Se
ha usado una vía pública para instalar la intolerancia
respecto de lo que
piensan y sientensectores
adeptos a la centroderecha, que no son pocos y probablemente
son mayoría en esaComuna,
más allá de los resultados en las
recientes elecciones Municipales.
La vía de la intolerancia,
por Axel Buchheister.
La Alcalde de Providencia logró su objetivo de sustituir
el nombre de la avenida 11 de Septiembre, después de más de 30 años de ser
conocida bajo esa denominación. Una iniciativa que provocará innumerables
problemas prácticos, pero que no son insuperables, en la medida en que con el
tiempo el nuevo nombre se vaya asentando. Salvo, por cierto, que un nuevo
alcalde decida cambiárselo por otro o dar vuelta atrás, lo que no se puede
descartar.
¿Qué justifica que la Alcalde gaste energía en eso cuando hay otros problemas
más acuciantes, como las tomas de varios colegios de la Comuna? Se argumenta
que es un nombre que divide; políticamente, se entiende. Eso es un pretexto,
porque desde 1990 hay múltiples calles y plazas que han pasado a denominarse
Salvador Allende o Gladys Marín. ¿Que acaso esto no divide? Por cierto que sí,
pero hay un detalle: pocos se atreven a decirlo, por el riesgo de ser “funados”
de las más variadas formas.
Lo que ha sucedido en realidad es que se ha usado una vía pública para instalar
la intolerancia respecto de lo que piensan y sienten sectores adeptos a la
centroderecha, que no son pocos y probablemente son mayoría en esa Comuna, más
allá de los resultados en las recientes elecciones Municipales. Por lo mismo,
era importante hacerlo: hay que erradicar todo vestigio de una visión distinta,
sobre todo donde es más factible que perdure, y cambiar la verdad histórica,
que no es otra que en los tres años del Gobierno de la Unidad Popular el país
se sumió en una profunda crisis que amenazaba con destruir la economía del país
y acabar con la libertad y la tolerancia. Por ello, el evento que evoca la
avenida, que puso fin a esos aciagos días, es muy significativo para muchos
ciudadanos, que tienen igual derecho que la izquierda a la conmemoración con el
nombre de calles y plazas.
Que han sido exitosos en su objetivo y cada día hay menos dispuestos a defender
sus ideas se refleja en la actitud de los Concejales de la centroderecha, que
prefirieron no asistir en vez de presentarse y dar razones, como corresponde en
la institucionalidad que los rige. Dijeron que la solución era consultar a los
vecinos, lo cual fue la promesa de participación con que llegó la Alcalde al
cargo y que, sin duda, aquí no cumplió. Pero la verdad es que los países y Comunas
no pueden administrarse a punta de asambleísmos, y para eso se escogen Concejales:
representar a los vecinos e intermediar sus peticiones y visiones, de modo que
haya Gobernabilidad. No dar quórum es desconocer el propósito con que los Concejales
son elegidos y una forma de negar la participación a los representados, pero
sobre todo eludir las cuestiones espinudas. Cabe destacar la actitud del Concejal
Manuel José Monckeberg, que asistió, dio sus razones y votó. Los demás no
cumplieron su deber y no se metieron en problemas; nunca conocimos su opinión
sobre el tema.
Para los que dicen que no importa, que es el nombre de una calle no más y que
lo que se ha vivido en torno a ella en estos días demuestra que sí divide, cabe
recordarles las palabras de Winston Churchill: “Un apaciguador es alguien que
alimenta a un cocodrilo con la esperanza de que será el último en ser comido
por él”.
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