La imagen nos muestra al ex Presidente Salvador
Allende practicando su principal argumento por la paz: la metralleta.
"¡Que
Cuarenta Años No Es Nada...!",
por Hermógenes Pérez de
Arce.
Es increíble cómo se repite la historia. Ayer leí que el futuro Ministro
del Interior de la Nueva Mayoría (“nueva” sólo porque la DC se ha sumado a la
Segunda UP…¡oh los Kerensky, nuestros sempiternos Kerensky!), declara, frente a
los asesinatos terroristas en la Araucanía, “un problema social no se arregla
con la Ley Antiterrorista”. ¡No han aprendido nada; no han olvidado nada!
Hace poco más de cuarenta años, durante la Primera UP, pasaban las
mismas cosas. Los terroristas eran liberados porque se trataba, decía Salvador
Allende, de “muchachos idealistas”. En diciembre de 1972 el agricultor de Río
Bueno, Raúl Vásquez Bécker, fue quemado dentro de su casa por los “tomadores”
izquierdistas de su fundo. Lo encerraron en un closet y le prendieron fuego a
la casa. Como recordaba en carta a “El
Mercurio” de 4 de enero de 2005 su amigo Mauricio Alliende, la horrorizada
mujer del agricultor logró apenas librarse ella de las llamas. Su hijo escribió
al diario, días después de la carta anterior, revelando que, cuando
posteriormente había intentado alguna acción judicial reparatoria, el
gobernador local le había advertido que si recuperaba el fundo “se lo iban a
volver a tomar todos los días”. Y hasta su propio abogado le aconsejó: “mejor
ándate, o a ti también te van a matar”. Abandonó todo y se fue a España.
Poco antes, en 1971, la agricultora Antonieta Maachel, dueña del fundo
“La Tregua”, había puesto fin a sus días en su dormitorio del segundo piso de
su casa, tras haber sido vejada por los “tomadores” socialistas que habían
entrado a la fuerza y mientras los mismos se daban un ruidoso festín en el
comedor del primer piso. Es que estaban solucionando un “problema social”. Ya
ella no iba a seguir creándolo, trabajando y produciendo en su propiedad.
De esas víctimas ya nadie se acuerda. Al contrario, después de que,
obedeciendo al clamor popular, las fuerzas armadas pusieron término a ese
estado de abuso y atropello, al fin de cuentas y, por supuesto, al amparo e
iniciativa de los Kerensky chilenos, los victimarios se convirtieron en
“víctimas” y hoy, con la colaboración de la justicia de izquierda-DC,
prevarican sin asco para condenar a los que reprimieron a asesinos, usurpadores
e incendiarios. ¡Ahora son ellos los que gritan "asesinos"! En una
escalada prevaricadora y persecutoria acelerada bajo el régimen de Piñera,
procesan y condenan por centenares a los militares, para después cobrar
millonarias indemnizaciones por habérseles impedido ejercer el derecho de
usurpar y profitar de lo ajeno y, cuando fue del caso, vejar o quemar a los
dueños que insistían en defender lo suyo.
¿Usted cree que exagero? ¡Pero si es lo que las nuevas autoridades dicen
que le espera al país! Ya el Intendente Huenchumilla (DC), designado por el
nuevo gobierno en la región en llamas, ha declarado que la solución al
“problema social” en ella es que se vayan las grandes empresas. Así se evitará
que les incendien bosques, siembras, galpones, camiones, tractores, maquinaria.
Dejando la tierra abandonada para que “vuelva a manos de sus dueños
ancestrales” se soluciona el “problema social”, consistente en que algunos
insisten en desarrollar la tarea antisocial de producir.
Después sucede como en la Primera UP ayer y en
la Venezuela de hoy: faltan alimentos y cosas esenciales. Bueno, es que así
arreglan ellos los “problemas sociales”. Es la única receta que conocen.
Si el tango dice que “veinte años no es nada”, los chilenos, con mucha
mayor razón, en breve vamos a poder decir: que “cuarenta años no es nada”.
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