El Odio
Recargado,
por Hermógenes Pérez de
Arce.
Tal como antes de 1973, la violencia la pusieron las, hoy, “víctimas de
violaciones a los derechos humanos”. Mataron a una mujer, quemaron vehículos y
dispararon e hicieron barricadas en las calles. Más personas caen, ya al
anochecer, bajo sus balazos. Pero los que disparan son “víctimas”. El país los
compadece y los indemniza, cada año más. Los supuestos “victimarios”
uniformados, en cambio, son septuagenarios y octogenarios ilegalmente presos
por el delito de haber enfrentado la violencia armada, hace 41 años. Muchos muy
enfermos, que en 1973 actuaron ¡a requerimiento de algunos de los políticos que
ahora los condenan! Y hoy mismo ha entrado a prisión un Parlamentario por haber
sido militar y enfrentado a la guerrilla del MIR instalada en Neltume, en 1981.
Si los guerrilleros hubieran podido, lo habrían matado a él. Pero la sociedad
no le perdona haber disparado primero. Ni el haberla protegido. “Cuando el
peligro pasa, el soldado es olvidado.” Y en Chile es, además, condenado.
Parece que la rendición política incondicional
de quienes, ya fueren civiles o uniformados, les impidieron el golpe
totalitario en 1973 a los portaestandartes del odio no los ha apaciguado nada.
El anuncio de la anulación de la amnistía es ya un paroxismo, porque hoy ningún
Juez aplica la amnistía. Pues los Jueces de izquierda –que son casi todos— no
respetan la Ley y condenan igual. Si no hay pruebas, “presumen” culpabilidad.
Para ello gozan de impunidad. Y parece que mientras más serviles se tornan los
adversarios de los Guardianes del Odio, que son civiles y militares, tránsfugas y arrepentidos, más
furiosos se ponen esos Guardianes, arriesgándose incluso al ridículo, como lo
han hecho hoy.
Porque ¿qué van a hacer ahora los Jueces que vienen desconociendo de
facto la amnistía desde 1997? ¿No es una Ley anulatoria de ella la prueba
pública y oficial de que está vigente y por tanto han prevaricado? ¿No debería,
entonces, la Corte Suprema sancionarlos, ante tal declaración oficial e
indubitable de que han fallado contra derecho? No, porque así como en Chile ha
dejado de regir el derecho, tampoco rige la razón. Sólo rige el ridículo.
¿Y qué vamos a hacer con la Constitución, a todo esto? Pues si bien los
Guardianes del Odio la van a cambiar “a
como dé lugar” (de eso supongo que nadie tiene duda), por ahora ella todavía
consagra el principio pro reo, según el cual siempre se aplica la Ley más
favorable al reo, aunque una nueva la anule. Eso dice el derecho. Pero, claro,
ya nadie se preocupa del derecho ni de la Constitución, desde que Aylwin en
1991 le escribió a la Corte Suprema para que no aplicara la amnistía hasta el
final de los juicios, contra lo ordenado por el código (que ordena poner
término inmediato al juicio) y violando la norma de la propia Carta, que
prohibía al Presidente “avocarse causas pendientes”. Pero él violó la Constitución… “en la medida
de lo posible”… y se salió con la suya. Tanto que empresarios de derecha le
acaban de discernir el “Premio a la Trayectoria”.
Ahora los Guardianes del Odio se aprestan
a dictar aun otra Legislación, para castigar la tortura, con efecto
retroactivo, y así los 30 mil que “pasaron por caja” tras declararse torturados
ante la Comisión Valech y tienen pensión vitalicia, podrán perseguir a sus
presuntos torturadores sin otro requisito que llevar una legión de Guardianes
del Odio a declarar que sí los vieron cuando eran torturados, y siempre el
tanto por ciento de la indemnización que pagará el Estado irá para los abogados
“de derechos humanos”. Eso viene.
El ridículo no termina aquí: si se anula la amnistía ¿deberán entonces,
también ser procesados los extremistas de izquierda que se acogieron a ella y
están libres? ¿Van a tener que ir a tomar presa a gente que trabaja en el
propio Palacio de La Moneda? Si rigieran en Chile el derecho y la lógica, sí.
