Vigilia 11 de Septiembre.
Estimados compatriotas y amigos:
La vida de las personas sufre altos y bajos en
su camino, el que no siempre es regular sino con momentos de quietud y de
zozobra. Los países no son diferentes y si bien su vida se prolonga por siglos,
su camino también es oscilante, con momentos de holgura y quietud y momentos de
tensión e incluso crisis.
Hoy estamos prontos a conmemorar 41 años desde
que Chile vivió difíciles días, que lo mantuvieron con grandes zozobras,
desencadenando una crisis cuya profundidad nos llevaba a sacrificar nuestra
libertad, nuestra identidad y nuestros valores permanentes. Salvándonos de ello
el haber tenido compatriotas con coraje, aplomo y decisión ante esos
tempestuosos momentos.
Chile desde fines de la década del 60 era un
descarnado escenario en que se reflejaban las tensiones bipolares globales, de
la lucha que se vivía entre socialismos reales y democracias representativas.
Lamentablemente caímos sin mayor crítica, sin mayor análisis, sin mayor
cordura, en el juego de la polarización, en el juego montado por sectores
políticos extremistas y anti-sistema con muy mezquinos intereses, llevando con
ellos a hombres y mujeres, estudiantes y jóvenes que siguieron los cantos de
sirena, gente que efectivamente creyó que esa mentada revolución era liberadora
y permitiría superar el subdesarrollo y la pobreza. Craso error, era altamente
probable que la gran mayoría de esa gente ignoraba cuán libres y cuan
desarrollados vivían en Cuba, Polonia, Hungría, la Unión Soviética, por nombrar algunos ejemplos.
En Chile, claramente la clase política no
estuvo a la altura, los sectores ultras crecieron y gozaron de total
reconocimiento, se hizo común ver civiles armados, GAPs, instructores cubanos, paramilitares, grupos
organizando defensas sectoriales, cordones industriales, etc.
El lenguaje también fue subiendo de intensidad
siendo común hablar de revolución, vía armada, ni un paso atrás, “avanzar sin
transar”, etc. La propia prensa hizo eco de este afiebramiento social,
instigado y potenciado por el propio Salvador Allende y sus ministros, quienes
resultaban tener un nivel de sobre-ideologización y activismo que hacía
impensable un buen gobernar.
La crisis no tardó en llegar, como todo
gobierno socialista que se preciara de tal, el apriete vino hacia el propio
pueblo; las JAP, las tarjetas de racionamiento, la escasez, el mercado negro
gatillado por ellos mismos, (quedaba harina para 3 días)… era el sometimiento
por el hambre.
Los trabajadores no trabajan, estaban en
asambleas; los estudiantes no estudiaban, estaban en marchas; los campesinos no
sembraban, el fundo estaba tomado; las micros no circulaban,tampoco lo camiones:
estaban en paro; el presidente no gobernaba, solo alardeaba.
En medio de esta crisis los militares eran el
último bastión republicano y por ello eran observados de cerca. Debido a esto y
en un acto de dudosa legalidad, el propio Allende convoca a los Comandantes en
jefe de las FF.AA. a integrarse al gobierno; no todos lo hacen, pero este gesto
que podría haber sido visto como patriótico, no era otra cosa que una maniobra
política más ante el objetivo final: el poder total, absoluto y sin
contrapesos.
Mientras en las calles las mujeres hacían sonar
sus cacerolas vacías y otros les tiraban maíz a los soldados, se pronunciaba la
Contraloría rechazando reformas constitucionales; el Presidente de la Corte
Suprema señalaba públicamente que el gobierno lindaba en la ilegalidad. Fue el 22
de agosto de 1973 que la propia Cámara de Diputados emite en 15 considerandos el
acuerdo que declara la ilegitimidad del gobierno de Allende.
Esas señales, ese ambiente, ese contexto, esas
acciones más el pronunciamiento de los dos poderes del Estado, fueron el marco
de legitimidad que hicieron posible que nuestras FF.AA. y Carabineros de Chile
hicieran eco de su función integradora y cohesionadora de la integridad Patria,
asumiendo un rol para lo cual no fueron concebidas, para lo cual no fueron
formadas y el que no buscaron, que es gobernar; pero que ante el descrito
escenario, no podían permanecer inertes al ver cómo se desmembraba nuestra
democracia y con ella nuestro sentido de país.
El día 11 de septiembre de 1973, la historia
convocaba nuevamente a nuestras FF.AA., ese día nuevamente el juramento ante la
bandera cobraba valor en cada uno de nuestros soldados, marinos, aviadores y carabineros.
El día 11 de septiembre de 1973, se produjo el definitivo quiebre entre aquella
interpretación ideológica violenta y antojadiza, lejana a nuestra realidad
republicana, a la que forzosamente se nos hacía caminar.
