viernes, 12 de septiembre de 2014

El Odio Recargado, por Hermógenes Pérez de Arce.






El Odio Recargado,
por Hermógenes Pérez de Arce.


          Tal como antes de 1973, la violencia la pusieron las, hoy, “víctimas de violaciones a los derechos humanos”. Mataron a una mujer, quemaron vehículos y dispararon e hicieron barricadas en las calles. Más personas caen, ya al anochecer, bajo sus balazos. Pero los que disparan son “víctimas”. El país los compadece y los indemniza, cada año más. Los supuestos “victimarios” uniformados, en cambio, son septuagenarios y octogenarios ilegalmente presos por el delito de haber enfrentado la violencia armada, hace 41 años. Muchos muy enfermos, que en 1973 actuaron ¡a requerimiento de algunos de los políticos que ahora los condenan! Y hoy mismo ha entrado a prisión un Parlamentario por haber sido militar y enfrentado a la guerrilla del MIR instalada en Neltume, en 1981. Si los guerrilleros hubieran podido, lo habrían matado a él. Pero la sociedad no le perdona haber disparado primero. Ni el haberla protegido. “Cuando el peligro pasa, el soldado es olvidado.” Y en Chile es, además, condenado.


Parece que la rendición política incondicional de quienes, ya fueren civiles o uniformados, les impidieron el golpe totalitario en 1973 a los portaestandartes del odio no los ha apaciguado nada. El anuncio de la anulación de la amnistía es ya un paroxismo, porque hoy ningún Juez aplica la amnistía. Pues los Jueces de izquierda –que son casi todos— no respetan la Ley y condenan igual. Si no hay pruebas, “presumen” culpabilidad. Para ello gozan de impunidad. Y parece que mientras más serviles se tornan los adversarios de los Guardianes del Odio, que son civiles y  militares, tránsfugas y arrepentidos, más furiosos se ponen esos Guardianes, arriesgándose incluso al ridículo, como lo han hecho hoy.


          Porque ¿qué van a hacer ahora los Jueces que vienen desconociendo de facto la amnistía desde 1997? ¿No es una Ley anulatoria de ella la prueba pública y oficial de que está vigente y por tanto han prevaricado? ¿No debería, entonces, la Corte Suprema sancionarlos, ante tal declaración oficial e indubitable de que han fallado contra derecho? No, porque así como en Chile ha dejado de regir el derecho, tampoco rige la razón. Sólo rige el ridículo.


          ¿Y qué vamos a hacer con la Constitución, a todo esto? Pues si bien los Guardianes del Odio la van  a cambiar “a como dé lugar” (de eso supongo que nadie tiene duda), por ahora ella todavía consagra el principio pro reo, según el cual siempre se aplica la Ley más favorable al reo, aunque una nueva la anule. Eso dice el derecho. Pero, claro, ya nadie se preocupa del derecho ni de la Constitución, desde que Aylwin en 1991 le escribió a la Corte Suprema para que no aplicara la amnistía hasta el final de los juicios, contra lo ordenado por el código (que ordena poner término inmediato al juicio) y violando la norma de la propia Carta, que prohibía al Presidente “avocarse causas pendientes”.  Pero él violó la Constitución… “en la medida de lo posible”… y se salió con la suya. Tanto que empresarios de derecha le acaban de discernir el “Premio a la Trayectoria”.


          Ahora los Guardianes del Odio se aprestan a dictar aun otra Legislación, para castigar la tortura, con efecto retroactivo, y así los 30 mil que “pasaron por caja” tras declararse torturados ante la Comisión Valech y tienen pensión vitalicia, podrán perseguir a sus presuntos torturadores sin otro requisito que llevar una legión de Guardianes del Odio a declarar que sí los vieron cuando eran torturados, y siempre el tanto por ciento de la indemnización que pagará el Estado irá para los abogados “de derechos humanos”. Eso viene.


          El ridículo no termina aquí: si se anula la amnistía ¿deberán entonces, también ser procesados los extremistas de izquierda que se acogieron a ella y están libres? ¿Van a tener que ir a tomar presa a gente que trabaja en el propio Palacio de La Moneda? Si rigieran en Chile el derecho y la lógica, sí. Pero ninguno de ellos rige.


