domingo, 23 de marzo de 2014

¿Señal de "Buen Corazón"?, por Hermógenes Pérez de Arce.



Nótese en la imagen las banderas del partido comunista y de la CUT, además de carteles injuriosos, como una muestra clara de odio a Chile observe una bandera chilena, adherida al portón del Penal Cordillera, puesta al revés en señal de desprecio a nuestra Patria.




¿Señal de "Buen Corazón"?,
por Hermógenes Pérez de Arce.


            Veo un mal futuro para Chile. Todo lo que se está proyectando va dirigido a demoler lo bueno que queda del modelo que se construyó bajo el Gobierno que “le cambió el chip al país”, hoy innombrable hasta en las Declaraciones de Principios de los partidos que lo apoyaron. Ese modelo fue posteriormente preservado por casi un cuarto de siglo con sólo daños secundarios, algunos “rayones en la pintura”. Y ése fue el verdadero “milagro chileno”: que los izquierdistas no lo echaran todo a perder durante casi un cuarto de siglo. Pero ahora está en curso una revolución de izquierda que, como todas las de esa índole, pretende cambiar el modelo por completo, cosa que traerá consigo mucho retraso y sufrimiento.


            Pues “la calle”, es decir, una masa primitiva e ignorante, está al mando. A su turno, las élites están ciegas o confundidas. Terriblemente confundidas. El otro día leí con interés en “La Tercera” una entrevista a un escritor e intelectual habitualmente lúcido, Arturo Fontaine Talavera, describiendo el tránsito de Chile hacia la izquierda y haciendo una afirmación inaudita: tras recordársele que alguna vez él había declarado que Sebastián Piñera era muy inteligente, pero debía demostrar que tenía corazón, se le pregunta si ahora ha demostrado que lo tiene, y contesta que sí, “con los derechos humanos, al hablar con ocasión de los 40 años del Golpe y al cerrar el Penal Cordillera”.


            Es decir, la jugada política fría, despiadada y cruel del ex Presidente, en el curso de la cual traicionó la palabra empeñada, falsificó la historia, denostó a quienes lo llevaron al poder y castigó y vejó a militares ancianos y enfermos (al costo del suicidio de uno y la muerte del más enfermo de todos), es descrita por este intelectual como prueba de que aquél “tiene corazón”. ¿Es que está la élite aún más ciega que “la calle”?


            Pues nadie tiene menos corazón que quien abusa para propio beneficio (remontar en las encuestas) a expensas de los más débiles de nuestra sociedad, como sabidamente lo son los soldados del ’73.


El abogado Adolfo Paúl Latorre, que ha escrito un libro sobre los atropellos al derecho cometidos por los Jueces contra esos desventurados, me ha informado de algo que ellos mismos le revelaron: uno de los Ministros sumariantes que los procesan ilegalmente les dijo con crudeza: “Ustedes no tienen cómo zafar, porque están solos, no los apoya nadie, ni los activos, ni los retirados, ni los políticos, ni los empresarios, ni las iglesias, ni nadie en Chile ni en el extranjero”. La verdad en toda su crudeza. El Chile de hoy.


Desde luego, se ve que ese Ministro conoce a la Justicia chilena, ésa que va a “cenas republicanas” bien servidas, en las cuales se hace un elevado recuento y elogio, sin el menor ánimo de rectificación, de las (malas) prácticas políticas y Judiciales imperantes, muchas de ellas inconstitucionales, por cierto.


Se ha perdido tanto el sentido de la más elemental decencia y compasión que Teletrece ha exhibido tres veces el penoso y vejatorio traslado a un presidio peor de las desventuradas víctimas de la traición oficial. Familiares de éstas protestan en cartas al diario por la reiteración del vejamen. Pues les resulta doloroso el espectáculo de sus deudos, personas ancianas, algunas de ellas con dificultades para desplazarse (que en cualquier país civilizado habrían obtenido su libertad por razones de edad o salud) siendo sacadas del Penal Cordillera bajo las piedras e insultos de los comunistas oportunamente avisados para funarlos; y luego encerrados en un presidio bajo peores condiciones.


El diario digital “Chile Informa” ha revelado que esa filmación fue obra del Gobierno de Piñera y no del Canal 13 que la exhibió, la voz de cuyo locutor fue posteriormente incorporada para presentar la pieza propagandística destinada a asegurar al calculador político, al inspirador de todo, mejoría en las encuestas gracias a la adhesión de los portaestandartes del odio, los adherentes del partido rojo (cuyo emblema de la hoz y el martillo Gendarmería, debidamente autorizada, naturalmente, admitió que se izara en el portón del Penal cuando salían los vehículos trasladando a los desventurados).


¿Qué se puede esperar de un país en que hasta las mentes más lúcidas confunden la perfidia y el cálculo con el buen corazón? ¿Y en que todo el mundo permanece impasible cuando se hace escarnio de la Ley, la Justicia y la compasión?
 

domingo, 16 de marzo de 2014

La Derecha de Groucho Marx, por Hermógenes Pérez de Arce.



Jaime Guzmán y el General Augusto Pinochet, ambos traicionados por una derecha sin valores, cobarde, que solo busca poder, aunque para ello deba dejar de lado la verdad y sus ideas fundacionales.




La Derecha de Groucho Marx,
por Hermógenes Pérez de Arce.


El candidato supuestamente situado más a la derecha en la competencia para presidir la UDI, Ernesto Silva, ha declarado (“La Tercera”, 16.03.14, p. 3) que revisará la declaración de principios del partido, en particular el punto referido al Pronunciamiento Militar. En su texto actual éste “destaca el patriotismo y espíritu de servicio de las Fuerzas Armadas y de Orden … incluida su acción libertadora del 11 de septiembre de 1973, que salvó al país de la inminente amenaza de un totalitarismo irreversible y de la dominación extranjera, culminando así una valiente resistencia civil y recogiendo un clamor popular abrumadoramente mayoritario”. El sello de la retórica de Jaime Guzmán sentado frente a su máquina de escribir ante una ventana que daba a la plaza Las Lilas está impreso en ese párrafo, que por lo demás expresa verdades históricas irrefutables.


Pero, ustedes saben, ni la más irrefutable de las verdades históricas resiste el martilleo de una mentira mil veces repetida, que, como enseñara Goebbels a los totalitarios de todos los tiempos, indefectiblemente pasa a ser verdad. En Chile el Presidente elegido con el apoyo de la UDI en 2009 se convirtió en septiembre pasado en estación repetidora de las  mentiras mil veces proclamadas de la izquierda acerca del Pronunciamiento Militar. Implícitamente imprimió un sello delictivo al mismo, al declarar que quienes lo apoyaron fueron “cómplices pasivos” de actos supuestamente repudiables. Así Piñera se hizo, por su parte, cómplice activo de la campaña de mentiras históricas de la izquierda, que ha sido de una efectividad devastadora y ha travestido a los agresores en agredidos, a los totalitarios en demócratas y a los victimarios en víctimas.


Confirmando el postulado goebbeliano, la mentira ha pasado a ser verdad y entonces la UDI se encuentra incómoda, porque sus cerebros lavados (dirigentes y militantes) han pasado a creer que ella es como la cuentan la Nueva Mayoría y Piñera y no como la versión que escribió su fundador, Jaime Guzmán.


Para ejemplificar mejor el proceso que ha tenido lugar en nuestro país, nada sirve tanto como la interminable teleserie de mentiras históricas titulada “Archivos del Cardenal”, que, para comenzar, no son “del Cardenal” (Silva Henríquez), que no llevaba ningún archivo, sino del archivero de la Vicaría de la Solidaridad, José Manuel Parada. Éste era militante comunista y alto jefe del grupo terrorista de la colectividad, el FPMR. Así lo prueba el testimonio de Alfredo Malbrich, quien reveló en declaración publicada en “El Mercurio” de 28.08.86, p. A1, haber sido reclutado para el FPMR por Parada cuando la Vicaría interpuso un recurso de amparo en su favor tras ser detenido el 1° de mayo de 1979 en desórdenes callejeros, recurso gracias al cual fue liberado (lo que de paso desmiente otra mentira histórica, la de que en ese tiempo los Tribunales no acogían recursos de amparo). Pero, claro, un canal de TV dedicado a difundir mentiras históricas sabe que no es políticamente rentable titular una teleserie como “Los Archivos de Un Jefe Guerrillero Camuflado como Archivero en la Vicaría”.


