El
Sepulturero de la Derecha,
por Hermógenes Pérez de
Arce.
Hace cuatro años la derecha decidió cavar su
propia tumba y eligió a la persona más idónea para ese lúgubre menester:
Sebastián Piñera.
Hoy él está culminando tal cometido con
singular eficacia. Para comenzar, el que era su partido, RN, hace agua por sus
cuatro costados y los tripulantes empiezan a abandonarlo. Los Diputados Karla
Rubilar, Pedro Browne y Domingo Godoy, todos piñeristas caracterizados, han
renunciado a la colectividad y proclamado la formación de otra, “Amplitud”, que
pese a su denominación dice no querer tener nada que ver con las fuerzas
pinochetistas y conservadoras que dominan, según ellos, su antigua tienda.
El mismo Piñera, a todo esto, se muestra
renuente a volver a militar en ella. A juzgar por sus actuaciones de los
últimos meses, en particular desde el momento en que, con motivo de los 40 años
del 11 de septiembre, se puso a la
cabeza del “derby de demolición” del legado histórico del Gobierno Militar, ya
no podría moralmente volver a un partido fundado por connotados integrantes de
ese régimen y cuando todavía los militares estaban en el poder. Claro, Piñera a
estas alturas también ha olvidado por completo que él mismo, en 1989, saltó
ágilmente desde las filas del “No” a las del “Sí”, para ser generalísimo del
candidato Presidencial Hernán Büchi contra el representante del “No”, Patricio
Aylwin. Sin perjuicio de ello, Aylwin ha pasado a ser ahora el político al que
más visita y admira y con el cual se prodigan mutuos elogios. En realidad,
tienen bastante en común, y en particular comparten la habilidad para asestar
puñaladas en la espalda a los militares cuando ya han dejado de serles útiles
para sus ambiciones políticas personales.
En este último aspecto Piñera ha sido
particularmente habilidoso, pues consiguió el “voto militar” comprometiéndose
expresamente a hacer respetar la prescripción en los juicios contra uniformados
y después, bajo su Gobierno, su Subsecretario Ubilla ha sido el más activo para
presentar querellas contra militares en casos ostensiblemente extinguidos por
la prescripción que su jefe se comprometió a hacer respetar. Pero la política
no es un quehacer caracterizado por imponer sanciones morales a quienes cometen
trasgresiones como la descrita y, de hecho, a veces los premia. Pues Piñera ha
aumentado, según la última encuesta Adimark, a 45 por ciento su nivel de apoyo
ciudadano.
Claro, Adimark es la única encuesta que le
brinda ese guarismo, pues CEP y CERC, que realizan encuestas menos frecuentes
(no tienen los medios de Adimark), muestran un apoyo a lo menos diez puntos
menor para el Presidente. Y la propia Adimark se contradice consigo misma, pues
en ella la Alianza, que es el conglomerado encabezado por Sebastián Piñera,
tiene un apoyo de menos de la mitad que él, 21 por ciento, y un rechazo de 63
por ciento; y, asimismo, la identificación con el Gobierno de Piñera es sólo de
un 29 por ciento. Notable diferencia entre 29 y 45 por ciento, siendo éste,
ostensiblemente, el Gobierno de, por y para Sebastián Piñera.
Si RN hace agua, la UDI no está libre de
embates y dentro de ella se enfrentan dos corrientes, una de las cuales, según
su personero José Pedro Guilisasti, Presidente de la juventud, representa la
necesidad de transformar al partido en “un colectivo más tolerante”, pues
“sufre del estigma de mostrarse ‘pinochetista y conservador’” (“La Segunda”,
07.01.14).
El “derby de demolición” emprendido por
Sebastián Piñera en septiembre ciertamente es sólo un colofón, pues había sido
iniciado hace veinte años por Aylwin con el “Informe Rettig”, instrumento de
falsificación histórica que tenía el fin preciso de condenar al Gobierno Militar
y exculpar a la extrema izquierda, junto con llenarla de dinero indemnizatorio,
en compensación por habérsele impedido consumar la benemérita tarea de
transformar a Chile en un estado totalitario marxista-leninista.
A todo esto, es interesante ir a la página web
de CERC y estudiar sus encuestas sobre la opinión acerca del Gobierno Militar,
la última de las cuales es de junio de 2013. Allí se comprueba cómo el lavado
de cerebros sobre la historia reciente del país ha operado entre los chilenos,
pues desde una adhesión importante a ese régimen a comienzos de los ’90, se ha
llegado a una muy escasa en la actualidad, como lo prueban por lo demás las
divisiones actuales en los partidos cuyos militantes y líderes fueron parte del
mismo Gobierno Militar.
Estamos, pues, asistiendo a un funeral, el de la derecha. Y ni siquiera
es un funeral de primera, porque en los de esa clase se habla muy bien del
difunto, en cambio en este caso la extinta sólo recibe críticas y vituperios
por su pasado, mientras su sepulturero le lanza “paletada tras paletada”, y
surge victorioso subiendo en las encuestas, mientras la Alianza que lo apoya y
el propio Gobierno que encabeza se hunden en el desprestigio; y los partidos
que en mala hora lo apoyaron y eligieron se encaminan a la desintegración.
Ya les decía yo hace cuatro años que todo esto
les iba a suceder. Pero, como de costumbre, no me hicieron caso. Y hasta
algunos contumaces aseguran que dentro de cuatro años volverán a votar por su
sepulturero de hoy.
Nota de la
Redacción:
Curioso nos parece el caso de los Diputados Rubilar,
Browne y Godoy, que esperan ser elegidos para renunciar a una colectividad que
nació como defensora del Gobierno Militar y a la que ingresan, aparentemente,
sin haber leído su declaración de Principios no conocido su historia.
Más que “amplitud” lo de estos Parlamentarios
nos parece oportunismo político e inconsecuencia sobre todo si consideramos que
se produce inmediatamente de haberse conocido la única encuesta que le concede
a su “líder” una popularidad de la que es evidente que no goza.
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