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la campaña del Sí en el plebiscito del 88, que el Gobierno de Pinochet
perdió y
honrando su palabra, las Leyes y la Constitución entregó el poder.
Volveríamos a
votar que sí.
Si se repitiera la situación del plebiscito del
5 de octubre de 1988 volveríamos a votar que sí, en parte en agradecimiento por
habernos evitado una dictadura comunista, en parte por el inmenso avance que
tuvo Chile durante el Gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden que encabezó
el Presidente Augusto Pinochet.
Hoy, época en que todo ha sido
descontextualizado y olvidado, parecemos haber olvidado que los chilenos
mayoritariamente llamamos a los uniformados, que la administración de Allende
destruyó el país tanto en lo material, como en lo espiritual y pisoteó la
Constitución y las Leyes.
Nadie voto en apoyo a las transgresiones a los
derechos humanos, aunque nadie puede negar que los sucesos eran públicamente conocidos
por medio de radios, como Cooperativa, o de periódicos impresos, como Fortín
Mapocho, entre millares de publicaciones que inundaban los quioscos de venta de
publicaciones informativas.
Se ha pretendido que quienes votamos que sí intentábamos
eternizar la “dictadura”, lo que es una falsedad, pues, en el periodo que
seguía entraban en plena vigencia las normas permanentes de la Constitución, reiniciaba sus funciones el
Parlamento y el Gobierno sería ejercido Constitucionalmente por el General
Pinochet.
Los Uniformados no solamente cumplieron su
promesa de reconstruir el país, le cambiaron la cara de la pobreza que sumía a
las grandes mayorías por la de un país pujante en el que cada vez había más
oportunidades para los chilenos, y además, nos devolvieron la democracia
perdida por la irresponsabilidad de la clase política.
Hoy muchos sectores políticos hablan de la
odisea con la que recuperaron la democracia, lo que es absolutamente falso,
pues el retorno al sistema democrático estaba previsto en la Constitución de
1980, se cumplieron los plazos, los uniformados perdieron el proceso y de
acuerdo a lo establecido por la Carta Magna entregaron el poder.
El país que tenemos hoy no es obra de los cinco
últimos Gobiernos, ni tampoco las posibilidades de mejorar la situación social
del país, que son el resultado de las políticas visionarias de desarrollo y
apertura aplicados por el Gobierno Militar y de un país que le puso el hombro
para superar el descalabro en que algunos sumieron a nuestra Patria.
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