Incredulidad,
por Hermógenes Pérez de Arce.
Como
corresponde en Chile (no siempre, pero con frecuencia), una noticia realmente
importante no ha salido publicada en ningún medio de prensa masivo. A mí me ha
llegado por correo electrónico y la creo, porque viene anexada a la misma una
fotocopia del inverosímil Oficio 2400/11 de 22.05.15, del Jefe del Estado Mayor
del Ejército, General Miguel Muñoz Farías, que comunica lo siguiente a
diferentes dependencias de su institución:
“Solicita a
(nombre del destinatario, prudentemente borrado) que en virtud del proyecto de
ley que prohíbe el homenaje y/o exaltación de la dictadura cívico-militar se
verifique e informe hasta el 05.06.15 de todos aquellos elementos, dependencias,
obras pictóricas, placas, monumentos, material u otros que, a su juicio,
pudieren ser utilizados o interpretados como contrarios a las normas del
mencionado proyecto de ley”.
Este
proyecto de ley es una moción presentada por la diputada comunista Karol
Cariola (boletín 9746-17) a fines del año pasado y que castiga con penas de
hasta veinte años de presidio y multas de hasta 129 millones de pesos a cualquiera
que diga algo bueno o exprese “negacionismo o justificación” del Gobierno
Militar (al cual, por otra parte, prohíbe denominarlo así y ordena designarlo
como “dictadura cívico-militar”), de sus “perpetradores o colaboradores, tanto
civiles como militares”.
Lo
extraordinario e increíble es que esa moción no ha sido aprobada como ley y
carece de toda vigencia, no obstante lo cual el Jefe del Estado Mayor del
Ejército procede a aplicarla como si hubiera sido promulgada y publicada. Yo
creía que, en esta materia, el testimonio máximo de la rendición incondicional
del Ejército al comunismo lo representaba el “Nunca Más” de su Comandante en
Jefe, general Emilio Cheyre, que en la prensa del 10 de diciembre de 2004
apareció declarando: “El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible
decisión de asumir las responsabilidades que como institución le caben en todos
los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado”. Es decir, se echó la
culpa de TODO… ¡hasta del atentado del FPMR contra el Presidente Pinochet, en 1986,
en que fueron asesinados cinco de sus escoltas!
Pero no les
carguemos la mano a los militares. El 30 de noviembre pasado yo escribí el blog
“Todos Son Karol Cariola”, señalando a los distintos referentes que habían, de
hecho, ya obedecido lo ordenado por la moción de la diputada comunista, comenzando
por RN, que suprimió de su Declaración de Principios un reconocimiento al Gobierno
Militar y siguiendo con numerosas personalidades de derecha que demandaban o
exteriorizaban similar repudio.
En ese
sentido, el oficio del general Muñoz Farías no es ni siquiera la gota que colma
el vaso. E incluso, como “Acta de Rendición Incondicional y Final del Ejército
de Chile ante el Comunismo”, adolece de imperfecciones adicionales a la ya citada
de dar por vigente una mera moción que no tiene fuerza legal. En
efecto, el oficio alude a una “dictadura cívico-militar” que, oficialmente, nunca ha
existido en la historia del país. Pues en ninguno de los cuerpos legales
imperantes uno podría encontrar un régimen que se denomine así o corresponda a
esa designación: a la administración del Presidente Salvador Allende la sucedió
la de la Junta Militar, que gobernó entre el 11.09.73 y el 11.03.81; y a este gobierno
lo sucedió el del Presidente Augusto Pinochet, que gobernó constitucionalmente
desde el 11.03.81 hasta el 11.03.90 y que, acatando el veredicto de las urnas,
entregó el poder al Presidente Patricio Aylwin. Como tan pedagógicamente nos
enseñó Ricardo Lagos a mediados de los ’80, “ninguna dictadura entrega
voluntariamente el poder”, de modo que, como el gobierno de Pinochet lo hizo,
no fue una dictadura. Eso es lo que muestra toda la documentación oficial del
país. ¿A qué supuesto régimen, entonces, se puede estar refiriendo el Jefe del Estado
Mayor del Ejército, si ninguno de nuestra historia oficial figura así?
Pero en el
proceso de desarticulación general que está viviendo Chile sabemos que lo que
dice la ley es lo que menos importa. Atravesamos un período caracterizado por
el reino de la delincuencia, las huelgas ilegales, el vandalismo impune y
reiterado, la noche convertida en día, la desautorización de las fuerzas de
orden, la parálisis de las inversiones, la corrupción política generalizada, la
prevaricación de los jueces y su consecuencia, el creciente número de presos
políticos militares.
En consecuencia, esta caza de
brujas del Ejército para borrar de su historia, sin ley que lo autorice, los
testimonios y recuerdos de su logro más importante del siglo XX, encuadra adecuadamente
en el presente panorama nacional de locura, anarquía y desmoralización.
La historia esta siendo castrada por las falacias comunistas y lo peor que este gobierno lo apoya al igual personajes de derecha. Es una pena ver como destruyen a Chile. Lo parten para repartirlo, como si fuera un bingo.
ResponderEliminarAcértadisimo su comentario, nuestra historia es vilmente falseada, los que nos dieron libertad perseguidos, por los que destruyen Chile...
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