A partir de ese día, volvía a brillar
lentamente el sol en Chile. No se iniciaba un nuevo gobierno, no era un
recambio de autoridades, ni un mero cambio en la administración.
Chile en el estado en que se encontraba,
requería de un proceso profundo que rediseñara su institucionalidad, que mirara
al futuro al fin de forma cohesionada. Y así cada soldado, cada oficial y cada
autoridad –entre las cuales estaban varios de ustedes- trabajó en hacer cambiar
a Chile: se estudió, preparó y promulgó una nueva constitución, se cambió toda
la institucionalidad bajo principios de libertad y soberanía y
autodeterminación, teniendo a la democracia como un fin, se rediseño el sistema
electoral, educacional, de salud, tributario, laboral, etc.
Se adoptó el modelo de una economía abierta al
mercado siendo pioneros en un desarrollo que a muchos países les ha tomado
décadas, se modernizó todo el aparato estatal, la función pública y la función
política, con miras a hacer de Chile un país desarrollado…¡esa sí fue una
verdadera revolución!
Se iniciaba un proceso, cuyas etapas fueron muy
bien delineadas y ejecutadas conforme a objetivos que fueron todos ellos
cumplidos, entregando el gobierno a la civilidad democrática y aislando a los
sectores de extrema izquierda y ultras que tanto daño causaron.
Muchos de nosotros siendo niños, fuimos
testigos de un trabajo incansable de muchos de ustedes, cumpliendo variados
roles y funciones, de gobierno e incluso políticas, percibiendo por ello el
austero ingreso de un militar, pero el alto orgullo de trabajar por la Patria.
Hoy lamentablemente las cosas han ido
cambiando, la percepción de las nuevas generaciones nuevamente proviene de
versiones tergiversadas e interesadas de los sectores de izquierda que no
perdonan que su mentado proceso revolucionario no fue más que el fracaso que
dejó a Chile más pobre y a los pobres más oprimidos en su ya difícil condición
social.
La izquierda no perdona ni va a perdonar, que
el proceso de transformación de Chile fue llevado en orden, trabajo y
austeridad, inicialmente por militares y posteriormente seguido por hombres y
mujeres de trabajo y esfuerzo, reencontrando estos el sentido de nuestra Nación
y la verdadera ruta de una Patria soberana.
Sin duda el camino no fue fácil y tampoco
estuvo exento de errores; hubimos de lamentar violencia y muertes en ambos
bandos, en un conflicto que si bien no fue contra otro país o fuerza externa,
fue un conflicto asimétrico en un escenario no convencional, contemplando
incluso guerrilla y armas extranjeras, infiltrados de los países socialistas de
tiempos de la guerra fría y compatriotas nuestros retornados a Chile previo
entrenamiento en guerrilla y combate urbanos.
Hoy, cuando está ya lejano el eco de aquellas
aguerridas voces de mando, de aquellos momentos de hidalguía y coraje, que
fueron aquellos que les guiaron para construir el Chile que muchos hemos
disfrutado, incluyendo aquellos mismos políticos oportunistas que han profitando
solapadamente y por más de 20 años, mientras vociferan acerca del modelo hecho
en dictadura!
Hoy es fácil decir qué se debió haber hecho,
que no se debió y cómo se debió haber hecho. Resulta fácil hablar de lecciones
aprendidas después de 41 años tomándose un café, con tanta historia reciente y
tanto que se he escrito y oído; pero eso no merece homenaje alguno. Quienes
lideraron, soñaron y construyeron el nuevo Chile, merecen nuestro homenaje, y
aún cuando para muchos no es oportuno ni “políticamente correcto” hacerlo, lo
hacemos nosotros: la Mesa 11 de Septiembre, agradece a sus FF.AA. y
Carabineros, por haber construido el Chile que hoy gozamos; muchos de ellos
reciben hoy el pago de Chile en sus cuarteles de Punta Peuco, cuando no están
desfilando en Tribunales. Para ellos, un “MUCHAS GRACIAS”.
Nuestro Escudo Nacional reza: “Por la razón o
la fuerza” y ello apela a nuestra declaración de Independencia, en que se decía
queChile se independizó porque le asistió la razón y tuvo la fuerza para
lograrlo. Este concepto es totalmente aplicable a las FF.AA. y Carabineros de
aquella época: les asistió la razón y tuvieron la fuerza para lograrlo,
demostrando una vez más que la historia no se equivoca, y de tanto en tanto
convoca a nuestros soldados quienes sin pensar en sí mismos toman la bandera en
un brazo y la espada en el otro para
defender y proteger a nuestra querida Patria.
Alineados tras nuestra identidad y valores
patrios, aquellos que jamás perecen, proferimos con orgullo:
Viva Chile, Viva Chile y Viva Chile.
Muchas gracias.
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