miércoles, 24 de septiembre de 2014

El "DesUPelote" II, por Hermógenes Pérez de Arce.






El "DesUPelote" II,
por Hermógenes Pérez de Arce.


          Un blog tan distinguido como éste no debería emplear ese término, pero es que el Contralor General de la República ya lo ha usado ayer (“La Segunda, 23.09.14, p. 7). Y lo ha hecho para referirse a la forma cómo el Estado ha dilapidado los recursos de la Subvención Escolar Preferencial: “Hay una suerte de cultura del despelote del gasto público”, ha dicho.


La Subvención Escolar Preferencial tiene por objeto suplementar adicionalmente la subvención a los alumnos más “vulnerables”, que es la palabra utilizada de un tiempo a esta parte para referirse a los pobres. Pero el Contralor ha comprobado que más de la mitad de los fondos fue empleada en otros fines. ¿Por qué? Porque los funcionarios Estatales son como el resto de los mortales: primero que nada velan por su propio interés. Entonces, según el Contralor, gastaron la mayor parte de la subvención en ellos mismos y su bienestar: bonos, sueldos e indemnizaciones para personas ajenas a la educación ($8.945 Millones); “salidas y celebraciones” ($1.695 millones); inversiones bancarias para ganar intereses; “notebooks, proyectoras, impresoras, discos duros, computadores… que no se encontraban en los establecimientos (educacionales)”; “vestuario deportivo para presentaciones artísticas”, el  cual estaba en los domicilios de los monitores; “proyectores, fotocopiadoras y pizarras interactivas… que permanecían sin ser utilizados; “pago de sandwichs para reuniones de directivos, almuerzos, loza, material de aseo para una escuela de verano, cortinas para habilitar una casa de huéspedes y compra de aspiradoras”; “programas antivirus, radios e identificadores de huellas digitales”; “tarjetas de saludo para el Día del Trabajador, cursos de capacitación  no autorizados, compras de certificados de nacimiento, atención médica, lienzos, pinturas y materiales de ferretería”. ¿Y los alumnos más pobres? Pueden esperar.


          Tanta malversación hace risibles esos “ponderados juicios” de dirigentes políticos y empresariales que compran la retórica de la izquierda y aceptan pagar más impuestos “para mejorar la educación”. Porque, simplemente, la mayor parte no irá a la educación, sino a la burocracia que la maneja. Al tonel sin fondo llamado Ministerio de Educación. El otro día me puse de pie a aplaudir, durante un almuerzo, a un rector universitario que, contestando la pregunta de cuál sería la primera medida que adoptaría para mejorar la enseñanza si estuviera en el Gobierno, contestó: “Ponerle una bomba al Ministerio de Educación”. Se entendía que para hacerlo desaparecer. Naturalmente, después de aplaudirlo expliqué que con el dinero despilfarrado año tras año por ese monstruo burocrático se podría dar a todas las familias pobres y algo pobres de Chile un vale para financiar la educación de sus hijos en el mejor colegio particular pagado de su elección, entre los que surgirían en gran número bajo un sistema de libertades. Esto, que tantas veces he propuesto en este blog, lo ha dicho Niall Ferguson días atrás, ganando páginas completas en revistas y diarios. Bueno, no tengo inconveniente en cederle la idea.


          Supuestamente ese dinero dilapidado debió financiar la Subvención Escolar Preferencial para los más pobres, pero éstos recibieron menos de la mitad. ¿Por qué? Porque el dinero cayó en manos del Estado, y éste nunca va a dar la solución, pues “el ESTADO ES EL PROBLEMA” (Ronald Reagan).


          El programa Estatista de Reforma Educacional está desarticulando, literalmente, la enseñanza particular subvencionada. El abogado asesor de los colegios, Eduardo Escalona, ha revelado (“El Mercurio”, 23.09.14, p. A2) que sólo el 8% de ellos traspasará el establecimiento a una corporación sin fines de lucro, como exige el plan socialista-comunista. Y que, del resto, el 21% se transformará en particular pagado y el 79% cerrará. Es la debacle de la educación particular subvencionada.


¿Qué nos recuerda esto? El Transantiago, por supuesto, que transformó un sistema de locomoción en que había 13 mil empresarios en otro donde quedaron cuatro mil; un sistema que arrojaba ganancias globales anuales de 63 millones de dólares en otro que da pérdidas de 700 millones de dólares anuales; y un sistema que satisfacía las necesidades de los usuarios en otro que les ha deteriorado su calidad de vida.


          La autóctona expresión del Contralor me ha hecho recordar la UP I, durante la cual se acuñó la expresión “desUPelote” para describir la situación. Yo en esos años tenía un comentario radial que se transmitía a las 7.30, las 14 y las 22 horas todos los días y que me valió ser elegido Diputado por Santiago. Describía situaciones similares a las que, ahora, han llevado a la señora madre de la Presidente a decir que le parece estar reviviendo la UP. Por algo lo habrá dicho. En ese entonces, para mí, el clímax del despilfarro y la prueba decisiva de que “el Estado era el problema” se presentó al denunciarse que, con el presupuesto de la Salud Estatal. se había financiado ¡un tratamiento sicológico en París para el extremista brasileño Belluce Bellucci Morais”!, uno de los doce mil (datos de la OEA) llegados para impulsar la revolución.


          Ahora estamos viendo de nuevo la película, pero sin (espero) los grupos armados que promovía activamente el Gobierno de Allende. A propósito de lo cual me ha divertido saber, a través del programa de Checho Hirane, que ese repúblico democrático que es hoy Osvaldo Andrade fue apresado por Carabineros en 1973, antes del 11, por porte ilegal de un arma, tras un accidente de tránsito. En ese tiempo el armamentismo UP sólo se descubría gracias a accidentes de tránsito. La denuncia policial siguió su trámite y, años después, Osvaldo Andrade se benefició de la Ley de Amnistía y fue sobreseído. Ahora que su Gobierno va a “anular” dicha Ley ¿debería ser procesado al desaparecer la causal de extinción de su responsabilidad?


          Se incorpora, entonces, el episodio al anecdotario del actual “DesUPelote II”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario