11 de septiembre, entre la alegría y la tristeza....
Para los que vivimos los mil días de Allende y fuimos rehenes del intento liberticida en que se involucró la izquierda chilena, manejada y financiada desde el extranjero, los que sufrimos los rigores de un racionamiento con el que trataron de doblegar nuestras ideas, para quienes fuimos virulentamente atacados y para quienes el “oficialismo” hacía claros llamados a que se les asesinara, para los que amamos a nuestra Patria y para quienes nos opusimos a las bandas armadas dirigidas desde La Moneda, el 11 de septiembre es una fecha de celebraciones.
Sin duda celebramos que no se alcanzó a instalar en nuestro país una tiranía similar a la de los Castro en Cuba, tampoco alcanzaron a poner el practica las asambleas constituyentes para eternizarse en el poder, el repudio ciudadano les impidió poner en funcionamiento la ENU, no tuvieron la oportunidad de cumplir su amenaza vociferante de mandara al paredón a quienes calificaban de momios, y, aunque dejaron el país en la miseria, económicamente hablando, como social y políticamente, que después con sacrificio debimos reconstruir todos los chilenos.
A pesar de la felicidad de haber impedido los macabros destinos que nos trataban de imponer desde Moscú, y de tener la felicidad de tener un país reconstruido por el Gobierno Militar, no podemos dejar de sentir tristeza por los centenares de hombres y mujeres que murieron enfrentado al terrorismo homicida que almas enfermas trajeron al país, o de inocentes que fueron dañado de por vida como resultado de arteros ataques hechos con la cobardía del anonimato y del actuar en las sombras, así como, tampoco podemos olvidar a aquellos que por combatir la lacra terrorista hoy están prisioneros por la miserable vendetta roja.
Sin duda alguna festejaremos esta fecha señera en que los Uniformados de las Fuerzas Armadas y de Orden, escuchando el clamor popular pusieron fin al nefasto experimento social-comunista, que dejo como resultado una patria arrasada, pero, teniendo en la mente a esa enorme cantidad de los nuestros que cayeron en la lucha por la libertad, y que para los Gobernantes parecen no existir, y esa enorme cantidad de Oficiales, Suboficiales o simples soldados, que llenan las mazmorras que construyó la concertación para vengarse de aquellos que les impidieron concretar sus designios.
Brindaremos por nuestros triunfantes soldados que en el campo de batalla debieron enfrentar a una legión de extremistas, extranjeros y chilenos, que bien apertrechados por sus patrones extranjeros dieron más lucha de la que muchos se imaginan, pero sin duda alguna esa alegría tendrá como contra partida el recuerdo de nuestros mártires olvidados y el amargo sabor de tener a los nuestros tras las infamantes rejas levantadas por los que destruyeron el país para vengarse de aquellos que lo levantaron y le devolvieron la dignidad de una institucionalidad y democracia modernas.