          A propósito, a mediodía me sorprendió (siendo que ya nada me sorprende)  un comentarista radial de derecha negándose a criticar a Aylwin por su cambio de bando, debido, dijo, “a que antes del 11 él no podía saber las cosas deleznables que iban a hacer los militares”. ¡Pobres militares! Desde la izquierda (no olvidemos al PIR), el centro y la derecha les pidieron dar el golpe y ahora todos se unen contra ellos para condenarlos por haberlo dado. Frei Montalva les decía: “¡Esto se arregla sólo con fusiles!” y ahora los meten presos por haber empleado fusiles. Pero ni siquiera pasó como dijo el comentarista radial “arrepentido”, porque Aylwin apoyó a los militares justamente cuando se produjo el 60 por ciento de los extremistas caídos en los 17 años, entre el 11 de septiembre y el 31 de diciembre de 1973. Entonces no sólo apoyaba a los militares, sino que los defendía públicamente, diciendo que uno no los debía criticar estando “sentado detrás de un escritorio”, cuando ellos estaban recibiendo el fuego “de milicias fuertemente armadas”. Pero ahora, tal vez por el centenario de Parra, este último fuego pasó a ser “imaginario”.


          Coincidió también este 11 con la eliminación de una de las bases del progreso chileno de las últimas décadas, progreso que nos ha puesto a la cabeza de América Latina. Pues Arenas se ha vanagloriado de la supresión del FUT. Dice que es la mayor reforma en treinta años. Ahora vamos a ver cuánto invierten los chilenos sin FUT. Es decir, los Guardianes del Odio han “bajado de los patines” a los inversionistas. Se anticiparon, pues ya lo hará Eyzaguirre con los buenos alumnos. Y que pongan sus barbas en remojo los otros pilares del “modelo chileno”, como las AFPs, las isapres, el DL 600 y el mercado de capitales.


Argumentan que Aylwin subió los impuestos en 1990 y no pasó nada. Pero Aylwin no tocó el FUT. Y así y todo pasó más de algo: al poco tiempo el país creció cada vez menos. Bueno, luego vamos a ver los efectos de la supresión del FUT.


Y no hablemos en este 11 de la persecución discriminatoria y con publicidad desatada contra algunos (y sólo algunos) operadores e inversionistas en el sector financiero. Más temprano que tarde vamos a ver los efectos de esa caza de brujas en el clima de libertad que ha permitido la sofisticación de las operaciones bursátiles. Entretanto, la masa exige el cadalso para los denunciados y repite lo que dicen los diarios, que es lo que dice la autoridad. ¡Qué debido proceso, presunción de inocencia y patrañas semejantes! Ya se han dictado condenas públicas contra víctimas elegidas “con pinzas” y alto sentido propagandístico, para aprovechar el odio de clases. La gente que menos entiende es la que más vocifera contra las cabezas que la autoridad ha puesto en la picota pública. Pero han metido un elefante en la cristalería. Ya se verán los efectos.


Así se celebra el que ha pasado a ser, lastimosamente, el Día Oficial de los Guardianes del Odio. Se ha producido la Gran Trasmutación: el 11 ahora es de ellos, los agresores mutados en “agredidos”, los victimarios disfrazados de “víctimas”, los totalitarios travestidos de “demócratas”. Este ha pasado a ser el onomástico, celebrado en La Moneda, en que la izquierda nos recuerda que jamás permitirá que haya en Chile Verdad y Reconciliación. Y la derecha, que en 1973 celebró el 11 con champaña y en 1988 votó entusiasta por el “sí” a Pinochet, ahora, dando el espectáculo de miseria moral más lamentable de su historia política, se atropella para pedir perdón por haber apoyado a los militares que salvaron al país y para suprimir los párrafos de sus Declaraciones de Principios como partidos que lo reconocieron así.


Hasta estaban contritos porque los Guardianes del Odio no los convidaron a La Moneda a rendir homenaje al peor Presidente de la historia de Chile.

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