En fin, los cerebros lavados por las campañas de mentiras de Piñera y la Nueva Mayoría, que son casi todos, lamentablemente incluyen a los de los directivos de la UDI, que consideran entonces indispensable “adaptar” los principios de la colectividad a estas “nuevas verdades” goebbelianas mil veces repetidas. Así nuestra derecha hace recordar al inolvidable Groucho Marx, una de cuyas citas emblemáticas era: “Estos son mis principios; pero si no le agradan, tengo otros”.


Anteayer un distinguido académico y escritor chileno residente en Australia, Claudio Véliz, autor del exitoso libro que contrasta al exitoso “zorro gótico” con el “erizo hispano”, me escribió diciéndome lo espantado que estaba de lo que le sucede a la derecha chilena, y me hacía ver la necesidad de fundar en Chile un nuevo Partido Conservador, en vista de las defecciones políticas de RN y la UDI. Efectivamente, “hay que” refundar un Partido Conservador. Pero éste es el país del “hay que”. Los poquísimos que todavía tenemos claras ideas de derecha y no hemos renunciado a defender la verdad histórica carecemos del dinamismo en la acción y de los recursos cuantiosos de otros grupos dedicados, por ejemplo, al culto de la personalidad de algún audaz caudillo populista. Y a quienes sospechen que me estoy refiriendo de una manera oblicua a “Amplitud” les respondo enfáticamente que tienen toda la razón.


Alguna vez la derecha tuvo menos votos y Parlamentarios que ahora, pero nunca había tenido menos convicciones propias ni más vocación por abrazar las versiones de sus adversarios. Tal vez algunos repliquen que es la única manera de recuperar las votaciones perdidas. Pero si para lograrlo hay que renunciar al propio ideario y plegarse a la desfiguración histórica, es preferible dejar esa tarea a gente sin escrúpulos y permanecer en una honesta condición minoritaria, sin otro bagaje que el de los principios y la verdad y en la confianza de que tarde o temprano los unos y la otra van a prevalecer.
 

lunes, 3 de marzo de 2014

¡Al Fin Chile Está Plenamente Reconciliado!, por Hermógenes Pérez de Arce.



“Procesos Sobre Violación de Derechos Humanos: Inconstitucionalidades, Arbitrariedades e Ilegalidades”, de Adolfo Paúl Latorre, un libro que vale la pena leer para saber la verdad sobre nuestra in-Justicia.







¡Al Fin Chile Está Plenamente Reconciliado!,
por Hermógenes Pérez de Arce.


                El libro más importante del año pasado, “Procesos Sobre Violación de Derechos Humanos: Inconstitucionalidades, Arbitrariedades e Ilegalidades”, del abogado y marino (r) Adolfo Paúl Latorre, agotó su primera edición de mil ejemplares, lo que dará lugar al lanzamiento de la segunda esta semana, en medio del temor de que la izquierda se dé cuenta y “fune” el acto, obligándonos a los asistentes a salir del local (cuya ubicación no daré, por el peligro que ello implica para los que concurran) en medio de la protección policial y bajo piedrazos, salivazos, empujones y golpes de las brigadas marxistas, como ha sucedido otras veces en que el minúsculo grupo de los casi inexistentes actuales partidarios del Gobierno Militar ha querido reunirse públicamente. Pues Chile está casi unánime y completamente reconciliado en la idea de condenar a ese Gobierno y no admitir que su recuerdo sea defendido por nadie. Incluso hay una moción de ley para tipificar como delito semejante conducta y es seguro que la Nueva Mayoría del Congreso pronto lo aprobará. El propio libro que he calificado de tan importante no ha tenido casi publicidad, pues de él apareció un solo comentario, en “El Mercurio”, expresando que estaba destinado a no ser leído por nadie. De modo que yo, es decir, nadie, lo estoy leyendo.

