Poder popular: otro eufemismo revolucionario
para desfigurar la realidad e imponer las tiranías totalitarias que tanto
gustan a nuestros izquierdistas.
La Revolución
y Su Contradicción Vital,
por Hermógenes Pérez de
Arce.
Está tan avanzada la revolución en curso
que hasta volvió el padre Berríos, después de su saludable (para el medio
católico local) ausencia en África. Anoche me deleité viéndolo y oyéndolo en
“El Informante” de TVN, más audaz, más izquierdista y más revolucionario que
nunca. Fustigó, por supuesto, a la “cota mil” por nuevos pecados que no le
había atribuido en sus anteriores anatemas: dijo que era “inmoral” y
“escandaloso” que hubiera dos clínicas nuevas en San Carlos de Apoquindo, las
de la Universidad Católica y la Universidad de los Andes, en circunstancias que
deberían construirse en La Pintana y Puente Alto; aplaudió con entusiasmo el
matrimonio homosexual; y si bien en lo del aborto no fue claro, se mostró
dispuesto a discutir el tema y pareció no condenar a quienes lo practicaran; en
fin, su apoyo al régimen revolucionario de Michelle Bachelet 2.0 fue explícito
y dijo que aplaudía todas sus reformas.
Si el padre Berríos las aplaude es porque estamos viviendo una
revolución de verdad, con todos sus trastornos propios. Ya la Reforma
Tributaria ha provocado la caída de las expectativas económicas a sus niveles
más bajos desde la crisis subprime. Los cálculos de economistas publicados en
días pasados estiman que por el solo concepto de menor crecimiento va a haber
2.400 millones de dólares menos en recaudación tributaria, lo que representa un
30 por ciento de los 8.200 millones más que se quiere recaudar con la Reforma.
Y hoy en “El Mercurio” se revela
que Chile está entre los tres países con mayor caída en su crecimiento, caída
en la cual sólo nos aventajan dos que son francamente mala compañía: Argentina
y Venezuela.
Las importaciones de vehículos en los primeros cinco meses del año han
caído 18%, según el mismo diario.
También él da cuenta de que el país ha caído siete puestos en el ranking
mundial de inversión extranjera directa, según el informe UNCTAD de 2013. Ello
fue consecuencia de las medidas socialistas del gobierno de Sebastián Piñera,
que aparte de su preocupación por perseguir judicial pero ilegalmente a los
soldados del ’73 (en lo que fue peor para éstos que los regímenes socialistas
previos), subió impuestos, creó ministerios, subsecretarías y superintendencias
costosos e innecesarios y vetó o postergó las inversiones en generación
eléctrica indispensables para mantener el abastecimiento y bajar sus precios.
En la Araucanía, el foco revolucionario más virulento, el Gobierno
respalda al Intendente Huenchumilla, que se ha puesto a la cabeza del
alzamiento general contra la legalidad y la producción económica regional,
hasta yendo a visitar a uno de los asesinos del matrimonio de agricultores que
fuera quemado dentro de su casa. El Intendente predica que los fundos deben ser
quitados a sus dueños y entregados a los que no tienen tierras; dice que las
empresas madereras deben marcharse de la región (algunas se están yendo a
Brasil); pero incumple su ofrecimiento de “quemarse a lo bonzo”, lo que podría
poner coto al clima de violencia en la zona.
Huenchumilla es, de hecho, el único que puede disputar el título de
cabecilla de la revolución a Eyzaguirre, quien ha tomado al pie de la letra las
proclamas de “la calle” de 2011 y se apresta acogerlas y destruir los tres
pilares de la libertad y la calidad en la enseñanza chilena, que son la
posibilidad de emprender esa actividad de una manera económicamente viable
(lucro), mejorar el nivel de los colegios particulares subvencionados (copago)
y hacerse de un prestigio que atraiga a los mejores alumnos (selección).
Pero es consolador saber que en otros países la
revolución socialista en la educación logró ser detenida. Hoy en la sección de
“El Mercurio” “Hace Treinta Años” se da cuenta de la marcha de un millón de
franceses en París contra las políticas educacionales socialistas de
Mitterrand, cuyos pujos revolucionarios fueron contenidos por el pueblo y éste
eligió después a una sucesión de gobiernos de derecha, tal como debería suceder
acá tras el retroceso general que está provocando Michelle 2.0. Éste haría
viable una futura alternativa de derecha. Lo malo es que, en opinión de la
unanimidad de los analistas políticos, la derecha simplemente ha dejado de
existir entre nosotros y sus dirigentes emprenden una desenfrenada e
inexplicable carrera hacia el centro y la mimetización con la izquierda.
Coronando su gesta revolucionaria, Michelle 2.0 anuncia ahora el retorno
de una institución cuya supresión precisamente la izquierda aplaudió en su
momento: los parlamentarios designados. Pues dice que promoverá una cuota de
diputados y senadores mapuches, aunque no les alcancen los votos. Todo lo cual
seguramente inducirá a muchos a preguntarse cómo hará el Gobierno para
convencer a los candidatos que obtengan más votos que los designados, pero sean
desplazados por éstos, de que seguimos “profundizando la democracia que tanto
nos costó recuperar” y de que “la mayoría debe mandar”.
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