mismos profesores?


En síntesis, ninguna de las medidas impulsadas por el Ministro ex JJ. CC. y no-experto en educación conduce a mejorar la enseñanza, y todas a consumar la revolución. Luego, lo que rinda la Reforma Tributaria, en la parte que irá a educación (si es que aquélla rinde algo, porque va a castigar el crecimiento y, por tanto, también la recaudación) contribuirá en nada a mejorar el aprendizaje. Será plata botada a la calle. Mejor dicho, más plata botada a la calle.


Porque anoche me enteré en Teletrece que ya el Fisco ha gastado en el Transantiago diez mil millones de dólares, desde que Michelle Bachelet 1.0 le dio el “vamos” en 2006 y reemplazó a un sistema privado que dejaba excedentes y trasladaba mejor a la gente por otro peor y que arroja gigantescas pérdidas. Con la suma de ellas se podría haber dotado de buses de lujo, silenciosos y con televisión en colores a los trece mil dueños de micros amarillas y haberles construido autopistas exclusivas, para que no hicieran tacos y los pasajeros demoraran menos. Pero se ha gastado esa enorme suma en un plan socialista que empeora el servicio. Y no hay visos de que la hemorragia pueda detenerse, pues se anuncia que se destinará otros mil y tantos millones de dólares adicionales para tratar de mejorar el engendro. En el mismo noticiero los pasajeros le ponían nota 3 o 4 al Transantiago, igual o menos que a las antiguas micros amarillas.


Todo esto es un  desastre, y hay muchos otros en preparación o en curso. La mala noticia es que nos faltan 1.373 días de despropósitos. Se nos van a hacer muy largos, pero no hay mal que dure cien años: la gran ventaja de los Gobiernos cortos es que, cuando son tan malos como éste, desde su inicio se puede divisar la luz al final del túnel.

miércoles, 28 de mayo de 2014

¿Ministerio del Pan?, por Hermógenes Pérez de Arce.






¿Ministerio del Pan?,
por Hermógenes Pérez de Arce.


          Si sube el precio de la energía eléctrica, el del trigo y consiguientemente el de la harina, y también el salario de los trabajadores, es consecuencia natural de todo ello que suba el precio del pan.


          La industria del pan es muy competitiva, porque hay miles de panaderías, cualquiera puede hacer pan en su casa y, además, desde tiempos bíblicos sabemos que “no sólo de pan vive el hombre”, de modo que es un bien con muchos sustitutos.


          Por consiguiente, nada justifica controlar su precio. Pero ya el Sernac está metiendo las narices en ese mercado. Sólo a un Gobierno ignorante de las realidades económicas y de la naturaleza humana se le ocurre intervenirlo. Precisamente por eso el de la UP lo hizo y, adivine usted (que tiene el cerebro lavado y no sabe o no recuerda cómo fue la UP) qué pasó: escaseó el pan. No había marraquetas ni hallullas normales, sino un sucedáneo extraño, de color marrón, si bien bastante digestivo, que la UP insistía en que era pan, pero muchos aseveraban que era plástico. Pero a “precio oficial”. Lo tragábamos con chancho chino.


          Cuando Chile fue liberado (justo a tiempo) del yugo marxista el 11 de septiembre de 1973 y se consagró, entre muchas libertades que habían sido coartadas, la de precios, las realidades económicas se manifestaron en plenitud y la inflación se disparó a más de dos mil por ciento al año. Pero los industriales panificadores volvieron a fabricar marraquetas y hallullas de pan blanco y una gran variedad de productos diferenciados. El pan estaba más caro, por supuesto. Los Gobernantes militares se preocuparon ante el alza y no estaban muy seguros de que la receta liberal de los Chicago Boys fuera buena. Un día me convocaron ad honorem, como se usaba entonces, al Edificio Diego Portales, a explicarle a un auditorio lleno de dirigentes de empleados y obreros por qué era  buena la libertad de precios. Me dijeron que, siendo yo un divulgador de los consejos de Milton Friedman, seguramente los iba a poder convencer. Durante casi una hora desplegué mis mejores esfuerzos dialécticos justificando los precios libres y al final, seguro de que los habían convencido, ofrecí la palabra para que me hicieran preguntas. Una de las primeras manos que se levantó fue la de un dirigente obrero de San Miguel que me dijo más o menos lo siguiente:


          “Muy interesante lo que usted nos ha explicado, pero dígame una cosa ¿cuándo van a fijar el precio del pan para poner término a las alzas escandalosas que ha venido teniendo?”


          Ahí supe que había estado “arando en el mar”, como decía Bolívar. Pero el Gobierno Militar mantuvo la libertad de precios y el resultado fue que, transcurrido poco tiempo, disminuyó mucho el consumo de pan y los propios panificadores se dieron cuenta de que no podían subirlo cuanto quisieran. Al final el libre mercado los hizo entrar en razón y el pan volvió a consumirse en los altos niveles de siempre.


          De modo que durante los cuarenta años siguientes subió y bajó, pero no hubo “problema del pan”. Tanto que el recordado economista Álvaro Bardón acuñó su famosa pregunta y no menos famosa respuesta: “¿Saben ustedes por qué no hay un ‘problema del pan’? Porque no hay un Ministerio del Pan.”


          Pero ahora está comenzando a haber un “problema del pan”.  Es que tenemos un Gobierno cada vez más parecido al de la UP. El Estado vuelve a estar en todo. Cambiará desde la Constitución para abajo: el “modelo”, la educación, el sistema electoral, el régimen de las aguas, la salud, la previsión, los impuestos. Va a haber cada vez más Estado. Si antes uno trabajaba cada año sólo hasta abril (gracias al FUT) para el Estado, ahora que éste se termina deberá hacerlo hasta agosto. Si lo hiciéramos todo el año seríamos simplemente esclavos. Entonces vamos a ser dos tercios esclavos en lugar de sólo un tercio, como hoy. Lo cual no sería nada si el Estado solucionara los problemas, pero sabemos que el Estado ES el problema. Si no lo creen, pregunten en la CONADI, otro lugar donde eso ha quedado probado en estos días.


          ¿Cuánto van a demorar en crear un Ministerio del Pan? Acepto pronósticos.


Tomado de http://blogdehermogenes.blogspot.com/

martes, 27 de mayo de 2014

11 de Septiembre de 1973, un documento histórico imperdible…






Radio Agricultura - 11 de Septiembre de 1973.


LP "11 de Septiembre", con emisiones de ese día histórico en que la historia de Chile cambió para siempre, según la visión de Radio Agricultura.



Dicho LP era transmitido sagradamente todos los 11 de septiembre a través de las ondas de Radio Agricultura y sus señales a lo largo de Chile entre 1974 y 1991.



En memoria de Hernán Vásquez (Q.E.P.D.), quien digitalizó y facilitó este archivo hace varios años, y de Gabriel "Gabito" Hernández (Q.E.P.D.), cuya voz en off suena en la narración de este LP.