miércoles, 26 de febrero de 2014

"¡Que Cuarenta Años No Es Nada...!", por Hermógenes Pérez de Arce.



La imagen nos muestra al ex Presidente Salvador Allende practicando su principal argumento por la paz: la metralleta.







"¡Que Cuarenta Años No Es Nada...!",
por Hermógenes Pérez de Arce.


            Es increíble cómo se repite la historia. Ayer leí que el futuro Ministro del Interior de la Nueva Mayoría (“nueva” sólo porque la DC se ha sumado a la Segunda UP…¡oh los Kerensky, nuestros sempiternos Kerensky!), declara, frente a los asesinatos terroristas en la Araucanía, “un problema social no se arregla con la Ley Antiterrorista”. ¡No han aprendido nada; no han olvidado nada!


            Hace poco más de cuarenta años, durante la Primera UP, pasaban las mismas cosas. Los terroristas eran liberados porque se trataba, decía Salvador Allende, de “muchachos idealistas”. En diciembre de 1972 el agricultor de Río Bueno, Raúl Vásquez Bécker, fue quemado dentro de su casa por los “tomadores” izquierdistas de su fundo. Lo encerraron en un closet y le prendieron fuego a la casa. Como recordaba en carta  a “El Mercurio” de 4 de enero de 2005 su amigo Mauricio Alliende, la horrorizada mujer del agricultor logró apenas librarse ella de las llamas. Su hijo escribió al diario, días después de la carta anterior, revelando que, cuando posteriormente había intentado alguna acción judicial reparatoria, el gobernador local le había advertido que si recuperaba el fundo “se lo iban a volver a tomar todos los días”. Y hasta su propio abogado le aconsejó: “mejor ándate, o a ti también te van a matar”. Abandonó todo y se fue a España. 


            Poco antes, en 1971, la agricultora Antonieta Maachel, dueña del fundo “La Tregua”, había puesto fin a sus días en su dormitorio del segundo piso de su casa, tras haber sido vejada por los “tomadores” socialistas que habían entrado a la fuerza y mientras los mismos se daban un ruidoso festín en el comedor del primer piso. Es que estaban solucionando un “problema social”. Ya ella no iba a seguir creándolo, trabajando y produciendo en su propiedad.


            De esas víctimas ya nadie se acuerda. Al contrario, después de que, obedeciendo al clamor popular, las fuerzas armadas pusieron término a ese estado de abuso y atropello, al fin de cuentas y, por supuesto, al amparo e iniciativa de los Kerensky chilenos, los victimarios se convirtieron en “víctimas” y hoy, con la colaboración de la justicia de izquierda-DC, prevarican sin asco para condenar a los que reprimieron a asesinos, usurpadores e incendiarios. ¡Ahora son ellos los que gritan "asesinos"! En una escalada prevaricadora y persecutoria acelerada bajo el régimen de Piñera, procesan y condenan por centenares a los militares, para después cobrar millonarias indemnizaciones por habérseles impedido ejercer el derecho de usurpar y profitar de lo ajeno y, cuando fue del caso, vejar o quemar a los dueños que insistían en defender lo suyo.  


            ¿Usted cree que exagero? ¡Pero si es lo que las nuevas autoridades dicen que le espera al país! Ya el Intendente Huenchumilla (DC), designado por el nuevo gobierno en la región en llamas, ha declarado que la solución al “problema social” en ella es que se vayan las grandes empresas. Así se evitará que les incendien bosques, siembras, galpones, camiones, tractores, maquinaria. Dejando la tierra abandonada para que “vuelva a manos de sus dueños ancestrales” se soluciona el “problema social”, consistente en que algunos insisten en desarrollar la tarea antisocial de producir.


Después sucede como en la Primera UP ayer y en la Venezuela de hoy: faltan alimentos y cosas esenciales. Bueno, es que así arreglan ellos los “problemas sociales”. Es la única receta que conocen.


          Si el tango dice que “veinte años no es nada”, los chilenos, con mucha mayor razón, en breve vamos a poder decir: que “cuarenta años no es nada”.


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