Justicia
Divina,
por Hermógenes Pérez de
Arce.
Un programa de televisión me pidió el año pasado que le formulara una
pregunta en cámara a Franco Parisi, precandidato Presidencial que debatía con
su similar Andrés Velasco, antes de las primarias. Yo le pregunté qué pensaba
hacer, en caso de ser electo, con los escandalosos atropellos a la Ley y la
Constitución que cometían los Jueces contra los presos y procesados políticos
uniformados. Pero entonces Velasco, que no había sido el preguntado, se apropió
de la respuesta, manifestó que mi pregunta era “repugnante” y dictaminó que
esos militares eran “asesinos, torturadores y violadores de derechos humanos”
que no merecían ninguna consideración. Seguramente se sintió más “políticamente
correcto” que nunca.
Pero ahora la Justicia de izquierda, que impera sin contrapeso en
nuestro país, le ha hecho probar a él la medicina del abuso y la ilegalidad.
Sin ninguna consideración y en medio de la más amplia publicidad negativa, detectives
de la PDI, por orden Judicial, se han apersonado a las oficinas de Velasco para
incautar sus computadores y documentación, como si fuera un delincuente o
traficante de drogas, mientras los periodistas, oportunamente advertidos, por
supuesto, se arremolinaban alrededor para no perder detalle de la diligencia y
publicitarla ampliamente. Eso basta en este desgraciado país actual para
destruir la reputación de una persona. Pues ha llegado a ser costumbre que los
procesos se tramiten en papel de diario y ante las cámaras.
Días atrás comenté el caso de los ejecutivos de Larraín Vial, condenados
a multas millonarias en dólares, suficientes para arruinarlos de por vida, sin
ellos haber realizado una sola de las operaciones investigadas por la
Superintendencia, que los crucificó pasando por sobre un informe en derecho de
la Presidente del Colegio de Abogados, Olga Feliú, acreditando que el
procedimiento contra Larraín Vial no ha respetado las mínimas exigencias de un
debido proceso.
Permítanme parodiar una vez más al pastor
Niemöller: “Fueron por los militares, sin respetar las Leyes ni la
Constitución, pero no dije nada porque yo no era militar, y finalmente han
venido por mí.” Y Velasco podría añadir: “Una vez dije que era ‘repugnante’
reclamar por que a los uniformados no se les respetaban sus derechos. Pero
ahora no me los respetan a mí.”
Los que aplauden cuando se exhibe en la picota pública y se desprestigia
por los medios a personas que no han sido legalmente procesadas ni condenadas,
harían bien en ponerse en el lugar de éstas, porque algún día les puede pasar a
ellos.
Hace poco vi a uno de los economistas más
serios y respetados de nuestro medio, Klaus Scmidt-Hebel, decir en el programa
“Tolerancia Cero” que en una de las sociedades “Cascada” se había falsificado
las actas del directorio. Eso también lo afirmaba un titular de “El Mercurio”,
pero el mismo no reflejaba toda la información que seguía, pues si uno la leía
completa podía comprobar que el gerente de dicha “Cascada” aclaraba que no
había tal falsificación, sino que en el borrador del acta de directorio él había
observado que no se había incluido una intervención suya dando a conocer hechos
relevantes y verídicos, por lo cual había exigido que se rehiciera y se
incluyeran sus palabras, lo cual bajo ningún respecto implica una
“falsificación del acta”. Pero eso queda para los que leemos toda la
información, mientras que la masa se guía por los titulares, repetidos después
en noticieros y programas de la farándula como verdades inconcusas.
Y entonces ahora el escándalo alcanzó a Velasco. Y ello sucedió en los
momentos en que un enésimo Juez de izquierda, contraviniendo todas las Leyes, había
sometido a prisión a dos Almirantes y un Capitán de Navío por haber formado
parte de una “asociación ilícita” llamada Armada de Chile, que en 1973 apresó a
un extremista que murió tras haberse arrojado por una ventana del Hospital
Naval.
Afortunadamente la Corte de Apelaciones de Valparaíso, mediante una
resolución que a lo mejor el Velasco de antes habría considerado “repugnante”,
dejó libres a los Oficiales y dictaminó que la Armada, en realidad, no era en
1973 una “asociación ilícita”.
Le deseo a Velasco un veredicto final que reivindique su buen nombre,
pero la escandalosa publicidad negativa de que ya ha sido víctima probablemente
no será borrada, como no lo será la que recibieron, desde el General Pinochet
para abajo, los Oficiales por años imputados por soborno en el caso de la
compra de los tanques “Leopard”, y que acaban de ser finalmente absueltos, pues
no habían cometido ilícito alguno. “Mentid, mentid, que algo queda”, aconsejaba
el cínico Voltaire. Y los Jueces de izquierda siguen su consejo al pie de la
letra.
En todo caso, es seguro que a estas horas hay
al menos un arrepentido de haber calificado tan mal el que se impetrara para otros
el derecho a la honra y al respeto de la Legalidad.
Nota de la
Redacción:
Al cierre de esta nota los trascendidos
apuntaban también al Ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, por
supuestos aportes del grupo Penta a la fundación "Ciudad Justa".
Ciertamente el Gobierno, por medio del Ministro
Elizalde, salió a respaldar al Secretario de Estado, actitud muy diferente a la
tenida con otros de los que se especula serían responsables de estos malos
manejos.
Creemos que las instituciones deben funcionar
plenamente y sancionar a quienes hayan evadido impuesto o a quienes a sabiendas
hayan gozado de los beneficios de los ilícitos comentados para financiar sus
campañas. Todas las postulaciones deben ser investigadas, sobre todo aquellas
que recibieron suculentos montos en aportes reservados, como la candidatura de
Bachelet o la de Girardi.
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