(Vista de supermercado en época UP)
Recuerdos desordenados, pero ciertos....
La situación del pueblo chileno era insostenible, la Constitución y las Leyes se habían transformado en elementos decorativos, el poder Ejecutivo las sobrepasaba utilizando resquicios Legales o retándole la fuerza para imponerse.
Las estanterías de los supermercados, y los almacenes, estaban vacías, el Estado controlaba la distribución, por la vía de empresas nacionalizadas, y la producción por medio de las empresas intervenidas.
Los hijos de los chilenos eran manipulados por medio del sistema educacional y se pretendió crear la ENU, Escuela Nacional Unificada, para adoctrinarles y controlarles por medio de lavados cerebrales.
La producción nacional, sea esta agrícola, minera o industrial, estaban dislocadas por los manejos políticos con que se trataba de obligar a la ciudadanía a adherir al proyecto del “hombre nuevo”.
Los poderes “independientes”, Judicial, al que no se brindaba la fuerza para el cumplimiento de sus resoluciones, y el Parlamento denunciaron el quiebre Institucional que se estaba produciendo.
Bandas armadas sembraban el terror en el país, predicaban, con aval del Gobierno, las manifestaciones “armadas” se sucedían a toda hora, la violencia aterrorizaba a la indefensa población nacional.
Los procesos productivas simplemente había dejado de funcional, la inflación, que llegó al mil por ciento en 1973, disminuyó dramáticamente el poder de compra del pueblo, encarecido además por el “mercado negro”.
Nos encaminábamos con paso firme a una guerra civil, que todos decían combatir, pero para la que se hacían preparativos inminentes, sobre todo considerando el ejercito de miles de extremistas extranjeros.
La civilidad, desesperada, clamaba por la intervención de la Fuerzas Armadas, única manera que se visualizaba para evitar el baño de sangre que nos tenían preparado, salir de la tiranía que se preveía.
Un par de días antes del 11 de Septiembre de 1973, centenares de miles de chilenos, en Av. Grecia clamaron porque se pusiera fin al nefastos experimento marxista, Patricio Aylwin, Presidente de la DC, llamó a los uniformados a intervenir.
Una consideración especial, la politización de los mandos militares fue obra de Allende que los llevó a su Gabinete para que cargaran con las culpas de su desastrosa Administración.
(Allende y el chacal durante la
interminable visita de Fidel)
