24 Segundos,
por Hermógenes
Pérez de Arce.
Se informó que cuando en Angola la preguntaron
a la Presidente por el legado de Salvador Allende, se demoró 24 segundos en
responder (una eternidad para una conferencia de prensa), para luego decir que
ambos tenían el mismo desafío: construir un país con menos injusticias y
desigualdades. Y zafó.
Pero seguramente en esos 24 segundos a ella le
deben haber pasado por la mente muchas imágenes que no podía ni quería
verbalizar, pero que eran constitutivas de la verdad histórica. Pues ella bien
sabe que el legado de Allende fue un país en ruinas (“queda harina para pocos
días más”), dividido por el odio (“la momia al colchón, el momio al paredón”),
en el cual se hablaba de una inminente guerra civil, cuyo saldo de muertos
previstos oscilaba entre cien mil, según los optimistas, y un millón, según los
pesimistas (entre los cuales estaba el Comandante Pepe, que le anticipó
precisamente esta última cifra a la periodista Nena Ossa en entrevista en el
sur).
Ella también sabe, y seguramente lo recordó en esos
24 segundos, que era un país con un Gobierno empeñado en poner toda la
enseñanza bajo control Estatal a través de la ENU. (Esta parte del legado ella
la está tratando de reeditar al pie de la letra). Y sabe que dicho Gobierno
estaba empeñado en pertrechar a grupos armados de izquierda nacionales y
extranjeros para tomarse todo el poder por la fuerza. Esto se lo confesó
implícitamente el propio Allende a un periodista del “Neue Zürcher
Zeitung” de Suiza ¡creyendo que era del “Neues Deutschland” de la
Alemania comunista! Es una anécdota sabrosa: cuando el primero le preguntó si
iba a haber nuevas elecciones en Chile, Allende sintió que a otro marxista
podía confiarle la verdad y le contestó: “No, camarada, no seamos tan
pesimistas”. Y el diario suizo lo reprodujo textual. Gran bochorno. Esta es mi
anécdota favorita de Allende, aún más que las evidencias que lo presentan
recibiendo simultáneamente sobornos de empresas norteamericanas y del KGB
soviético, al cual servía bajo la chapa de “Líder”.
En ese tiempo el golpe totalitario lo anticipaban
el Senador Aylwin y otros en el Congreso (cosa que aquél ha olvidado, como
tantas otras). Y también la intención golpista la evidenciaban los “compañeros
de Tropas” cubanos del General de la Guardia, admitidos a territorio nacional
sin la autorización del Congreso, como lo exigía la Constitución.
Todo eso debe haber pasado por la mente de la
Presidente en los 24 segundos, más la imagen de aquel país que no podía pagar
su deuda externa y sufría la mayor inflación de su historia y del mundo en ese
momento y el mayor déficit Fiscal que podía recordarse.
Entonces, tras esos terribles segundos ella debe
haber sentido la tentación irresistible de decir “paso”. Pero valerosamente
decidió no hacerlo y, en cambio, dio una respuesta perfectamente adecuada para
una nación y un mundo que a estas alturas tienen el cerebro perfectamente
lavado acerca de la verdad de lo que ocurrió en Chile entre 1970 y 1990 y cuya
“bestia negra” es, por esas ironías del destino, precisamente quien encabezó la
tarea de salvarlo, reconstruirlo y convertirlo en la sociedad más próspera de
América Latina.
Ubicación de la cual la depositaria del legado de
Allende parece empeñada en removerlo dentro del más breve plazo, dando así, en
último término, cabal cumplimiento al referido legado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario