Terremoto
Grado Bachelet,
por Hermógenes Pérez de
Arce.
Como el socialismo es un despotismo no ilustrado, al revés del
histórico, que fue ilustrado, no cree en las reacciones de la gente. No las
considera en sus planes y cálculos. Y resulta que la gente sí reacciona ante
ellos, al menos mientras el socialismo no se tome todo el poder, que es la
final meta de su revolución. Y por eso, porque no considera las conductas
individuales de los miembros de la comunidad, hoy día Chile está viviendo una
situación económica que no se veía desde el terremoto de 2010: el bajo
crecimiento del Índice Mensual de Actividad Económica (IMACEC) de junio, 0,8% y
0,5% en un año, no se veía desde el mes siguiente al terremoto, marzo de 2010.
Y no es para menos, porque el Gobierno de “la
calle” (eso es lo que es) lanza amenazas desde todos lados. Piense usted en el
dueño de una empresa que capitalizaba sus utilidades, es decir, las invertía:
hasta ahora paga 20% de impuesto a la renta. Con el proyecto tributario del Gobierno,
sin FUT y con renta atribuida, pasará a pagar 44,5%, calculan los expertos. Y
el vuelo que traía el país desde los ’80 se debía a que ese impuesto era, bajo
el Gobierno Benemérito que Salvó a Chile, de 10%. Después la DC y la izquierda
lo subieron a 15%, con la aquiescencia del agente encubierto que tenían en la
derecha, que todos sabemos quién era y qué acciones de la CORFO compraba
mientras le allanaba el camino al alza de impuestos de su amigo Aylwin. Todavía
después subieron ese impuesto a 17%, amén de crearle otras trabas al Modelo
Benemérito. Por eso el país creció cada vez menos. Y cuando el agente
encubierto llegó al poder, subió el mismo impuesto a las empresas a 20%. El doble
del heredado de Pinochet, bajo cuyo Gobierno la economía llegó a crecer a dos
dígitos anuales. Y ahora el salto será a más del doble que hoy para el dueño de
la empresa y a más de cuatro veces el que había bajo el Presidente Pinochet,
que no fue, entre paréntesis, una dictadura, porque fue elegido por votación
popular en 1980 y entregó el poder al final de su mandato, ninguna de cuyas
condiciones cumplen los dictadores.
Puede que las PYMES salgan bien libradas de la reforma tributaria
corregida, pero las que “tiran el carro” de la economía son las empresas
grandes, que también son las principales clientas de las PYMES y saben que no
van a salir bien libradas.
Entonces, para “suavizar” el cuento, se anuncia un plan de reformas
laborales que va a significar cualquier cosa menos facilitarles la vida a las
empresas de todo tamaño.
Es cierto que la Presidente “chuteó para
adelante” a la peor amenaza de todas, la reforma Constitucional, pero eso no
significa que ésta no vaya a venir. Esta, tal como la tributaria, tiene un
“corazón” y éste consiste en que se pueda expropiar cualquier bien por simple
mayoría. En el fondo lo que han querido siempre los socialistas es quedarse con
la riqueza que han creado los demás. De modo que el dueño de la empresa a que
aludí en un comienzo ve que le suben el impuesto de 20% a 44,5%, pero además
que sus trabajadores van a poder paralizarle con mucha más facilidad que antes
su unidad productiva, cosa que les garantizará la reforma laboral. Y también ve
que hay una dinámica expropiatoria general. Los mismos estudiantes que eran la
voz de la calle, por ejemplo, que decían “no al lucro, no al copago, no a la
selección”, ven hoy que las políticas oficiales consisten precisamente en eso
que ellos pedían. ¿Y qué piden ahora? El término de la educación particular
pagada, porque en ella no sólo hay copago, sino algo todavía más atroz, pago; y
hay establecimientos que lucran y seleccionan, porque son buenos. Ése es su
blanco siguiente.
Y la gente se entera de lo que sucede en los puertos, donde los
sindicatos han conseguido por la fuerza que intervenga el Estado y ya se
prepara una “Ley corta” que tiene más que preocupadas a las empresas
portuarias.
Y la gente también se entera de que la cotización se salud es
considerada por una funcionaria de Gobierno como un “impuesto”. De ahí a forzar
que toda la salud sea Estatal sólo hay un paso. Fin a la libertad de elegir
seguro de salud.
La guerra contra las AFP en los medios de izquierda está declarada. Los
comunistas dicen sin ambages que el país debe volver al sistema de reparto. En
Chile siempre se termina haciendo lo que dicen los comunistas. Fin a la
libertad de elegir dónde cotizar para las pensiones.
Y hay Regiones del país donde el agente directo del Gobierno, el Intendente,
dice que no puede haber fundos de dos mil hectáreas junto a propiedades de una
hectárea. ¿Qué pensarán los que trabajan fundos grandes? Fin a la libertad de
empresa en la agricultura.
¿Usted creía que el terremoto grado Bachelet iba a ser suave? Estudie la
trayectoria política completa de la Presidente y se convencerá de que de
ninguna manera su terremoto podía ser suave.
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