            Entonces, supongo que está claro por qué Chile está reconciliado, pero añadiré otras explicaciones "a mayor abundamiento”. En una frase, lo está porque todos aquellos cuya opinión tiene alguna significación han llegado a opinar lo mismo que la izquierda sobre el pasado histórico que en algún momento anterior nos dividió. Puede quedar todavía alguien, como el autor de este blog, que opine distinto, pero, como me dijera en un foro de televisión con tanta gracia el director de “The Clinic”, Patricio Fernández, soy un personaje insignificante, digno de figurar sólo en un insectario que contenga bichos prehistóricos raros, sin ninguna relevancia presente.

Bueno, en el curso de mi lectura a marchas forzadas del libro, antes del lanzamiento de su segunda edición (no es tarea breve, pues ésta tiene 718 páginas, es decir, 82 más que la primera) cada vez me sorprendo más, y en particular me ha llamado la atención el capítulo 9 y su párrafo “Algunas miradas sobre la reconciliación”, donde se cita extensamente otro libro, lanzado el año pasado por el senador Hernán Larraín Fernández y el ex senador Ricardo Núñez Muñoz, ambos completamente reconciliados entre sí y que piensan lo mismo, es decir, condenan al Gobierno Militar: Larraín, porque se ha declarado arrepentido de haberlo apoyado y ha pedido público perdón por esa grave falta (que en breve puede constituir delito); y Núñez, que ha sintetizado su pensamiento en la siguiente frase para el bronce del “Hall of Fame” de las reconciliaciones: “Mientras haya algunos que justifiquen el Golpe, la reconciliación no se hace posible”.

            Pero, de hecho, ya nadie “justifica el Golpe”. Ninguna entre las “Voces de la Reconciliación” citadas en el libro de Larraín-Núñez lo hace. La que llega más lejos es la del diputado chileno-sueco Mauricio Rojas, que hoy se declara “más que arrepentido” de haber formado parte de un grupo extremista armado de izquierda, durante la UP, pero no por eso deja de condenar al régimen que la derrocó.

            Más aún, los que fueran baluartes del Gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden ya lo han condenado explícitamente. “El Mercurio”, uno de ellos, ha pasado a opinar oficialmente así, en su primer editorial de 1° de julio de 2012: “El Gobierno Militar cometió las violaciones de los derechos humanos que el Informe Rettig estableció como verdad consensuada”.

            Y nada menos que el propio Comandante en Jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, declaró el 10 de diciembre de 2004: “El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le caben en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables el pasado”.

            ¿Qué más reconocimiento quieren? ¿No les basta con la condena de “El Mercurio” al Gobierno Militar ni con la rendición incondicional del Ejército? ¿No se cumple así la exigencia de repudio de Núñez, o la que posteriormente hizo el prohombre socialista Ricardo Solari (“La Segunda”, 29.08.13) de “un repudio generalizado, y sólo entonces la sociedad mirará ese período con otra perspectiva”.

            Bueno, el “repudio generalizado” ya se ha producido. El o los disidentes que pueda todavía haber están clavados en un insectario, completamente inermes e inanes. Todo el país está de acuerdo, ha elegido un gobierno que está de acuerdo y también el gobierno saliente de Piñera está de acuerdo, como lo manifestó al encabezar el repudio al Pronunciamiento con motivo de su 40° aniversario.

            ¡Chile entero condena al Gobierno Militar! Entonces, es hoy un país cabal, completa y totalmente reconciliado. ¿Qué más se podría pedir? Y, sin embargo, hay gente que todavía no está satisfecha. Vaya uno a entenderla. ¿O querrá que se destruyan hasta los insectarios?