viernes, 7 de febrero de 2014

El Gambito Final de Piñera, por Hermógenes Pérez de Arce.






El Gambito Final de Piñera,
por Hermógenes Pérez de Arce.


                Si alguien cree que por fin después el 11 de marzo Sebastián Piñera dejará de ser protagonista de pantallas, titulares y radioemisiones, está muy equivocado. Él es ferviente devoto de un culto, el de sí mismo, y tiene sobrados medios para seguir practicándolo y haciendo partícipes de él a otros, aunque haya dejado el Gobierno. Hoy me escribe un amigo habitualmente bien informado y me dice que le han confirmado que uno de los financistas de la película “Los 33” es Sebastián Piñera, pero no da a conocer sus fuentes ni fundamentos. Si fuera verdad, no me extrañaría nada, porque el film podría convertirse en un aporte al mismo culto. Si cuando se presente al público los espectadores salen de la sala comentando que mejor debería haberse titulado “Sebastián y los 33”, entonces habrá razones para pensar que mi informante tenía razón.


                Anoche vi al fantástico personaje en los noticieros (como todas las noches de estos últimos cuatro años, por lo demás) pero ahora agradeciendo a los chilenos el 49% de aprobación que la encuesta Adimark le ha atribuido y que, curiosamente, columnistas adeptos a su persona habían anticipado cuando comentaban la aprobación de enero de la misma encuesta, de 43%. Esos columnistas tienen dotes adivinatorias admirables. Las mías no lo son, pero aventuraría con poco temor a errar que en marzo la aprobación de Adimark va a pasar del 50%.


                Otra cosa es que yo no crea en los resultados de Adimark, porque siempre que coincidieron con las encuestas CERC y CEP aparecieron sobreestimando la aprobación a Piñera. CEP dejó de hacer encuestas a mediados del año pasado a raíz de accidentadas situaciones propias. CERC le daba una aprobación de 33% en junio y en enero último le reconoció un 36%, que es una cifra creíble. La diferencia fundamental entre Adimark y CERC es que la primera es publicada en todos los medios y la segunda en casi ninguno. Desde luego, nunca en los medios de más circulación. En todo caso, entre junio y enero, según CERC, Sebastián subió tres puntos, de 33% a 36%, que es lo que en realidad tiene, en mi opinión.


                Y oyendo a la personera de extrema izquierda Javiera Parada (hija de uno de los dirigentes frentistas asesinados por Carabineros en 1985) en la radio, hace unos días, elogiar a Sebastián Piñera, se me presentó completo el cuadro del gambito final que ha jugado él en la última parte de su período y que le está permitiendo contribuir tanto al éxito del culto a cuya práctica ha dedicado su existencia. Un gambito es una jugada de ajedrez mediante la cual un jugador sacrifica una o más piezas para poder conseguir una ventaja posterior en el juego.


                En los 40 años del 11 de septiembre Sebastián se puso espectacularmente a la cabeza de la tarea de denigrar esa fecha, al Gobierno Militar y a sus partidarios, que no por casualidad son los mismos de él, en su gran mayoría. Él prosperó e hizo fortuna gozando de las libertades y las garantías a la propiedad que restableció en Chile el Gobierno Militar y, al término de éste, tras haber ejercido como opositor en su calidad de simpatizante DC (fue un activo promotor de la candidatura de Eduardo Frei Ruiz-Tagle para 1989 en esta colectividad, en competencia con Patricio Aylwin, según me reveló el mismo Frei tras un foro que tuvimos en Radio Portales durante la campaña Senatorial del ’89), apoyó a Hernán Büchi. Pues, fracasada esa precandidatura de Frei, Sebastián dio un salto desde las filas del “No” a las del “Sí” y ejerció como generalísimo del candidato Büchi, en oposición a Patricio Aylwin, quien finalmente lo derrotó. Como se recordará, Büchi se retiró inicialmente y luego retomó la candidatura, pero, en esta segunda instancia, ya sin su generalísimo Piñera, que pasó a ser candidato a Senador por Santiago Oriente.


                Siendo “su sector” a partir de entonces la derecha, procuró ser candidato Presidencial en 1993, pero una grabadora Kyoto frustró su intento; luego de nuevo en 1997, pero la popularidad de Lavín lo postergó; en seguida tomó el control de RN y fue candidato en 2005, pero lo derrotó Michelle Bachelet; y finalmente en 2010 consiguió el apoyo de RN, la UDI y grupos menores escindidos de la Concertación y resultó electo.


                Su gambito actual ha consistido en sacrificar dos peones, RN y la UDI, mediante el escarnio de los 40 años del 11, para volver a ir tras piezas mayores en 2017. Esos dos partidos resultaron liquidados por la estrategia de Piñera de convertir a sus militantes y simpatizantes, que también lo fueron del Gobierno Militar, en “cómplices pasivos” de atrocidades que los medios de comunicación se encargaron de inventar y magnificar, tanto que esas colectividades experimentaron sendas y magnas derrotas en la elección Parlamentaria del año pasado y una verdadera paliza en la Presidencial. De todo ello el autor del gambito salió no sólo indemne, sino ampliamente beneficiado, pues los elogios que le prodiga Javiera Parada son representativos de una nueva disposición hacia él de la extrema izquierda y la propia Concertación.


                Eso explica el aumento de 33% a 36% en el porcentaje de aprobación en la encuesta CERC, que es en la que yo creo, y también el mejoramiento en la Adimark.


                Los dirigentes de RN y la UDI actualmente se pasean por la arena política con el aspecto de venir saliendo de un desastre aéreo. No saben adónde ir. Su pasado político es anatema. Sus verdaderas ideas también. La estrategia del “mal menor” ha terminado liquidándolos, porque fueron piezas entregadas al sacrificio en el gambito final de Piñera. Pero ¿qué van a hacer? De nuevo él tiene las encuestas, “las ganas” y los medios. Es verdad que ha dejado al país creciendo cada vez menos (rasguñamos el 4% en 2013 y nadie cree en más de 3,5% en 2014). Pero el desastre que con certeza legará el Gobierno de la combinación demo-socialista-comunista-“la calle” será tan grande que de nuevo la mejor alternativa puede volver a ser el mal menor. Entonces, no sería extraño que de nuevo todos terminaran plegándose al culto de Sebastián. “París bien vale una Misa”, dijo una vez resignadamente Enrique IV, olvidándose de su propia religión.

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