domingo, 8 de diciembre de 2013

El Asalto al Palacio de Invierno, por Hermógenes Pérez de Arce.






El Asalto al Palacio de Invierno,
por Hermógenes Pérez de Arce.


Las tres cosas más cuidadosamente ocultadas de la vista de los chilenos en los últimos días han sido la amplitud de la amnistía que dictó Nelson Mandela en Sudáfrica, pues ella abarcó a ambos bandos y no sólo a la guerrilla subversiva, como en Chile; el resultado de la encuesta PISA, revelando que la educación particular pagada chilena supera por mucho a la pública e incluso los niveles de países de la OECD (por ejemplo, Polonia) lo cual aconsejaría generalizarla, en vez de suprimirla, como propone "El Otro Modelo", que entrará pronto en vigor; y, en fin, el hecho de que el recién fallecido monseñor Alfonso Baeza fuera un gran defensor de los presos pertenecientes a la guerrilla izquierdista, por la cual se jugó y en cuyo beneficio obtuvo por Ley la libertad de numerosos condenados por actos de terrorismo cometidos después de 1990, bajo la plena democracia prevista en la Constitución de 1980. Porque ya Aylwin y Frei habían perdonado ampliamente a los terroristas de izquierda condenados durante el Gobierno Militar. Todos perdonados en nombre de la "paz social".


Cuando después se presentó un proyecto, patrocinado por Parlamentarios de la Alianza y la Concertación, para conceder igual rebaja de pena y con la misma exigencia de haber cumplido diez años de prisión efectiva, en favor de los condenados por supuestos delitos contra los derechos humanos bajo el Gobierno Militar, nadie de la Iglesia se interesó, ya no importó nada "la paz social" y el proyecto se perdió en el Senado por 17 votos contra 15, pues a última hora "se dieron vuelta" dos Senadores DC con cuya aprobación se contaba.


Después de eso y ya bajo la administración Piñera la persecución contra los presos políticos militares se ha acentuado, impulsada por el propio Gobierno, que ha multiplicado las querellas por hechos amnistiados y prescritos y ha agravado las condiciones penitenciarias, al suprimir el penal "Cordillera" en que ellas eran mejores, y trasladar a los respectivos presos a un recinto hacinado y alejado de los establecimientos hospitalarios en que deben atenderse, pues son ancianos y enfermos en su mayoría.


En ese sentido el gesto de la pobladora izquierdista Catalina Castillo, irritada por el aprovechamiento Presidencial con fines propagandísticos de las exequias del sacerdote defensor de la guerrilla, seguramente interpretó, sin quererlo ella, por cierto, a buena parte de la familia militar, aunque ningún miembro de ésta haya incurrido nunca en semejantes excesos para expresar su desencanto ante el doble estándar, la persecución ilegal y las promesas Presidenciales incumplidas.


En ese contexto de doble estándar y ocultamiento de verdades "políticamente incorrectas" continúa su curso la Revolución Chilena sin empanadas ni vino tinto, un capítulo decisivo de la cual se concretará el próximo domingo. Por comparación con la Revolución Francesa, un capítulo similar al de la transición entre los Estados Generales y la Asamblea Constituyente se anuncia en el programa de Michelle Bachelet. Después vendrá, por comparación con la Revolución Rusa, el Asalto al Palacio de Invierno, en que también serán arrasados los Kerenskys que han contribuido a llevarla a ella al poder.


Para eso se ha requerido acá, por supuesto, de la completa anulación de la derecha política, que ha dado pasos tan nefastos para su propia existencia y para la sobrevivencia de una sociedad libre como lo fue apoyar el ascenso de Sebastián Piñera al poder, quien ha lanzado las últimas paladas de tierra sobre la tumba de aquélla al ponerse a la cabeza del "Septiembre Rojo" condenatorio del Gobierno Militar que la misma apoyó e integró.


Por una de esas ironías de la Historia, la fuente inspiradora del inminente paso de nuestros Estados Generales a nuestra Asamblea Constituyente han sido los estudiosos de una universidad fundada y regentada por hombres de negocios de derecha, ahora think tank de izquierda. Fue creada con la mira de defender sus ideas, pero ha terminado propagando las contrarias, pues de ella se apoderó ya hace años un "soviet" que ha trabajado y sigue trabajando efectivamente en pro de la Revolución en curso.


Otro renunciamiento memorable se ha concretado en estos días cuando el CEP, Centro de Estudios Públicos, think tank supuestamente dedicado a entregar los fundamentos morales e intelectuales de una sociedad libre, ha resuelto suplementar su consejo directivo con una mayoría de centro-izquierda, uno de cuyos miembros integró el principal montaje político-publicitario de la Concertación para sentar en el banquillo de los acusados al Gobierno Militar, la Comisión Rettig, que no entregó "Ni Verdad ni Reconciliación" (título de mi último libro) y cuyo Director subrogante actual fue parte del segundo gran montaje publicitario en contra del Gobierno Militar, la "Comisión de la Prisión Política y la Tortura", que concedió pensiones a cerca de treinta mil izquierdistas que acudieron a declararse "torturados" ante ella a un ritmo de ciento cuarenta casos diarios cuidadosamente examinados, y con completo olvido, por no ser ello pertinente, que uno de los capítulos por los cuales la mayoría democrática de la Cámara pidió a los militares poner término al Gobierno de Salvador Allende fue el de la sistemática tortura a meros opositores políticos.


Entonces, podemos ver lo que está pasando y, en función de eso, prever lo que va a pasar, todo financiado originariamente por la derecha (creo que Lenin fue el que dijo que los empresarios les van a vender a sus verdugos la soga con que los van a ahorcar): primero el paso de los Estados Generales a la Asamblea Constituyente, que va a ser muy similar al de la Revolución Francesa; y luego el Asalto al Palacio de Invierno, cuando, como en la Revolución Rusa, no sólo los derechistas que financiaron todo, sino también los Kerenskys que se congraciaron con los bolcheviques, van a tener que salir huyendo.

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