sábado, 29 de diciembre de 2012

2012: otro año negro para la Justicia…







2012: otro año negro para la Justicia…



Se va otro año que consideramos negro para la Justicia chilena, los delincuentes obtienen todos los beneficios de leyes garantistas mientras las víctimas son abandonadas a sus suerte por el Estado, aunque haya aumentado la cantidad de prisioneros, la sociedad siente que existe una total impunidad para quienes traspasan el umbral de las leyes.



El terrorismo parece campear en el país, especialmente en La Araucanía y en la Región de Biobío, nos parece que las señales que están dando nuestros Tribunales son equívocas, las agresiones a Carabineros, a esforzados agricultores y a la comunidad completa parecen no tener sanciones y cuando las hay, estas son relajadas como resultado de la presión de grupúsculos y de ONGs internacionales.



En Santiago hemos sido testigos, lo que ha dejado al país estupefacto, de la forma en que los Tribunales no sancionan como delito terrorista la colocación de bombas y de la manera irresponsable con que se deja a estos sujetos en libertad, todavía esta en la retina de los chilenos la fuga de Hans Niemeyer tras obtener una desaprensiva detención domiciliaria.



Por 23 años consecutivos hemos sido testigos de una Justicia comprometida con la vendetta marxista contra los ex uniformados que tuvieron la obligación de combatir el flagelo terrorista, para estos ex funcionarios del Estado no existe la Justicia, se les ha procesado en juicios prevaricados y por Jueces que han antepuesto su ideología al derecho, mientras el Gobierno se hace cómplice al negarles los derechos intrapenitenciarios.



Esperamos que el año 2013 llegue con una impronta diferente, que los delincuentes que acosan a los chilenos y los terroristas queden a buen recaudo en las prisiones destinadas a los transgresores, y que junto a esto, nuestros uniformados dejen de estar sometidos a una Justicia roja que les mantiene injustamente privados de libertad y sin los derechos que benefician a todo el pueblo.

domingo, 23 de diciembre de 2012

La Última Vuelta de Tuerca del Desvarío, por Hermógenes Pérez de Arce.








La Última Vuelta de Tuerca del Desvarío,
por Hermógenes Pérez de Arce.



El "Manifiesto Ante el Desvarío" del ex marino y abogado Adolfo Paul Latorre resume la angustia de todo un sector de la nacionalidad que ha visto derrumbarse uno a uno sus valores básicos. Cuando ya creíamos que nada peor podía verse, nos encontramos hoy con un suelto de crónica de "El Mercurio" que nos anuncia que ¡el Gobierno! se querella ¡por "homicido calificado"! contra varios uniformados (r) por la muerte de Miguel Enríquez, máximo Jefe del MIR, el 3 de octubre de 1974.




Con esto, ya Sebastián Piñera superará a Patricio Aylwin, en materia de vuelta de carnero frente al extremismo, lo que no era fácil de lograr. Bueno, ambos nacieron políticamente en la DC, especialista en tales acrobacias.



En los desesperados días de 1973, cuando era inminente el golpe totalitario, todos los demócratas clamaban por que los uniformados usaran sus armas. "Ustedes tienen las bayonetas, pero no las usan", le decía Frei Montalva a un General, y añadía: "Esto se arregla sólo con fusiles". Aylwin, el 11 de julio de 1973, en discurso en el Senado, llamaba a los militares a "poner término" a la situación existente. Todos sabíamos que se nos venía encima el régimen totalitario o, en el mejor de los casos, una sangrienta guerra civil. Los obispos advertían acerca de su inminencia.



En ese tiempo, la mayor amenaza la constituía la más fuerte de las organizaciones armadas ilegales encubiertas por el Gobierno de Salvador Allende: el MIR. Una asociación ilícita terrorista formada con el explícito fin de tomarse el poder por las armas. Cuando un regimiento se alzó el 29 de junio de 1973 por su cuenta, el Ministro del Interior, Carlos Prats, que ya en Moscú había prometido que, en caso de un alzamiento opositor, el Ejército entregaría armas al MIR, pedía telefónicamente a Andrés Pascal Allende, Jefe mirista y sobrino del Presidente, que usara sus armas contra los amotinados.



