La Mayor
Inmoralidad de Nuestros Días,
por Hermógenes Pérez de
Arce.
Esta mañana (ayer) fue públicamente confesada, por uno de sus autores
subalternos, la mayor traición política de nuestro tiempo, que viene a coronar
el que es, a su turno, el mayor escándalo moral y judicial contemporáneo en
Chile: el Subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, en ceremonia pública a la
cual concurrieron el Ministro del Interior y los otros dos Subsecretarios de la
misma cartera, con el Presidente de la República ubicado en el lugar en que
mejor se siente, es decir, el centro de la escena ante los focos y las cámaras,
confesó que bajo su gestión, a los 246 casos judiciales por querellas de
derechos humanos en que se había hecho parte esa cartera hasta el Gobierno
anterior, él había añadido otras 912 querellas bajo el actual, es decir “un
270% más”, como declaró orgulloso, de
persecuciones inconstitucionales, ilegales y arbitrarias (tres sinónimos, según
la “norma Piñera”). Todo de acuerdo a lo que informa “La Segunda” de hoy.
El desdoroso anuncio se ha hecho con total cinismo, pues ha tenido lugar
con la prensa convocada a Palacio para alcanzar la mayor difusión. En efecto,
todo esto es históricamente vergonzoso, en razón de que el otrora candidato
Sebastián Piñera, con el fin de conseguir los votos de los uniformados y de la
familia militar, en la sede de los oficiales en retiro, en 2009, se comprometió
a hacer valer el debido proceso en los juicios contra el personal en retiro
que, siendo militares activos y llamados sus altos mandos por la mayoría
democrática civil a través de la Cámara de Diputados, acudió a combatir con sus
armas (“esto se arregla sólo con fusiles”, E. Frei) al ejército extremista
clandestino forjado por comunistas, miristas, socialistas, mapucistas e
izquierdistas cristianos en número de diez mil efectivos locales (C.
Altamirano), además de doce a quince mil foráneos (OEA) que se preparaban para
el asalto al poder total en 1973.
El Piñera candidato fue particularmente enfático para prometer que
defendería la aplicación de la prescripción en los “indebidos procesos”, pero,
ya conseguidos los votos que le interesaban, “hecha la pasada” y obtenida la
ganancia, según su hábito de toda una vida, no sólo olvidó su promesa
electoral, sino que activó en la forma descrita hoy por su Subsecretario Ubilla
y sumó, a las 246 querellas por hechos prescritos, amnistiados y frecuentemente
falsos que Interior había iniciado bajo Bachelet, otras 912 propias. Es decir,
no sólo incumplió en hacer respetar la prescripción, sino que ha sido activo
para contravenirla ilegalmente.
Próximamente se presentará la segunda edición de un libro históricamente
importante, que el “establishment” chileno ha ninguneado de una manera que hace
desmerecer a nuestra sociedad. Es el extenso estudio jurídico que describe las
“inconstitucionalidades, ilegalidades y arbitrariedades” de los “Procesos Sobre
Violaciones a los Derechos Humanos”, obra del jurista Adolfo Paul Latorre. Tras
la recuperación moral que algún día (que hoy se ve muy lejano) deberá
sobrevenir en el país, ése va a ser un texto de estudio en la universidades e
institutos de investigación interesados en saber por qué el Poder Judicial en
particular y la sociedad chilena en general pudieron caer a tan bajos niveles
de solvencia moral.
Testimoniando la profundidad de esa crisis ética, un reciente fallo Judicial
ha aplicado precisamente, y con llamativo cinismo, la eximente de la
prescripción a los asesinatos múltiples, premeditados, a traición y con
alevosía de cinco uniformados en 1986, cuya autoría intelectual reinvindicara
no hace mucho el Diputado comunista y “encargado militar” del partido,
Guillermo Teillier, en forma pública y con notable desplante. El abogado y ex
militante de la UDI, Raúl Meza, tuvo el coraje de presentar una querella por el
quíntuple crimen, hasta hoy impune, tomando pie de que precisamente la
jurisprudencia actual de los Tribunales sostiene que la prescripción no ampara
homicidios. Pero como nuestros Tribunales son tales, pero no de Justicia,
desecharon la querella contra Teillier aplicando, en su caso, la prescripción,
no obstante lo cual ayer mismo el diario digital “Chile Informa” da a conocer
que la Sala Penal de Izquierda de la Corte Suprema ha condenado a cinco años de
presidio efectivo al General (r) de Carabineros, Patricio Jeldres, por la
muerte, en octubre de 1973, de dos dirigentes socialistas.
