Los Miedos de los
Kerenskys,
por Hermógenes Pérez de Arce.
La DC chilena le abrió paso al marxismo al poder en
1970 y ello le valió a su principal exponente de entonces, Eduardo Frei
Montalva, ganarse el apodo del "Kerensky Chileno", que le discernió
el autor brasileño Fabio Vidigal, al titular así su famoso libro. El
democrático régimen DC de 1970 censuró y prohibió distribuir esa obra en Chile,
cosa que se tradujo en su masiva venta en un agradecido mercado negro
literario, que cosechó a raíz de ello grandes ganancias no tributables. Si
había algo fácil de conseguir en las calles o bajo los mesones de entonces era
un ejemplar de "Frei, el Kerensky Chileno". Conservo el mío.
Como los animales políticos de este peculiar país se caracterizan por un rasgo que es ajeno al resto de los animales, el de tropezar dos veces con la misma piedra, la DC chilena ha vuelto en 2013 a abrir paso a que llegue el marxismo al poder, con la activa participación de un ex simpatizante suyo que nunca ha perdido su impronta, llamado Sebastián Piñera y que últimamente ha hecho señalados méritos para ser mejor conocido como "Kerensky Chileno II". Y, así, el marxismo está nuevamente ad portas del Gobierno y quien se haya molestado en leer su programa de 195 páginas habrá advertido que se propone, por increíble que parezca, reinstaurar en Chile, país felicitado en todas partes por sus logros conseguidos haciendo todo lo contrario que el socialismo, precisamente este último, que está extinto en casi todos los lugares de la Tierra.
Pero entonces resulta que ante ello los propios Kerenskys se han asustado. Ayer sábado en "El Mercurio" su más caracterizado exponente actual, el Presidente de la DC, Ignacio Walker, cuyos recientes efluvios izquierdizantes lo habían llevado incluso a suscribir públicamente la idea revolucionaria de la Asamblea Constituyente, nos ha informado que, sin embargo, la "nueva Constitución" consistirá en sólo tres reformas: fin del sistema binominal, derogación del quórum especial de las Leyes Orgánicas Constitucionales (4/7) y término del control preventivo de las Leyes por el Tribunal Constitucional. Sería un recetario bastante moderado, si no fuera porque añade después, sin mayor explicación, otra reforma: la supresión del quórum de dos tercios que la Constitución exige para derogar los derechos individuales fundamentales. Pero, tras detallarnos que una mayoría de países democráticos tiene quórum de dos tercios, Walker finaliza su artículo volviendo a decir que la nueva Constitución debe contener sólo tres cambios, y no los cuatro que enumera su artículo. Vaya uno a saber. Se necesitan años de estudio para entender los vaivenes verbales y escritos de la DC.
Sea como fuere, ese artículo es un testimonio del miedo que les está sobreviniendo a los Kerenskys. Completamente justificado, además. Porque, fíjense lo que les ha sucedido en Santiago: han perdido a dos fuertes candidatos a senadores y, en un caso, a una figura emblemática y ex candidata Presidencial del partido, Soledad Alvear. Analícese esto teniendo en consideración que ambos cupos los ha ganado RN, partido de derecha que no tenía ningún Senador en Santiago, pues ambos eran de la UDI. ¿Qué pasó? Es evidente que hubo un notorio desplazamiento de la votación DC más moderada hacia la derecha más cercana al centro, que es la de RN. Con ello perdió la DC y también perdió la UDI, que vio sobrepasados a sus dos poderosos candidatos, Golborne y Zalaquett, por sus rivales RN sorpresivamente gananciosos gracias al éxodo de los DC moderados, atemorizados ante la perspectiva de una aplanadora izquierdista en el Congreso, en presencia de cuyo riesgo los exponentes de RN les dan más garantías que las figuras tradicionalmente vacilantes de su propio partido.
Los miedos en política son muy determinantes, especialmente de las actitudes de los Kerenskys. Por miedo Frei Montalva exclamaba en 1973 "esto se arregla sólo con fusiles", Aylwin denunciaba la existencia de diez mil irregulares marxistas venidos del extranjero y con armas para dotar a quince regimientos, negándose a calificar de "excesivos" a los militares; y hasta el Cardenal Silva Henríquez aseguraba que, de no haber habido Pronunciamiento, el triunfo de la revolución izquierdista le habría significado la muerte a él mismo. Se lo confesó paladinamente a William Thayer, que lo consigna en sus "Memorias Ajenas" de 2012, todo ello citado en las primeras cien páginas del monumental aporte a la historiografía y la Juridicidad chilenas hecho por Adolfo Paul Latorre en su obra "Procesos Sobre Violación de Derechos Humanos", que ningún chileno culto y preocupado de su patria debería dejar de leer, antes que las funas marxistas lo hagan desaparecer de los escaparates de las librerías nacionales.
Yo sólo digo: si los Kerenskys ya están asustados, fácil es imaginarse cómo lo estaremos todos los situados a la derecha de ellos.
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