 Después del 11 de septiembre la mayor amenaza contra la paz interna la representaba entonces el MIR. Éste estaba lejos de haber sido erradicado. Jóvenes oficiales asignados a la función de inteligencia trataban de averiguar los escondites de sus principales Jefes. Los mismos seguían cometiendo crímenes y perpetrando atentados. En un asalto a una oficina del Banco de Chile un heroico Agente, amenazado de muerte por Miguel Enríquez para que entregara las llaves de la caja fuerte, le había propinado a éste un golpe de puño tan eficaz que lo había derribado y dejado groggy. Enríquez les ordenó a sus secuaces matar al Agente, y lo llenaron de balas, pero éste sobrevivió y su heroísmo frustró el asalto al banco.



Un metódico Teniente, de nombre Miguel Krassnoff, durante 1974 reunió antecedentes hasta identificar una casa donde se ocultaba el cabecilla del MIR. Llegó a ella desprevenidamente, pero fue recibido con una lluvia de balas, de la cual lo salvó un Suboficial de carabineros que oyó amartillar los fusiles en el interior y empujó a Krassnoff a un lado. Éste pidió refuerzos, que llegaron, y gracias a los mismos se pudo enfrentar a los terroristas. Al cabo del combate, Enríquez resultó muerto. El Agente del banco al cual él había ordenado matar, sobrevivió, en cambio, aunque recibió numerosos balazos.



Bueno, los años han transcurrido, se ha cambiado la historia, los terroristas derrotados se han travestido de demócratas, se han apoderado del Poder Judicial y hasta ¡cuentan con el apoyo del Gobierno "de centro derecha"! ("risas en tribunas y galerías"). Y le ha correspondido a un Ministro del Interior que otrora fuera uno de los jóvenes UDI favoritos de Pinochet, Andrés Chadwick, promover ahora la "última vuelta de tuerca del desvarío". En efecto, el "Programa de Derechos Humanos" (léase "Programa de Persecución contra Militares") de Interior ha interpuesto querella por el "homicido calificado" de Miguel Enríquez. Más años de condena, que ya suman cadena perpetua y más, contra los militares que salvaron a Chile del terrorismo.



Las voces de los Frei Montalva y Aylwin Azócar, agradecidos en 1973 y 1974 y proclamando que los militares habían salvado a Chile, han sido ahogadas por la polvareda política. Los DC se cambiaron de bando una vez más y ahora castigan a los soldados a quienes otrora convocaron a combatir a los extremistas, mientras protegen e indemnizan a éstos.



La historia y la Justicia están en manos de la izquierda. El MIR devino "empresa", según dictamen de la Contraloría, tras haber sido asociación ilícita terrorista; sus caídos en la lucha subversiva ahora pasan a ser víctimas de "homicidio calificado", cuando fueron ellos quienes abrieron fuego contra las fuerzas armadas y éste les fue respondido.



Y la gran ironía es que el Gobierno "de centroderecha", cuyos hombres hicieron fortuna bajo el Gobierno Militar y colaboraron con éste, encabezan ahora la persecución contra los uniformados a los cuales Frei, Aylwin y, desde luego, toda la centroderecha, convocaron en 1973 y aplaudieron por lo que hicieron.



Este nuevo proceso se inserta en la etapa iniciada por el comunismo con su reciente querella contra todos, incluidos civiles, quienes apoyaron el Pronunciamiento. Es la última vuelta de tuerca del desvarío que ha pasado por sobre la historia, la verdad, la moral, el derecho y los hechos. Es el Chile de hoy, el de la falsificación histórica, del engaño, del atropello del derecho. El Chile que premió al terrorismo y castigó a quienes lo derrotaron. Un país irreconocible, en el cual cada día aporta un dato nuevo para concluir que ha perdido la razón.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Y la noche negra terminó…hace 39 años…




Y la noche negra terminó…hace 39 años…


Así es, esa noche negra que amenazaba a los chilenos con paredones al estilo cubano o con guerras civiles como las promovidas por quienes sustentaban al Gobierno de Allende desde el extranjero en Vietnam o en Camboya, terminó con el amanecer del 11 de septiembre de 1973.



Es cierto que siguió la lucha contra los grupos armados del allendismo, pero, fueron luchas focalizadas que ocurrían mientras el pueblo, término que volvía a incluir a todos nuestros compatriotas, todos, como uno solo, volvimos al trabajo de hacer grande al país.



Sin duda fueron años difíciles, hubo de comenzarse de nuevo con la construcción de la Nación que había sido sencillamente arrasada, levantar una nueva institucionalidad, reconstruir las amistades cívicas destruídas  por las odiosidades.



Aunque algunos quieran vestirse con el ropaje de las obras del Gobierno de la Fuerzas Armadas y de Orden, encabezadas por el General Augusto Pinochet Ugarte y la Junta de Gobierno, la situación actual del país se debe exclusivamente a esa administración y al pueblo chileno.



Los que vivimos los tiempos de Allende, los que vimos como el país se dislocaba, los que fuimos testigos de la siniestra siembra de odios, los que pasamos hambre junto a nuestros hijos, simplemente somos agradecidos de Pinochet, de la Junta y de todos los que se la jugaron contra la tiranía.



Ni siquiera intentaremos hacer un recuento de la gigantesca obra de los 17 años del Gobierno de Pinochet, solamente intentamos bosquejar lo que sentimos la mayoría de los chilenos cuando supimos que las FFAA habían puesto fin al siniestro Gobierno de Allende.



Los chilenos llamamos a los uniformados a poner fin a un camino de una sola vía que conducía a una dictadura roja, trabajamos y apoyamos al Gobierno Militar, cuando las cosas se pusieron malas la mayoría optó por mirar para otro lado abandonándoles a la venganza marxista.



Desde esta modesta tribuna demandamos, una vez más la liberación de nuestros Libertadores, pues resulta intolerable la persecución a la que son sometidos, con juicios manipulados, testigos falsos y condenas emitidas sin pruebas y solo por venganza.


Viva septiembre…Viva Chile.



Compatriotas, ejercitemos la memoria...

(Mario Montes, Director de 
Diario Reacción Chilena)



Compatriotas, ejercitemos la memoria,
por Mario Montes.


Corrían los primeros días de septiembre de 1973, los chilenos se pasaban el día haciendo oprobiosas colas para conseguir algo con que alimentar a sus hijos, el Presidente Salvador Allende anunciaba que solamente quedaba harina para dos días, la desesperación tenía al país paralizado, la violencia se encontraba desatada, la Justicia era impotente ante los embates del Gobierno que le impedía cumplir con sus funciones.



Las instituciones estaban dislocadas, el Congreso, la Corte Suprema y la Contraloría llamaban a la Administración marxista a respetar la Legislación y la Constitución, los grupos armados ilegales campeaban por sus fueros, las empresas estaban mayoritariamente en el “área social, desde donde se  fabricaba un mercado negro maneja por los interventores y el sistema estatal de distribución que intentaban doblegar al pueblo por el hambre.



Los chilenos, mayoritariamente demócratas, rogaban por una salida que pusiera fin el grotesco experimento socialista, al que el Mandatario había bautizado como con “sabor a vino tiento y empanadas”, que era ni más ni menos que un camino diferente para instaurar una tiranía de corte castrista, a imitación de la dictadura cubana o del colectivismo pregonado desde la desaparecida Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas.



Las Fuerzas Armadas y de Orden estaban tranquilas en sus cuarteles, la ciudadanía perseguía  a los uniformados arrojándoles maíz, como una manera de incentivarlos a tomar acciones que pusieran fin a la tortura que vivíamos, los Altos Mandos de estas instituciones estaban siendo utilizadas por el Gobierno allendista para reprimir a quienes osaban oponerse a los designios de una revolución que calificaban de irreversible.



Allende había  hecho lo más inesperado,  politizando a las FFAA había convocado a altos Jefes de las instituciones Castrenses a cargos Ministeriales intentando neutralizar a las Fuerzas Armadas y de orden  mientras ganaba tiempo para la realización de un autogolpe que terminara con la institucionalidad “burguesa”, terminando con las trabas que le imponía la Carta Fundamental para concretar los siniestros planes que tenía para nuestra Patria.



Fueron mil días de terror e incertidumbre para millones de chilenos que eran inconsultos testigos de la manera en que se degradaban nuestras libertades y se instauraba un sistema totalitario, que a fuerza de amenazas, violencia e ilegalidades tomaba forma según dictaban los “asesores” cubanos y soviéticos que se encontraban tras todas las determinaciones que se tomaban en La Moneda destinadas a subyugar a los chilenos.