miércoles, 6 de agosto de 2014

Terremoto Grado Bachelet, por Hermógenes Pérez de Arce.






Terremoto Grado Bachelet,
por Hermógenes Pérez de Arce.


          Como el socialismo es un despotismo no ilustrado, al revés del histórico, que fue ilustrado, no cree en las reacciones de la gente. No las considera en sus planes y cálculos. Y resulta que la gente sí reacciona ante ellos, al menos mientras el socialismo no se tome todo el poder, que es la final meta de su revolución. Y por eso, porque no considera las conductas individuales de los miembros de la comunidad, hoy día Chile está viviendo una situación económica que no se veía desde el terremoto de 2010: el bajo crecimiento del Índice Mensual de Actividad Económica (IMACEC) de junio, 0,8% y 0,5% en un año, no se veía desde el mes siguiente al terremoto, marzo de 2010.


          Y no es para menos, porque el Gobierno de “la calle” (eso es lo que es) lanza amenazas desde todos lados. Piense usted en el dueño de una empresa que capitalizaba sus utilidades, es decir, las invertía: hasta ahora paga 20% de impuesto a la renta. Con el proyecto tributario del Gobierno, sin FUT y con renta atribuida, pasará a pagar 44,5%, calculan los expertos. Y el vuelo que traía el país desde los ’80 se debía a que ese impuesto era, bajo el Gobierno Benemérito que Salvó a Chile, de 10%. Después la DC y la izquierda lo subieron a 15%, con la aquiescencia del agente encubierto que tenían en la derecha, que todos sabemos quién era y qué acciones de la CORFO compraba mientras le allanaba el camino al alza de impuestos de su amigo Aylwin. Todavía después subieron ese impuesto a 17%, amén de crearle otras trabas al Modelo Benemérito. Por eso el país creció cada vez menos. Y cuando el agente encubierto llegó al poder, subió el mismo impuesto a las empresas a 20%. El doble del heredado de Pinochet, bajo cuyo Gobierno la economía llegó a crecer a dos dígitos anuales. Y ahora el salto será a más del doble que hoy para el dueño de la empresa y a más de cuatro veces el que había bajo el Presidente Pinochet, que no fue, entre paréntesis, una dictadura, porque fue elegido por votación popular en 1980 y entregó el poder al final de su mandato, ninguna de cuyas condiciones cumplen los dictadores.


          Puede que las PYMES salgan bien libradas de la reforma tributaria corregida, pero las que “tiran el carro” de la economía son las empresas grandes, que también son las principales clientas de las PYMES y saben que no van a salir bien libradas.


          Entonces, para “suavizar” el cuento, se anuncia un plan de reformas laborales que va a significar cualquier cosa menos facilitarles la vida a las empresas de todo tamaño.


          Es cierto que la Presidente “chuteó para adelante” a la peor amenaza de todas, la reforma Constitucional, pero eso no significa que ésta no vaya a venir. Esta, tal como la tributaria, tiene un “corazón” y éste consiste en que se pueda expropiar cualquier bien por simple mayoría. En el fondo lo que han querido siempre los socialistas es quedarse con la riqueza que han creado los demás. De modo que el dueño de la empresa a que aludí en un comienzo ve que le suben el impuesto de 20% a 44,5%, pero además que sus trabajadores van a poder paralizarle con mucha más facilidad que antes su unidad productiva, cosa que les garantizará la reforma laboral. Y también ve que hay una dinámica expropiatoria general. Los mismos estudiantes que eran la voz de la calle, por ejemplo, que decían “no al lucro, no al copago, no a la selección”, ven hoy que las políticas oficiales consisten precisamente en eso que ellos pedían. ¿Y qué piden ahora? El término de la educación particular pagada, porque en ella no sólo hay copago, sino algo todavía más atroz, pago; y hay establecimientos que lucran y seleccionan, porque son buenos. Ése es su blanco siguiente.


          Y la gente se entera de lo que sucede en los puertos, donde los sindicatos han conseguido por la fuerza que intervenga el Estado y ya se prepara una “Ley corta” que tiene más que preocupadas a las empresas portuarias.


          Y la gente también se entera de que la cotización se salud es considerada por una funcionaria de Gobierno como un “impuesto”. De ahí a forzar que toda la salud sea Estatal sólo hay un paso. Fin a la libertad de elegir seguro de salud.


          La guerra contra las AFP en los medios de izquierda está declarada. Los comunistas dicen sin ambages que el país debe volver al sistema de reparto. En Chile siempre se termina haciendo lo que dicen los comunistas. Fin a la libertad de elegir dónde cotizar para las pensiones.


          Y hay Regiones del país donde el agente directo del Gobierno, el Intendente, dice que no puede haber fundos de dos mil hectáreas junto a propiedades de una hectárea. ¿Qué pensarán los que trabajan fundos grandes? Fin a la libertad de empresa en la agricultura.

   
      ¿Usted creía que el terremoto grado Bachelet iba a ser suave? Estudie la trayectoria política completa de la Presidente y se convencerá de que de ninguna manera su terremoto podía ser suave.

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