Ustedes
ni se imaginan
Autor:
Un grupo de camaradas procesados.
(Sugerimos
leer este artículo lentamente)
Ustedes
ni se imaginan ¡Vieran ustedes cómo han reclamado y siguen
reclamando los candidatos y dirigentes de la llamada centro derecha!
Desde que los militares retirados resolvieron castigarlos restando
sus votos a sus pretensiones, han reclamado, ya por más de siete
años. Y todavía, la gran mayoría de ellos - salvo contadas
excepciones - siguen convencidos que ellos son la solución para
nuestro calvario, e insisten en que los apoyemos, ofreciendo hoy
migajas que se les caen de la mesa. No señores; Uds. ni se imaginan
por lo hemos pasado y lo que hoy seguimos sufriendo.
Uds.
no se imaginan lo que se siente cuando por vez primera llega a la
casa una patrulla de la PDI, toca la puerta y entrega una citación
para concurrir a declarar en la Brigada Investigadora de delitos
contra los derechos humanos. Uds. no se imaginan la tensión que se
instala en el citado y en toda su familia, en espera del día en que
deba concurrir.
Muchas
veces pasan varios días, semanas incluso, antes de que llegue el
momento de presentarse en la casona de calle Condell o en una unidad
policial de cualquier parte del país. Uds. no se imaginan todo lo
que pasa por la cabeza en los minutos u horas previas al inicio del
interrogatorio mientras se espera en la salita del ingreso.
El
siniestro cuartel de Av. Condell
Uds.
no conocen el laberinto de ése lugar y la frialdad de los
detectives. Uds. no se imaginan cómo en la medida que avanza el
interrogatorio se va descubriendo aquello que le había devanado los
sesos por largos días e insomnes noches. Uds. no se imaginan lo que
se sorprende uno cuando al fin aparece entre las preguntas del
detective, la razón del por qué uno está allí. Uds. no sospechan
lo que se devela cuando uno cae en la cuenta de qué se trata. Uds.
no se imaginan que tras la aparente inocuidad de las preguntas, se
esconde la perversión de una persecución implacable.
Entonces
empiezan a caer en la cuenta que ingresaron al circuito de la
justicia tuerta. Y recuerdan lo que les dijo el abogado que
consultaron. “No debiera pasarte nada…” Uds. no sospechan lo
que es sentirse en la indefensión más absoluta y en la casi certeza
que si está siendo interrogado es porque algún testigo lo ubicó en
el lugar de quizás qué hechos, en alguna de las destinaciones que
debió cumplir. Uds. no sospechan lo que viene a continuación. Eso
de firmar una declaración policial ante la PDI y que formará parte
de un informe al 2 juez de la causa, que recién se enteran, es sobre
tal o cual caso y que no tiene procesados o peor, que ya está
avanzada. Ya se ve Ud., en los siguientes días, ocupando una pieza
de detención en una unidad militar, naval, aérea o de Carabineros,
porque el Sr. juez ordenó su detención provisional. Uds. no
sospechan lo que se siente al abandonar la casona de Condell.
Uds.
no se imaginan la cara de angustia de la familia, que espera en casa
nerviosa y rezando. Uds. no sospechan, cuando a los pocos días o
cuando ya ha pasado algún tiempo, ya calmados los nervios, suena su
teléfono y ahora es un detective que debe notificarlo de una
citación al despacho de alguno de los ministros en visita y le
informa número de la causa, lugar, fecha y hora en que el magistrado
lo espera.
De
un cuartel siniestro a otro siniestro
Uds.
no avizoran la carrera frenética por conseguir un abogado, pedir
consejos, preparar las cosas en familia por si lo someten a proceso.
Ver las cuentas, inventar algunas mentiras para los ancianos de la
familia… Uds. no pueden siquiera entender el tremendo balde de agua
fría cuando el abogado recomendado les dice: “Mala cosa, el
magistrado es cosa seria, tiene el récord de procesamientos y
condenas… no escucha a nadie” Y menos tienen idea de que cuando
llega el día, el Sr. ministro ni levanta la cabeza cuando Ud.
ingresa a su oficina y le espeta: ¡Siéntese! Uds. no sospechan cómo
se escucha el tono acusatorio e intimidador del Sr. juez mientras
formula preguntas que nadie te dijo que te haría.
