El
"DesUPelote" II,
por Hermógenes Pérez de
Arce.
Un blog tan
distinguido como éste no debería emplear ese término, pero es que el Contralor
General de la República ya lo ha usado ayer (“La Segunda, 23.09.14, p. 7). Y lo
ha hecho para referirse a la forma cómo el Estado ha dilapidado los recursos de
la Subvención Escolar Preferencial: “Hay una suerte de cultura del despelote
del gasto público”, ha dicho.
La Subvención Escolar Preferencial tiene por objeto
suplementar adicionalmente la subvención a los alumnos más “vulnerables”, que
es la palabra utilizada de un tiempo a esta parte para referirse a los pobres.
Pero el Contralor ha comprobado que más de la mitad de los fondos fue empleada
en otros fines. ¿Por qué? Porque los funcionarios Estatales son como el resto
de los mortales: primero que nada velan por su propio interés. Entonces, según
el Contralor, gastaron la mayor parte de la subvención en ellos mismos y su
bienestar: bonos, sueldos e indemnizaciones para personas ajenas a la educación
($8.945 Millones); “salidas y celebraciones” ($1.695 millones); inversiones
bancarias para ganar intereses; “notebooks, proyectoras, impresoras, discos
duros, computadores… que no se encontraban en los establecimientos
(educacionales)”; “vestuario deportivo para presentaciones artísticas”, el cual estaba en los domicilios de los
monitores; “proyectores, fotocopiadoras y pizarras interactivas… que
permanecían sin ser utilizados; “pago de sandwichs para reuniones de
directivos, almuerzos, loza, material de aseo para una escuela de verano,
cortinas para habilitar una casa de huéspedes y compra de aspiradoras”;
“programas antivirus, radios e identificadores de huellas digitales”; “tarjetas
de saludo para el Día del Trabajador, cursos de capacitación no autorizados, compras de certificados de
nacimiento, atención médica, lienzos, pinturas y materiales de ferretería”. ¿Y
los alumnos más pobres? Pueden esperar.
Tanta
malversación hace risibles esos “ponderados juicios” de dirigentes políticos y
empresariales que compran la retórica de la izquierda y aceptan pagar más
impuestos “para mejorar la educación”. Porque, simplemente, la mayor parte no
irá a la educación, sino a la burocracia que la maneja. Al tonel sin fondo
llamado Ministerio de Educación. El otro día me puse de pie a aplaudir, durante
un almuerzo, a un rector universitario que, contestando la pregunta de cuál
sería la primera medida que adoptaría para mejorar la enseñanza si estuviera en
el Gobierno, contestó: “Ponerle una bomba al Ministerio de Educación”. Se
entendía que para hacerlo desaparecer. Naturalmente, después de aplaudirlo
expliqué que con el dinero despilfarrado año tras año por ese monstruo burocrático
se podría dar a todas las familias pobres y algo pobres de Chile un vale para
financiar la educación de sus hijos en el mejor colegio particular pagado de su
elección, entre los que surgirían en gran número bajo un sistema de libertades.
Esto, que tantas veces he propuesto en este blog, lo ha dicho Niall Ferguson
días atrás, ganando páginas completas en revistas y diarios. Bueno, no tengo
inconveniente en cederle la idea.
Supuestamente
ese dinero dilapidado debió financiar la Subvención Escolar Preferencial para
los más pobres, pero éstos recibieron menos de la mitad. ¿Por qué? Porque el
dinero cayó en manos del Estado, y éste nunca va a dar la solución, pues “el
ESTADO ES EL PROBLEMA” (Ronald Reagan).
El programa Estatista
de Reforma Educacional está desarticulando, literalmente, la enseñanza
particular subvencionada. El abogado asesor de los colegios, Eduardo Escalona,
ha revelado (“El Mercurio”, 23.09.14, p. A2) que sólo el 8% de ellos traspasará
el establecimiento a una corporación sin fines de lucro, como exige el plan
socialista-comunista. Y que, del resto, el 21% se transformará en particular
pagado y el 79% cerrará. Es la debacle de la educación particular
subvencionada.
¿Qué nos recuerda esto? El Transantiago, por supuesto, que
transformó un sistema de locomoción en que había 13 mil empresarios en otro
donde quedaron cuatro mil; un sistema que arrojaba ganancias globales anuales
de 63 millones de dólares en otro que da pérdidas de 700 millones de dólares
anuales; y un sistema que satisfacía las necesidades de los usuarios en otro
que les ha deteriorado su calidad de vida.
La autóctona
expresión del Contralor me ha hecho recordar la UP I, durante la cual se acuñó
la expresión “desUPelote” para describir la situación. Yo en esos años tenía un
comentario radial que se transmitía a las 7.30, las 14 y las 22 horas todos los
días y que me valió ser elegido Diputado por Santiago. Describía situaciones
similares a las que, ahora, han llevado a la señora madre de la Presidente a
decir que le parece estar reviviendo la UP. Por algo lo habrá dicho. En ese
entonces, para mí, el clímax del despilfarro y la prueba decisiva de que “el
Estado era el problema” se presentó al denunciarse que, con el presupuesto de
la Salud Estatal. se había financiado ¡un tratamiento sicológico en París para
el extremista brasileño Belluce Bellucci Morais”!, uno de los doce mil (datos
de la OEA) llegados para impulsar la revolución.
Ahora estamos
viendo de nuevo la película, pero sin (espero) los grupos armados que promovía
activamente el Gobierno de Allende. A propósito de lo cual me ha divertido
saber, a través del programa de Checho Hirane, que ese repúblico democrático
que es hoy Osvaldo Andrade fue apresado por Carabineros en 1973, antes del 11,
por porte ilegal de un arma, tras un accidente de tránsito. En ese tiempo el
armamentismo UP sólo se descubría gracias a accidentes de tránsito. La denuncia
policial siguió su trámite y, años después, Osvaldo Andrade se benefició de la
Ley de Amnistía y fue sobreseído. Ahora que su Gobierno va a “anular” dicha Ley
¿debería ser procesado al desaparecer la causal de extinción de su
responsabilidad?
Se incorpora,
entonces, el episodio al anecdotario del actual “DesUPelote II”.
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