¿Por qué el responsable de un quíntuple asesinato a sangre fría ocurrido
hace 26 años, públicamente confeso de su autoría, es eximido de responsabilidad
por prescripción, y el supuesto autor de dos muertes hace 40 años, que niega su
participación, no es amparado por esa eximente? La respuesta correcta es que
sólo porque nuestros Tribunales están integrados por Jueces de izquierda, que
condonan los crímenes de izquierda de hace 26 años y castigan ilegalmente a los
acusados de la muerte de izquierdistas hace 40 años. Es simplemente un tema de
pertenencia política. ¿Estado de Derecho? Eso no existe en Chile.
El caso del General Jeldres es particularmente revelador del odio
político que prevalece tanto en el Ministerio del Interior de Piñera como en la
Sala Penal de la Corte Suprema. Pues dicho General (r), fue absuelto por el
Juez de Primera Instancia de Chillán. Luego la Corte de Apelaciones de Izquierda
correspondiente lo condenó, pero como su nivel de odio político no alcanza al
del Ministerio del Interior de Piñera ni
al de la Sala Penal de la Suprema, le impuso cinco años y un día de libertad
vigilada.
Entonces la abogada del Ministerio del Interior
de Piñera y subordinada de Ubilla, Patricia Parra, recurrió de casación ante la
Corte Suprema, confiada en que el odio finalmente se impondría, y así consiguió
que los Ministros Juica, Künsemüller, Brito y Blanco, transformaran los cinco
años y un día de libertad vigilada en igual tiempo de presidio efectivo. El Ministro
Dolmetsch, en cambio, probó que su nivel de odiosidad es menor y votó por
mantener los cinco años y un día de libertad vigilada. Naturalmente, Moya
pagará quinientos millones de pesos a los parientes de los dos dirigentes
socialistas (¿cuánto de eso irá a parar a las manos de los “abnegados abogados
de derechos humanos”? Mi pálpito: 60%.) El General (r) Jeldres ingresará a
Punta Peuco.
Pero la Corte Suprema prevaricó de manera
diferente a la de Apelaciones, según la cual los dos dirigentes permanecían
secuestrados en manos del General
Jeldres (una mentira tan flagrante como frecuente). Pues sostuvo una ilegalidad
distinta: que la razón para que no se aplicaran la prescripción ni otras eximentes
es que se trató de “delitos de lesa humanidad”. Pero éstos no existían en la Legislación
en 1973 (“no hay crimen sin una Ley previa”), sino que fueron establecidos por
la ley 20.352 de 26 de mayo de 2009, la cual, además, expresamente declara que
no regirá para hechos anteriores a su vigencia. Ilegalidad sobre ilegalidad.
Además, la muerte de los dos dirigentes socialistas no se encuadra en la
tipificación que hace esa Ley de los delitos de lesa humanidad. Ilegalidad
sobre ilegalidad sobre ilegalidad. En cambio, el quíntuple asesinato de
uniformados que la “Justicia” declaró prescrito sí se encuadra mucho mejor en
el referido tipo penal.
Pero, naturalmente, todas estas divagaciones
tendrían sentido bajo un Estado de Derecho,
que sabidamente no impera en Chile.
¿No le suscitan estas situaciones de la
realidad actual vergüenza de ser chileno y, en su caso, de haber votado alguna
vez por Sebastián Piñera? Si su respuesta es “no”, quiere decir que es tiempo
de que recurra a alguna instancia de dirección espiritual. Y si no lo hace, al
menos debería sentir vergüenza de mirarse al espejo cada mañana.
... grande Hermógenes!! ..como siempre dando una opinión respetuosa y fundada...lealtad sobre cualquier valor del ser humano...
ResponderEliminarcada vez es más fuerte la palabra veraz de HERMÓGENES...
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