Pero ninguno de ellos rige.
A propósito, a mediodía me sorprendió (siendo que ya nada me
sorprende) un comentarista radial de
derecha negándose a criticar a Aylwin por su cambio de bando, debido, dijo, “a
que antes del 11 él no podía saber las cosas deleznables que iban a hacer los
militares”. ¡Pobres militares! Desde la izquierda (no olvidemos al PIR), el
centro y la derecha les pidieron dar el golpe y ahora todos se unen contra
ellos para condenarlos por haberlo dado. Frei Montalva les decía: “¡Esto se
arregla sólo con fusiles!” y ahora los meten presos por haber empleado fusiles.
Pero ni siquiera pasó como dijo el comentarista radial “arrepentido”, porque
Aylwin apoyó a los militares justamente cuando se produjo el 60 por ciento de
los extremistas caídos en los 17 años, entre el 11 de septiembre y el 31 de
diciembre de 1973. Entonces no sólo apoyaba a los militares, sino que los
defendía públicamente, diciendo que uno no los debía criticar estando “sentado
detrás de un escritorio”, cuando ellos estaban recibiendo el fuego “de milicias
fuertemente armadas”. Pero ahora, tal vez por el centenario de Parra, este
último fuego pasó a ser “imaginario”.
Coincidió también este 11 con la eliminación de una de las bases del
progreso chileno de las últimas décadas, progreso que nos ha puesto a la cabeza
de América Latina. Pues Arenas se ha vanagloriado de la supresión del FUT. Dice
que es la mayor reforma en treinta años. Ahora vamos a ver cuánto invierten los
chilenos sin FUT. Es decir, los Guardianes del Odio han “bajado de los patines”
a los inversionistas. Se anticiparon, pues ya lo hará Eyzaguirre con los buenos
alumnos. Y que pongan sus barbas en remojo los otros pilares del “modelo
chileno”, como las AFPs, las isapres, el DL 600 y el mercado de capitales.
Argumentan que Aylwin subió los impuestos en
1990 y no pasó nada. Pero Aylwin no tocó el FUT. Y así y todo pasó más de algo:
al poco tiempo el país creció cada vez menos. Bueno, luego vamos a ver los
efectos de la supresión del FUT.
Y no hablemos en este 11 de la persecución
discriminatoria y con publicidad desatada contra algunos (y sólo algunos)
operadores e inversionistas en el sector financiero. Más temprano que tarde
vamos a ver los efectos de esa caza de brujas en el clima de libertad que ha
permitido la sofisticación de las operaciones bursátiles. Entretanto, la masa
exige el cadalso para los denunciados y repite lo que dicen los diarios, que es
lo que dice la autoridad. ¡Qué debido proceso, presunción de inocencia y
patrañas semejantes! Ya se han dictado condenas públicas contra víctimas
elegidas “con pinzas” y alto sentido propagandístico, para aprovechar el odio
de clases. La gente que menos entiende es la que más vocifera contra las
cabezas que la autoridad ha puesto en la picota pública. Pero han metido un
elefante en la cristalería. Ya se verán los efectos.
Así se celebra el que ha pasado a ser,
lastimosamente, el Día Oficial de los Guardianes del Odio. Se ha producido la
Gran Trasmutación: el 11 ahora es de ellos, los agresores mutados en
“agredidos”, los victimarios disfrazados de “víctimas”, los totalitarios
travestidos de “demócratas”. Este ha pasado a ser el onomástico, celebrado en
La Moneda, en que la izquierda nos recuerda que jamás permitirá que haya en
Chile Verdad y Reconciliación. Y la derecha, que en 1973 celebró el 11 con
champaña y en 1988 votó entusiasta por el “sí” a Pinochet, ahora, dando el
espectáculo de miseria moral más lamentable de su historia política, se
atropella para pedir perdón por haber apoyado a los militares que salvaron al
país y para suprimir los párrafos de sus Declaraciones de Principios como
partidos que lo reconocieron así.
Hasta estaban contritos porque los Guardianes
del Odio no los convidaron a La Moneda a rendir homenaje al peor Presidente de
la historia de Chile.
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