Dos
buitres
Uds.
no pueden sentir en un mínimo porcentaje cuando en la puerta de la
oficina asoman un par de civiles que esperan que uno firme, para
tomarlo y conducirlo a alguno de los lugares de reclusión que las
FF.AA. y Carabineros tiene preparados para sus antiguos camaradas hoy
procesados. Y entonces recuerda lo que le afirmaron sus amigos y
camaradas en retiro conocidos: “de todos los que han sido sometidos
a proceso, sólo un puñado zafa”, y recuerda también lo que dijo
otro: “jamás uno de los abogados que patrocinan habitualmente a
los nuestros, ha ganado un caso”. Y listo. Uds. no imaginan lo que
es ser subido a un automóvil al medio del asiento trasero,
flanqueado por un par de soldados o carabineros de civil. Y llegar al
lugar de reclusión.
Policía
Militar
Uds.
no se imaginan lo que viene. A uno le quitan el celular, lo recibe un
joven oficial y le lee con tono funcionario el reglamento para los
detenidos, lo conducen a una pieza que muestra en su aspecto y olor,
que ya ha sido ocupada por decenas de camaradas en igual situación,
olor a angustia y dolor.
Y menos se imaginan
el llamado a la esposa para decirle que lo detuvieron. No, no se lo
imaginan. Y rápidamente llegan sus familiares, unos a darle un
abrazo, otros a tratar de hacerlo reír, otros les traen las sábanas,
los útiles de aseo… Y comienzan las conversaciones con los que ya
llevan tiempo allí. Uds. no sospechan las cosas que se dicen, cunde
el pesimismo, la realidad es más grande y peor que lo que Ud. había
pensado.
La
zurda y los traidores
Uds.
no se imaginan cuando a tu lugar de trabajo llega la PDI y pregunta a
viva voz por ti y a raíz de lo que se enteran tus compañeros de
trabajo, esa empresa que pudo surgir gracias al gobierno militar, te
hace llegar un sobre azul, condenándote anticipadamente a restringir
tu nivel de vida y a innumerables privaciones a ti y tu familia.
Pero, aquí, la función dramática recién ha comenzado. Y ahora Ud.
es el protagonista, el malo de la película, el que a partir de este
procesamiento, merece el repudio ciudadano, el escarnio público que
ya se ocuparán de incitar y alimentar los medios de comunicación
social, todos en manos de la zurda. Uds. no se imaginan estar días y
días, algunas veces meses, elevando papeles a la corte para que
tenga la gracia de conceder la libertad bajo fianza. Uds. no han
visto jamás a uno de los nuestros que no tiene una chaucha para
pagar las exorbitantes cifras que les exigen y que debe pasar meses
juntando la plata, dependiendo de la caridad de los amigos. Y Uds. no
sospechan tener que pasar días y días esperando que la corte le
otorgue la salida y que no prevalezca esa estupidez de ser un peligro
para la sociedad, como si Ud. fuera a salir a los 70 años a pegar
balazos a diestra y siniestra. Y llega el día en que regresa a su
casa, cerca o muy lejos del que ahora es su dueño en el mundo
terrenal, el que decidirá todo el resto de sus días en la tierra.
Espera que desgasta.
Uds.
no imaginan cómo todo se precipita, cómo todo hace que el mundo
gire más rápido y que el día de la acusación se acerque a la
velocidad de un rayo. Uds. no sospechan todo lo que hay que hacer
para enfrentar este período, contactar y contratar abogados, reunir
plata, vender bienes, firmar papeles, ir al notario, dar
explicaciones y con dolor, ver amigos que se apartan, ver a tu mujer
enfrentando sola esta tremenda desgracia. No, Uds. ni se lo imaginan.
Condenado
por un montaje
Y
llega el día en que lo carean, en que lo re-interrogan, en que lo
maltratan, en que lo llevan y lo traen hasta que llega la acusación.
Y Uds. no sospechan lo que pasa en su alma cuando lo acusan de
delitos que no ha cometido, con testigos falsos, fuera de la ley, del
estado de derecho y siempre con fines perversos. Y menos se imaginan
la pérdida de su trabajo, la persecución a su familia, el despido
de sus hijos, el acoso a sus nietos, la funa a su hogar. Uds. no lo
han sufrido.
