El condoro
más grande de la historia.
Piñera creyó que abriendo sus bracitos a la
centro izquierda se llenaría de gloria. Esperando neutralizar las agresivas
declaraciones de sus líderes y la sesgada cobertura en su contra de los medios,
apenas asumió les invitó a conformar un "Gobierno de unidad" y a
muchos de ellos a conservar sus puestos en la administración.
Ya vimos que la reacción de los invitados fue
todavía más encarnizada. Agregaron a sus improperios acusaciones de que
"otra cosa es con guitarra", interpretando que la invitación era
porque en la derecha no había gente suficientemente preparada para Gobernar.
La verdad es que Piñera todavía no termina de
darse cuenta del impacto histórico que significó —tanto para la concertación
UP/DC como en la escena política internacional— que los chilenos resolvieran
votar por la centro derecha, la cual todos asociaban y (pese a las arteras
movidas del Presidente) siguen asociando al Gobierno Militar, o
"dictadura" en la jerga impuesta por los medios.
Y es que el desplazamiento de los
"sectores democráticos" como patudamente exigen ser reconocidos
ocurrió pese a la multitud de amarres de la institucionalidad, el dominio
mediático y la fiel militancia de casi todas las organizaciones no Gubernamentales,
los favorecidos con pensiones vitalicias e indemnizaciones (enorme contingente
que representa cientos de miles de votos duros), el apoyo extranjero y el gigantesco
presupuesto financiero que junto a todo lo demás probaron ser inútiles para
convencer a los chilenos de seguir con ellos.
Por lo mismo, muchos pensamos que el nuevo Gobierno
le hincaría el diente al necesario desmontaje de tanto amarre, tarea para la
cual debió aplicarse desde el primer día, cuando hasta por la TV todos los
chilenos vimos que los funcionarios del régimen saliente extraían los discos
duros de las computadores y los hacían desaparecer.
Sin embargo, nada de eso ocurrió. Toda esta canasta
de recursos —robustecida por decisiones populistas y Estatistas de Piñera—
sigue en completo dominio de esta gente que, en una estrategia diseñada a
partir desde el día que perdieron la Presidencial, designaron a Bachelet como
la figura detrás de la cual volverían al poder. Para ello la fondearon en un
puesto en la ONU —donde no hizo nada de nada, salvo el ridículo— y ahora la han
traído para pasearla como fetiche en medio de una campaña frenética y
millonaria por todos los medios.
Siendo esta la situación presente, nos
preguntamos ¿Qué pasará si la UP/DC recupera el poder? ¿Respetarán la brecha
institucional que permitió a la derecha "colarse" en la Presidencia o
la bloquearán para que ello no vuelva a ocurrir? ¿Qué otra motivación sino ésa
es la que hay detrás de impulsar una nueva Constitución? ¿Quién en este mundo
podría creerles que el país está tan mal que hay que rehacerlo desde cero?
Ahora que el Partido Comunista (castrismo local
que claramente responde a La Habana) se incorpora en forma abierta (por 20 años
fue parte oculta de la coalición, recibiendo ingentes montos de dinero a cambio
de aquietar "la calle") ¿lo hará para luego perder pan y pedazo? Esa
no me la creo, y la prueba es este ultimátum que el castrista local le hace a
los del comando (aparece exigiéndolo a Bachelet, pero todos sabemos que ella no
corta ni trincha en este asado):
Amigos, creo que con su intento de alzarse con
la hegemonía de la derecha adoptando el credo zurdo respecto de nuestra
historia reciente y debilitando así a su coalición, Piñera no sólo se hará
culpable de que Evelyn Matthei pierda la carrera a La Moneda. En realidad se
hará culpable de la pérdida de la democracia, porque para nadie hay dudas de
que a su vuelta los malos harán tabla rasa con la institucionalidad, de modo
que "nunca más" vuelva la derecha al poder.
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