Campaña del
Terror,
por Hermógenes Pérez de
Arce.
Como tengo edad suficiente, recuerdo con
claridad cuando los que advertían sobre las consecuencias de un Gobierno de
Salvador Allende eran acusados de promover una "campaña del terror".
Finalmente hubo un Gobierno de Salvador Allende y fue mucho peor de lo que
pronosticaba tal "campaña del terror". Lo único que ésta había hecho
había sido advertir de lo que realmente iba a pasar, que habría sido mucho peor
si no nos hubiera librado de esa perspectiva un ente hoy "maldito e
innombrable, odiado por todos y traicionado por todos, que incurrió en la más
vil de las conductas: salvar a la Patria". Pongo la frase entre comillas
porque tiene autor: soy yo.
Ahora acaba de pasar una cosa extraordinaria,
de ésas que sólo pueden suceder en Chile, donde nadie lee nada y, si alguien
llegara a leer algo, no lo entendería. La historiadora Lucía Santa Cruz,
haciendo excepción a la regla, leyó el Programa de Michelle Bachelet, y para
concretar una doble excepción, lo entendió. Todo eso ya era grave, pero
incurrió en una falta peor: lo reveló públicamente. Y esto ha provocado un
pequeño terremoto político, entendiendo por tal lo habitual en estos casos:
insultos desde la izquierda y aseveraciones de sus intérpretes más respetados
en el sentido de que sería una exageración pensar que Michelle Bachelet va a
aplicar su Programa. Quieren hacernos creer que no lo va a aplicar.
Esto último es posible, pero sería una gran
burla. Claro, los candidatos suelen comportarse así. Si se compara lo que el
candidato Piñera prometió a los militares (r) con los malos tratos que les ha
inferido, se entenderá lo que quiero decir. Pero déjenme explicarles algunas
cosas que los van a convencer de que Michelle Bachelet sí puede aplicar su
Programa.
Desde luego, todo esto obedece, como tantas
veces les he advertido, a una estrategia comunista que el respectivo partido no
le va a permitir a Michelle Bachelet lanzar por la borda. En septiembre de 2001
el Partido Comunista, en su XXI Congreso, postuló textualmente lo siguiente:
"Planteamos una Nueva Mayoría Nacional. Se requiere una mayoría activa,
partícipe de un proceso que construya una relación político-militar favorable
al cambio revolucionario".
¿Tengo o no razón cuando afirmo, una y otra
vez, que en Chile siempre se termina haciendo lo que dicen los comunistas? ¿Y
qué dicen los comunistas hoy? Su Diputada electa Karol Cariola ha sido bastante
franca: "el Programa (de Bachelet) es el primer escalón en el
establecimiento del socialismo en Chile, en el patrón de Ecuador, Venezuela y
Cuba". Lucía Santa Cruz fue lapidada por analistas de izquierda que le
atribuyeron a ella la frase. Cuando aclaró que su autora había sido Karol
Cariola, la respuesta fue el silencio. Y ¡cuando no! se hizo un esfuerzo por
matizar las cosas: un columnista ha dicho que ¡tranquilos! así como no debe
tomarse al pie de la letra la aplicación de la Biblia que ha prometido Evelyn
Matthei, tampoco debe tomarse al pie de la letra la aplicación del Programa de
Michelle Bachelet.
Pero ¿quién es Michelle Bachelet? La verdad es
que eso no lo sabe nadie. En su Gobierno, claramente, no fue ella. Para saber
quién es hay que leer su biografía, de Andrea Insunza y Javier Ortega. Allí
consta que en los '70 era ayudista del MIR, colaborando en trasladar cosas de
una casa-refugio de la asociación terrorista a otra y que en los '80 convivía
con el vocero del FPMR. Guerrilleros de éste sostienen públicamente que ella
también pertenecía al grupo, cuando éste mataba más uniformados que nunca.
Después, en 1989, ella perteneció al pacto electoral organizado en torno al
Partido Comunista, el PAIS, y no a la Concertación. Fue candidata a Concejal
por Las Condes, donde obtuvo sólo poco más de dos mil votos, lo que
probablemente le provocó una catarsis ideológica que la llevó a incorporarse al
PS y a la Concertación, donde la versión de que su padre había sido asesinado
(no es verdad, murió tras jugar básquetbol teniendo una condición cardíaca) y
de que ella había sido torturada en Villa Grimaldi (estuvo seis días y tampoco
es verdad lo de la tortura: se lo oí confesar a ella misma en TV) le dieron
acceso a un Ministerio. The rest is history.
¿Qué queda al cabo de todo esto? Lo que ha
dicho Michelle y lo que dice su Programa. Lo primero, que en Chile
"termina un ciclo económico y político". Se acaba eso que describió
Bill Clinton cuando vino y se tomó una Coca Cola Light en lo que hoy se llama
"La Picá de Clinton": "Chile es la joya más valiosa de la corona
latinoamericana". Viene "el otro modelo", ese que donde decía
"Estado" ahora debe decir "lo público". "Lo
público" es lo contrario de "lo privado" y "lo
privado" es lo que quiere libremente usted, lo cual, a partir del 11 de
marzo próximo, usted podrá metérselo por donde mejor le quepa, porque a nadie
le importará y nadie lo respetará.
"Lo público" va a ser lo que manden
ellos. Y lo van a hacer con la plata de usted, pues van a subir el impuesto a
las empresas y, como van a suprimir el FUT, los dueños de ellas van a pagar, en
vez de cero impuesto por utilidades no retiradas y del 20 % actual por las
retiradas, un 35 %. Antes de asumir Piñera era 17%; entre Piñera y Bachelet lo
dejarán en más del doble. ¡Ah, y se me olvidaba! Ya usted no va a ser tan dueño
de sus cosas, porque el Programa dice que "la función social de la
propiedad delimitará su contenido". Y como en la nueva Constitución la
simple mayoría mandará, a lo mejor las habitaciones demás que alguien tenga en
su casa van a tener que ser ocupadas por gente que viva estrecha. ¿Usted creyó,
cuando vio "Profesor Zhivago", que era sólo una película?
El otro día pregunté, en una mesa de veinte
personas reunidas para analizar la actualidad, cuántos habían leído el Programa
de Bachelet. Resultado: ninguno. Yo sólo había leído un resumen de "El
Mercurio". Ahora oí y leí el análisis de Lucía Santa Cruz. Prometo leer el
texto completo de 195 páginas apenas lo ubique, supongo, en internet. Es que es
una parte sustancial de la "campaña del terror", cuyos principales
promotores son, por supuesto, los autores del Programa.
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