Y
entonces llega el maldito día, ése día que trataron de alejar
desde que lo acusaron: la condena en primera instancia.
Leen
el fallo del ministro instructor y no pueden creerlo. Están
condenados y las posibilidades de revertirlo son casi inexistentes,
así se le hace evidente al conocer las historias de tantos camaradas
que han pasado por lo mismo. Uds. no se lo imaginan, jamás han sido
procesados y condenados fuera de la ley. Sin embargo, uno se aferra a
las últimas esperanzas. Leen y releen el fallo, buscan las
ilegalidades, buscan los testimonios amañados, buscan las
inconsistencias, escudriñan para encontrar el párrafo donde puede
estar la llave. Uds. jamás han pasado por esto.
Segunda
instancia
Claro,
Uds. no sospechan las características de la espera que media entre
el fallo del ministro y la segunda instancia. No han tenido que
recusar abogados integrantes, no han estado fuera de la sala
encargada mirando la tabla, la cara de los jueces, secretarios,
abogados, querellantes, señoras que los miran con odio, periodistas
al acecho. Y en sus casas no han estado sus esposas, hijos y nietos
rezando un padrenuestro y muchas avemarías para pedir un milagro.
Uds., estimados señores políticos de centro derecha, no sospechan
lo que sucede cuando sale el fallo de ésa sala. Las más de las
veces confirmando o aumentando las penas aplicadas por el juez de
primera instancia. Uds. no se imaginan cuando se debe concurrir a los
Centros de Reinserción Social de Gendarmería o al Servicio Médico
Legal.
Allí
jóvenes sicólogos, siquiatras y asistentes sociales escudriñan
toda tu vida e invaden físicamente la privacidad de tu hogar, para
confirmar lo ya ordenado por el ministerio de justicia…
Que
eres un peligro para la sociedad y asegurarse que cumplas la injusta
condena en la cárcel, en vez cumplirla en libertad vigilada, además
de filmar y posiblemente filtrar posteriormente tus testimonios, tal
como se filtra en los inicios de las causas tu domicilio y lugar de
trabajo desde los mismos expedientes, fotografiados por una pléyade
de abogados de izquierda, posibilitando así, la ejecución de
violentas e ilegales funas, a las que nadie les pone coto.
El
otro Calvario
Para
qué intentamos describir a Uds. entonces el calvario final: la
espera de los siempre inútiles recursos de casación, ésos que
siempre no resultan. Y para qué les mencionamos lo que pasa cuando
la conocida segunda sala nos dice que “no ha lugar” al recurso y
con total desparpajo, aumenta condenas citando hasta el cansancio esa
ilegalidad de los delitos de lesa humanidad y la ficción del
secuestro permanente.
Uds.
no sospechan qué es prepararse para el cumplimiento de la condena,
vender la casa y el auto para pagar deudas, enfrentar la depresión y
la angustia propia y de los tuyos, firmar poderes, renunciar a la
libertad. Y después de todo esto, de esto que Uds. no imaginan y
menos han sufrido; ¿todavía se atreven a mirarnos feo si les
decimos que no vamos a votar por ustedes? ¿Todavía incluso intentan
quebrar nuestra unidad con promesas vanas e invitaciones a cenar?
¿Todavía exhiben como triunfos extraordinarios una declaración
pública, una iniciativa parlamentaria sin respaldo suficiente o la
concurrencia a una ceremonia religiosa?
Piñera,
el traidor
Así
es: no votamos por quienes nos abandonaron, por quienes miraron para
el lado mientras nos perseguían y condenaban fuera de la ley, por
quienes avalaron con silencio cómplice al Sr. Piñera, peor para la
Familia Militar que los mismos comunistas. Y que no votaremos por
quienes continúen mirando el cielo y menos por los que perseveren en
la traición. Son contados con los dedos los leales y preocupados,
unos pocos los sinceros y otros - urgidos por la amenaza de perder
votos - que se sumaron tímidamente a respaldar al menos a los
camaradas más enfermos y ancianos. Del resto, Uds. no se imaginan lo
que pensamos. En Santiago, a 27 de octubre de 2016.
Nota.-
Esta nota ha sido tomada del informativo periodístico digital Chile
Informa, del periodista Fernando Martínez Collins.
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