Atropello Sistemático de los Derechos Humanos,
por Hermógenes Pérez de Arce.
El Mayor
(r) Carlos Minoletti y su señora se nacionalizaron en los EE. UU. tras haberse
ido a vivir allá en 1979, cuando él se retiró de las filas del Ejército de
Chile. Sí, el mismo Ejército que era “siempre vencedor y jamás vencido”, hasta
que el marxismo local lo derrotó después de 1990, le exigió la rendición
incondicional y lo hizo humillarse, pedir perdón y decir “nunca más” por cosas
que había hecho y también por otras que no había hecho y hasta por las
cometidas por sus enemigos (perdón “por todos los hechos punibles y moralmente
inaceptables del pasado”, como pidió el General Cheyre).
Tras esa
retirada en derrota abandonó a centenares o miles de hombres “caídos tras las
líneas enemigas”, que quedaron entregados a los abusos de la Justicia de
izquierda. Ésta, en nombre de “los derechos humanos”, los hacía y hace desfilar
por los Tribunales y les desconocía y desconoce prerrogativas fundamentales establecidas en las Leyes y
tratados internacionales que rigen para cualquier chileno que no sea militar. Y
ha sido así como los derechos humanos del Mayor (r) Minoletti han resultado desconocidos, violados y
escarnecidos durante siete años. Como su situación se reproduce en centenares o
miles de casos, podemos hablar de que en Chile impera una “violación sistemática
de derechos humanos”.
En
efecto, en 2005 Minoletti tuvo la mala idea de venir a Chile para comparecer de
manera voluntaria ante el Juez Juan Guzmán por hechos acontecidos en Calama en
1973 ya prescritos, amnistiados y juzgados anteriormente, de los cuales era,
además, inocente. Estuvo preso un tiempo pero fue sobreseído incondicionalmente
por dicho Juez, debido a que no tenía culpa alguna.
Cuando en
2007 supo que se le mencionaba en otro proceso por hechos a los cuales también
era ajeno y por tanto también era inocente, de nuevo tuvo la misma mala idea de
venir a aclarar su situación. Y la Judicatura de izquierda entonces, separándolo de su mujer e hijos, lo dejó para
siempre arraigado acá. A todo esto, desde 1992 él sufre una afección cardíaca
que le ha significado seis by-passes coronarios, angioplastias y otras
operaciones, cubiertas por un seguro norteamericano que sólo puede hacerse
efectivo en los Estados Unidos. Pero sucesivos Jueces chilenos durante siete
años le han negado autorización para viajar a operarse allá, lo han procesado,
metido preso y dado libertad condicional. Lo mantienen arraigado, pero sin
llamarlo a declarar durante años, esto último perfectamente natural tratándose
de hechos en los que no tuvo nada que ver. Todo ello lo ha llevado a perder su
trabajo y a ser separado de su mujer y sus hijos.
Como
potencial víctima de muerte súbita necesitaba un desfibrilador que, gracias al
seguro norteamericano, allá habría obtenido por 800 dólares pero que acá le ha
costado diez mil. Su única perspectiva ahora es un trasplante de corazón,
imposible para él acá y factible allá. Pero los Jueces de izquierda no le alzan
el arraigo y no puede viajar. Sus derechos humanos al trabajo, a la vida
familiar, a que se le respete la presunción de inocencia y los derechos
emanados de todas las Leyes que los Jueces de izquierda han necesitado violar
para mantenerlo acá son diaria y sistemáticamente atropellados. ¿Por qué?
Porque es militar, porque la izquierda odia a los militares y “el odio es más
fuerte”.
El Mayor
Minoletti le ha escrito cartas a todo el mundo: a Parlamentarios de la Comisión
de Derechos Humanos de la Cámara, al ex Presidente Piñera que prometió como
candidato preocuparse del debido proceso a los uniformados, pero éste le
contestó que su caso era del resorte Judicial; a la Primera Dama Cecilia Morel,
que le contestó también que el suyo era un tema de los Jueces; al Presidente de
la Corte Suprema, a variados Parlamentarios y a todos los Ministros sumariantes
que lo persiguen. Nulo resultado. Sigue arraigado.
Su caso,
relatado en detalle, y varias de sus presentaciones a las más variadas
instancias aparecen en el apéndice final del libro “Procesos por Violaciones de
Derechos Humanos: Inconstitucionalidades, Ilegalidades y Arbitrariedades”, de
Adolfo Paúl Latorre, cuya lectura nocturna (tiene más de 700 páginas) consiguió
que en muchas noches no me pudiera dormir por la angustia y frustración que me
producía la comprobación de tanto oprobio e injusticia que los politizados Tribunales
cometen impunemente.
Por
contraste, hoy me entero de que uno de los responsables del asesinato de Jaime
Guzmán, el Frentista Enrique Villanueva Molina, recientemente apresado en la
causa por dicho crimen terrorista, puede tener la seguridad de que cuando se
dicte sentencia saldrá libre, porque se le reconocen diversas atenuantes, entre
ellas la media prescripción. Según la doctrina Teillier, los asesinatos
cometidos por los terroristas no son delitos de lesa humanidad, como sí lo son
las muertes de los terroristas a manos de los agentes de seguridad. Por eso en
Chile están todos los primeros libres y cada vez más de los segundos presos. No
sólo eso: el Consejo de Defensa del Estado se ha allanado a que a los procesados
por el “caso bombas” el Fisco les pague un millón de dólares por las costas en
que incurrieron para defenderse en el proceso, en que los Jueces de izquierda
los declararon inocentes. Millón de dólares que, se calcula, terminará en un
70% en manos de los abogados comunistas, según ha informado anoche “Teletrece”.
Si no hubiera sido porque a uno de los procesados (Pitronello) le estalló una
bomba entre las manos y a otros dos (Solar y su conviviente) los sorprendieron
en España poniendo otros explosivos en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar,
y están presos, todos los autores del centenar de atentados en Chile habría
quedado libres, indemnes y con plata para el bolsillo.
¡Qué
diferencia con la situación del Mayor (r) Minoletti, condenado a estar privado
de su trabajo, de su seguro de salud y separado de su mujer y sus hijos ya por
siete años, sin haber cometido delito y por sólo “haber estado ahí” hace
cuarenta años, en el curso de la lucha en que Chile se libró de un régimen
marxista totalitario que había amparado el armamentismo clandestino para
tomarse el poder!
Nueva
forma del “pago de Chile”: un millón de dólares de compensación para los
izquierdistas declarados “inocentes” por la Justicia de izquierda y sus
abogados, persecución implacable de
militares y atropello de todos sus derechos humanos. Y, suprema ironía, todo en
nombre de la “defensa de los derechos humanos”.
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