El País Donde Nada es
el Colmo,
por Hermógenes Pérez de Arce.
Veo en la
televisión a un ciudadano tranquilo y satisfecho, haciendo declaraciones a Canal
13. Nada lo inquieta. Se trata de Enrique Villanueva Molina, frentista
“condenado” (es una manera de decir) por su participación en el asesinato de
Jaime Guzmán, pero completamente libre. Porque la pena le fue remitida por el Ministro
sumariante. “Libertad vigilada”. Por contraste con las decenas de militares hoy
presos en virtud de “presunciones” de haber cometido delitos en su lucha contra
terroristas hace treinta o cuarenta años. La responsabilidad de Villanueva
Molina está plenamente probada, no lo eximen de ella ni la amnistía ni la
prescripción ni la cosa juzgada, como a los militares, pero él está libre y
éstos no. Eso se llama “igualdad ante la ley a la chilena”.
Además, Villanueva puede tener la
certeza de que la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio del Interior no va
a recurrir contra la sentencia que le remitió la pena para que se le condene a
presidio efectivo, como lo hizo, bajo el Gobierno de Piñera, la citada oficina
en el caso de tres Marinos, un Carabinero y un Detective cuya pena había sido
remitida por el Ministro sumariante y confirmada por la Corte de Apelaciones.
El recurso del Gobierno de Piñera logró que la odiosa sala penal de izquierda
(con integrante DC) de la Suprema les aumentara la pena a cinco años y un día
de presidio efectivo. Ese ensañamiento Piñera-izquierda- DC contra los
militares no es extensible a los terroristas. ¡Qué envidia deben sentir esos
infortunados Oficiales y Suboficiales hoy injustamente presos por la buena
fortuna del guerrillero Villanueva!
Éste, en
sorprendente entrevista televisiva, ha revelado al periodista Jorge Hans, de
Canal 13, algo que en cualquier país serio habría llamado a escándalo, pero
acá, donde nada es el colmo y se vive en una atmósfera de cinismo general, no
provoca ninguno: que la fuga de frentistas de la Cárcel de Alta Seguridad en
1994, entre ellos del autor de los disparos contra Jaime Guzmán, Ricardo Palma
Salamanca (hoy residente en Cuba), había contado con la complicidad de las
autoridades.
Villanueva
señaló, en efecto, que: 1) Se había agrupado a los frentistas en un solo
recinto, para facilitar la fuga, pues si hubieran seguido separados, como lo
estaban, ella no habría podido materializarse; 2) Que se cambió el
armamento de los gendarmes de la torre de vigilancia por uno de escaso poder de
fuego; 3) Que los guardias más experimentados fueron reemplazados por elementos
bisoños y sin experiencia; y 4) Que los mismos ni siquiera dispararon contra el
helicóptero suspendido en el aire a pocos metros, mientras sustraía a los
presos.
Esto, que yo
denuncié documentadamente en 2008 en mi libro “Terapia para Cerebros Lavados”,
pág. 371, fundado en el testimonio de un dentista a quien un funcionario de
Gendarmería le había referido los mismos hechos, se añade a la situación
de público conocimiento de que la misma Gendarmería contrató a la
guerrillera belga Emmanuelle Verhoeven (pareja del jefe del FPMR, Galvarino
Apablaza, este último hoy impune en Argentina), para atender a los presos del
grupo en la Cárcel de ¿Alta? Seguridad, lo que hizo tan bien que estaban todos
listos para la fuga en el momento apropiado. Verhoeven, como todo frentista que
se precie, goza hoy de libertad en Alemania, donde estuvo brevemente
detenida "pro forma", tras una tibia petición de extradición chilena.
Bueno, no es raro
que una denuncia hecha por mí haya sido pasada por alto en “el país de los
cerebros lavados”, pero cuando un frentista confirma esa denuncia se podría
haber esperado alguna reacción de alguien. Y no ha habido ninguna. Ninguna.
Cero eco para las declaraciones de Villanueva en Canal 13.
Otro terrorista,
Héctor Maturana Urzúa, indultado por el Presidente Aylwin y hoy con trabajo
garantizado en Bélgica, ha vuelto al país porque ya cumplió el plazo.
Responsable de haber disparado a los cinco miembros de la comitiva del
Presidente Pinochet muertos en el atentado de 1986, también fue condenado por
el asesinato de un Teniente de Carabineros, Juan Carlos Amar, en 1989.
Aylwin lo perdonó,
por supuesto, y hoy se pasea ufano por Chile. El mismo Aylwin que solicitó ya
en 1991 a la Corte Suprema no aplicar la amnistía a los militares que hoy,
septuagenarios y octogenarios, purgan condenas injustas en celdas de dos por
tres metros en Punta Peuco, donde todos han sido hacinados tras la iniciativa
de Sebastián Piñera de cerrar el Penal Cordillera. Aylwin y Piñera se admiran
mutuamente por las cosas que hacen y dicen y muchos en la derecha también los
admiran. El otro día oí al actual Presidente de la UDI, en un seminario,
convocar a los asistentes a “cuidar al Presidente Piñera” ¿para que en 2018
cambie a los militares de Punta Peuco a una cárcel común? Y todos nos
enteramos de que ICARE, entidad de empresarios que yo suponía mayoritaria, sino
exclusivamente de derecha, le dio el “Premio a la Trayectoria” al ex Presidente
Aylwin. “Trayectoria digna de premio”: inducir a los militares a derrocar al
régimen marxista y después formar una comisión para crucificarlos “urbi et
orbi” por eso y abogar porque no se les aplique la amnistía. Con esta derecha
¿quién necesita una izquierda?
Siendo así las
cosas, no podemos extrañarnos de nada. Aunque los terroristas se paseen impunes
por el país mientras quienes nos libraron del destino totalitario que ellos nos
iban a deparar mueren, se suicidan de desesperación o vegetan ancianos y
enfermos, ilegal e injustamente presos en un penal hacinado.
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